Están en todas partes y en ninguno. Su consumo es un tabú, pero España lidera los índices europeos en algunas sustancias. Las drogas han acompañado al ser humano desde el principio de su historia y lo continúan haciendo, aunque la mayor parte estén prohibidas. Ante esta situación, la Asociación Bienestar y Desarrollo lleva impulsando desde 1997 una organización que se ocupa del análisis de las sustancias que se consumen en España: Energy control.

Su director, Claudio Vidal, explica que el origen de la organización de debe a “la carencia de una información rigurosa y útil para personas que consumen sustancias psicoactivas”. Por ello, su objetivo es el de ofrecer herramientas para quien se acerque al consumo de drogas. Además de una página web y la presencia en redes sociales, también buscan “estar presentes en los espacios de fiesta donde muchos de los consumos tienen lugar, y donde hacemos análisis de sustancias”.

“En general, mucha de la información disponible sobre drogas está creada bajo la premisa de que informando sobre los riesgos se evitará el consumo”, explica Vidal, pero lo cierto es que casi todos los usuarios empiezan a consumir sin saber qué efectos va a provocar la droga en su cuerpo. “Esto puede ser cierto en algunas personas y en algunos momentos concretos, pero cuando ya se ha dado el paso y se comienza a consumir, se necesita otro tipo de información que también hable de los riesgos, pero incluya estrategias útiles para minimizarlos”.

¿Existe un consumo responsable de drogas? Para Vidal, “existe al igual que existe la práctica responsable de otras actividades que entrañan riesgos”, pero “para realizar un uso responsable de sustancias no es solo necesario saber cómo hacerlo, sino también es importante querer hacerlo y verse capaz de ello”. Y cree que estigmatizar todo el uso de las drogas y “negar que el consumo responsable existe juega en contra de las personas que consumen”.

En un momento en el que un buen puñado de países occidentales debaten la legalización del cannabis, cada vez más voces ponen en cuestión el prohibicionismo de las sustancias psicoactivas. Algunas, como la psilocibina, han demostrado ser útiles para tratar síntomas de la depresión y la ansiedad.

“Ya hace tiempo que el consenso en relación a unas políticas globales sobre basadas en esto que llamamos 'prohibicionismo' se está resquebrajando”, observa Claudio Vidal. “Sin embargo, los procesos de cambio en estas políticas globales son lentos y aún nos llevará tiempo asistir a un cambio significativo en ellas”.

Lo que está claro es que prohibir las drogas no ha tenido como consecuencia que dejen de consumirse. Estas prohibiciones “no solo se han mostrado incapaces para reducir el consumo, sino que han generado problemas extraordinarios”, cree Vidal. “Sin embargo, para algunos países se ha tratado de una política altamente exitosa, porque les sirvió para ejercer políticas de control sobre la población, potenciar industrias estratégicas (como la militar y penitenciaria en Estados Unidos) y otros beneficios no declarados”.

¿Llegaremos a una política basada en la responsabilidad individual y no en la prohibición? “Como en muchas otras políticas globales, las relativas a las drogas están cargadas de intereses y ello es precisamente el principal obstáculo para su cambio. Pero confiamos que algún día esto pueda cambiar. Hay mucha gente trabajando para ello y en ellas depositamos esta confianza”, concluye.