La edad media de inicio de los tratamientos estéticos baja de los 35 a los 20 años

Cada vez más jóvenes se animan a realizarse algún tipo de tratamiento estético
La edad media de inicio en el uso de tratamientos de medicina estética en España ha bajado 15 años en la última década
Los expertos alertan de los peligros que puede llegar a suponer el incremento de oferta y demanda que se ha producido en los últimos años
La juventud española se rinde a los avances de la medicina estética. Hace apenas una década la edad media de los pacientes que se animaban a realizarse algún tratamiento estético se encontraba en los 35 años. Ahora, según informa la Sociedad Española de Medicina Estética a través de uno de sus últimos informes, esta ha bajado considerablemente y ahora se sitúa en 20 años.
El mundo de la belleza, de los retoques y de las operaciones estéticas estaba tradicionalmente asociado a las celebridades. Sin embargo, con el paso del tiempo y gracias a los avances científicos relativos a este campo, que consiguen excelentes resultados y una naturalidad sorprendente en muchos casos, ha hecho que cada vez más personas anónimas se animen a visitar al especialista con el objetivo de verse mejor y frenar los estragos del paso del tiempo.
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Las redes sociales también tienen mucho que ver en esto. El mundo está lleno de celebs e influencers que no dudan en hablar abiertamente de sus retoques y operaciones estéticas. El bótox, el ácido hialurónico, los hilos tensores, los liftings, las liposucciones y los implantes están ahora a la orden del día. Y si estos referentes se animan a compartir y a aplaudir de manera constante sus maravillosas experiencias, ¿cómo no van a acabar influyendo en el pensamiento de su público más joven?

“El uso de las redes sociales, la posibilidad de usar filtros y la aparición de aplicaciones que permiten cambiar las formas del rostro han contribuido a generar nuevas necesidades en pacientes jóvenes”, apunta el Dr. Sergio Fernández, vicepresidente segundo de SEME.
Una realidad a la que hay que sumar los daños que ha generado en la mente de muchas personas la pandemia. Empezando por el confinamiento y siguiendo con el uso continuado de la mascarilla, que acabó despertando en las personas complejos que antes no existían (o no preocupaban tanto).
Lo que antes era un tema tabú ahora ha dejado de serlo y cada vez más mujeres y hombres se animan a realizarse algún tipo de tratamiento. Sobre todo, si estos son de carácter temporal, persiguen mantener la mayor naturalidad posible y los cambios no son definitivos.
En este sentido, y haciendo referencia al citado estudio, llama la atención el porcentaje de la población española que reconoce haber utilizado "los servicios de la medicina estética en alguna ocasión. ¡Un 40%! Entre ellos, un 71% son mujeres y un 28,2% hombres.
El autocuidado cada vez está más extendido. Y aunque sorprenda la edad a la que ahora se empiezan a realizar retoques los jóvenes, los tratamientos preventivos y anti-aging cada día están más extendidos.
Según informa la SEME, el año pasado únicamente en nuestro país se realizaron 871.525 tratamientos médico-estéticos, de los cuales el 72% correspondieron a tratamientos faciales (628.778) repartidos entre la toxina botulínica - a.k.a bótox- (42%), ácido hialurónico (32%) y otros destinados a mejorar la calidad de la piel (20%).
El miedo al bótox y a la aguja se ha perdido y cada vez más jóvenes se rinden a sus beneficios.
Los peligros del aumento de la oferta y la demanda de los tratamientos de medicina estética
El interés y el uso de la medicina estética crece a pasos agigantados. Y no solo desde el punto de vista de los pacientes, también desde el de los profesionales médicos, que han encontrado en este campo de la medicina una importante fuente de ingresos y buscan formarse en y especializarse a través de masters y otros cursos. Esto sin hablar del intrusismo laboral, que también se ha visto incrementado.
Es debido precisamente a la alta demanda y a los peligros que pueden suponer algunos aparentemente inofensivos tratamientos, que la SEME alerta sobre la importancia de recurrir únicamente a profesionales cualificados.
"De ahí nuestra insistencia en que los pacientes siempre pidan el número de colegiado o el título de Medicina al profesional que le está atendiendo. Así podrá comprobar si se está incurriendo o no en un delito antes de poner su salud en manos de un intruso”, insiste por su parte el doctor Enrique Fernández Romero, vocal del SEME.
Ponerse en las manos de personal no autorizado puede provocar reacciones adversas peligrosas y, por desgracia, muy comunes. Infecciones, necrosis de la piel, inflamación de los tejidos, pérdida de la vista, contaminación con enfermedades transmisibles como el VIH o la hepatitis C, son solo algunas de ellas.