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#PorQuéNoDenuncié, el movimiento en redes que explica lo duro que es pedir ayuda cuando sufres violencia de género

  • El movimiento #PorQuéNoDenuncié busca dar voz a las mujeres que en algún momento sufrieron agresiones físicas, psicológicas o sexuales pero no se sintieron seguras para denunciar

  • Alicia, una joven víctima de abusos sexuales, explica lo difícil que pedir ayuda: “Mis amigas me convencieron para ir a la policía, pero en la comisaría me dijeron que igual con el alcohol había malinterpretado todo y que no era para tanto”

  • Una psicóloga analiza los obstáculos que impiden a las víctimas de agresiones machistas pedir ayuda: “Nuestros amigos o familia, a veces sin intención de herir, pueden ser muy dañinos”

Como cada año, el 8 de marzo tiene lugar el Día Internacional de la Mujer, una fecha que busca concienciar a la sociedad sobre las desigualdades de género y las consecuencias del machismo tanto en mujeres como en hombres. En un año marcado por el coronavirus, las manifestaciones y los eventos presenciales se han visto limitados, pero eso no ha impedido que surjan iniciativas en internet para concienciar sobre el lado más oscuro del sexismo: la violencia de género.

#PorQuéNoDenuncié: la voz de las víctimas

Una de dichas iniciativas es la que ha creado la cuenta de Instagram @whyididntreport. El objetivo de este proyecto es dar a conocer los motivos por los que miles de mujeres sufrieron desde maltrato físico o psicológico a agresiones sexuales, pero no denunciaron ni públicamente ni legalmente.

Rápidamente, la cuenta ha acumulado más de 150 mil seguidores y el proyecto se ha replicado en otros países bajo el hashtag #porquénodenuncié.

“Era mi primera vez y quise fingir que no había pasado”, compartía una usuaria anónima. “Tenía trece años y nadie me había dicho lo que una violación era”, añadía otra. “No quería preocupar a mi familia”, “tenía miedo del acoso o amenazas mediáticas”, “era mi amigo y pensaba que la gente creería que yo buscaba atención”, “estaba dormida y drogada y me dijo que debía haberle dejado claro que no quería” son otros testimonios.

“Le conocí online. Me daba mucha vergüenza. Mis amigos me dijeron que era mi culpa. Después de todo, fui a su casa, no tenía heridas y pensaba que no era violación. Creí a mis amigos. No podía probar nada. Me puse muy enferma, mental y físicamente. ¿Seré capaz de volver a confiar en alguien? ¿Podré quedarme embarazada?”, confesaba Eva, una joven que posteriormente subió una fotografía de sus reflexiones a día de hoy. “Acabé la terapia en 2018. Han pasado 10 años desde que pasó aquello. Me he recuperado. Vuelvo a confiar en la gente. El año pasado el médico me dijo que todo estaba bien y que podré tener hijos. Unos meses después él me escribió en redes sociales. Ni siquiera me reconoció y comenzó su juego otra vez. No sentí nada porque él nunca podrá hacerme daño otra vez”.

Si bien son solo algunos ejemplos, esta iniciativa acumula cada vez más relatos demostrando que nunca es tarde para alzar tu voz.

La violencia de género en España

La violencia de género es cualquier tipo de agresión, ya sea física o psicológica, ejercida sobre las mujeres por parte de alguien unido a ellas por una relación afectiva. Es decir, por parte de su pareja o expareja. En la otra cara de la moneda, un delito de agresión o abuso sexual no implica ninguna relación con el agresor, pudiendo ser un completo desconocido, pero también una pareja.

Este tipo de delitos se asientan sobre la creencia de que la mujer es diferente al hombre. Por ejemplo, considerándola una propiedad (“estoy celoso porque es mía”) o porque es inferior (“ella sin mí no es nada”). A veces estos estereotipos están muy interiorizados en la sociedad o incluso en nuestra familia, por eso es tan difícil erradicar la violencia de género. Pero volver la cara a esta realidad no va a solucionar un problema que se refleja en las cifras:

Según el Ministerio de Igualdad, en 2020 se registraron 34.576 denuncias por violencia de género y 2.568 denuncias por agresiones sexuales a mujeres, pero la realidad es que la mayoría de las agresiones machistas no llegan a término legal.

Por qué es tan difícil pedir ayuda tras sufrir una agresión machista

El proceso de denunciar tras sufrir una agresión machista no es fácil, pero es necesario no solo por tu seguridad y para hacer justicia, sino para evitar que haya más víctimas. Aun así, vivimos en una sociedad que no solo no hace más sencillo este duro trámite, sino que a veces lo entorpece.

A nivel legal, cuando denuncias te expones a una serie de preguntas muy detalladas sobre lo sucedido. Lo ideal es que quienes hacen estas preguntas estén formados en violencia de género para evitar ser muy intrusivos, para no dar ninguna opinión personal y para hacer que la víctima se sienta cómoda. Desgraciadamente, no siempre es así.

Con 17 años un hombre de 32 abusó de mí. Yo había bebido y él me llevó al baño, me besó, me hizo masturbarle y cuando intentó penetrarme me conseguí zafar. Mis amigas me convencieron para ir a la policía, pero en la comisaría me dijeron que igual con el alcohol había malinterpretado todo y que no era para tanto. Ni siquiera le conté a mis padres lo que pasó hasta hace unos meses por miedo a que se enfadasen”, recuerda Alicia.

Las dificultades de denunciar o pedir ayuda tras sufrir violencia de género no se limitan al ámbito legal, también al familiar o social.

Nuestros amigos o familia, a veces sin intención de herir, pueden ser muy dañinos. Algunas pautas que afectan negativamente a las víctimas de violencia de género son:

  • Intentar quitar importancia a lo sucedido. Una agresión, ya sea física, psicológica o sexual, es importante. No podemos minimizar la situación porque no ayuda. La víctima se siente extraña, culpable y dolida, y hacerle creer que “exagera” solo empeorará el proceso.
  • Comparar su forma de actuar con la nuestra. “Si me hubiera pasado a mí, le habría matado” suena bien, pero en realidad se puede interpretar como “fuiste débil por no defenderte”.
  • Minimizar sus emociones. Algunas mujeres lloran, otras se sienten muy enfadadas y otras experimentan un embotamiento afectivo, es decir, parece que no sienten nada. Sea cual sea la reacción, es válida y respetable. Que tú vivieses esto de otra forma no implica que ella deba sentirse igual.
  • Culpabilizar a la víctima por no denunciar. “¿Por qué no denunciaste?” o “¿Por qué no lo contaste?” son las preguntas estrella cuando una mujer confiesa que en algún momento de su vida sufrió violencia de género. El proceso de denunciar, como hemos visto, es complicado y no podemos juzgar a alguien sin vivir lo que ha vivido. Implica revivir un trauma y exponerse a que desconocidos sepan lo sucedido, incluida su expareja y familiares. En vez de juzgarle por no hacerlo en su momento, muéstrale su apoyo para que se sienta respaldada cuando decida dar el paso.
  • Juzgar su reacción. Hay víctimas que prefieren no dar detalles a familiares, pero otras sí se ven capaces de compartir lo sucedido o incluso de publicarlo en redes sociales. Esto no es una llamada de atención. Están visibilizando una realidad y en vez de tacharlas de “buscar atención”, debes mostrar empatía y comprensión.

Es labor de todos crear una sociedad segura para que las víctimas de violencia de género se sientan respaldadas y esto empieza por nuestro círculo más cercano. Si una amiga o familiar ha sufrido una agresión machista, empatiza, escucha y acompáñale en el proceso.