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Vicente, en el paro por la crisis del coronavirus: "No poder comprar un regalo a mis padres en Navidad me mata”

  • Vicente tiene 26 años y en abril se quedó sin trabajo: “Les debo todo a mis padres, pero no puedo darles las gracias con un regalo porque no tengo un duro”

  • Una psicóloga explica cómo afecta la precariedad económica a nuestra salud mental y cómo afrontar esta situación en las fiestas navideñas

Las Navidades son unas fechas marcadas por la ilusión, pero también por el consumismo. En muchas tiendas los precios suben tras el Black Friday y los regalos de amigos invisibles, Papá Noel y los Reyes Magos comienzan a pasar factura a nuestro bolsillo. Si a esto le sumamos el golpe económico del coronavirus en 2020, tenemos el caldo de cultivo ideal para que surja ansiedad por la precariedad a la que nos enfrentamos.

Según los datos de la Seguridad Social, los negocios que se han ido a pique por la pandemia superan la cifra de 90 mil, provocando una deuda pública en España de alrededor de 100.000 millones. En otras palabras, nos enfrentamos a una crisis económica y sanitaria.

“Les debo todo a mis padres, pero no puedo darles las gracias con un regalo porque no tengo un duro”

Vicente tiene 26 años y en abril se quedó sin trabajo. La pequeña empresa en la que trabajaba no pudo hacer frente al coronavirus, y él y sus compañeros se vieron en una situación de alarma. “Tuve que volver con mis padres porque ganaba lo justo para pagar el alquiler”, confiesa.

Ahora que llegan las fiestas, le gustaría poder agradecerles todo lo que han hecho por él. “No poder comprar un regalo a mis padres me mata después de lo mucho que me han ayudado. Para muchos es una obligación cuidar de los hijos, pero yo no lo veo así. Ellos siempre están a mi lado y no solo económicamente. Lo he pasado muy mal y me pagaron el psicólogo. Les debo todo, pero no puedo darles las gracias con un regalo porque no tengo un duro”, relata entristecido.

Su situación no es la única. Miles de jóvenes han vuelto al hogar de sus padres porque han perdido su trabajo o las clases universitarias no son presenciales, así que prefieren ahorrarse el dinero del alquiler.

Lamentablemente, les resulta imposible encontrar un trabajo o ahorrar. En el caso de Vicente, los títulos universitarios han resultado irrelevantes. “Da igual tener una carrera y varios másters. Al final la cosa está muy jodida y en las empresas prefieren no contratar a nadie”, relata. “Me he planteado mudarme fuera de España, pero es un salto al vacío y quiero tener un colchón económico antes para no depender de mis padres”.

Cómo nos afecta la precariedad psicológicamente

No poder regalar algo material a nuestros padres, amigos o familia resulta muy duro psicológicamente hablando. Al fin y al cabo, vivir una situación precaria puede propiciar ansiedad, impotencia, culpabilidad e inseguridad.

El primer paso, es detectar pensamientos derrotistas. Algunos muy habituales son:

  • “Soy un mal hijo/amigo/novio por no poder regalarle algo”.
  • “Se va a enfadar conmigo por no regalarle nada”.
  • “Mi pareja se va a cansar de mi y va a acabar dejándome”.
  • “La gente se merece algo mejor que yo”.
  • “Esto no va a cambiar nunca”.

Si bien son solo ejemplos, ilustran muy bien la sensación de inutilidad que sufren las personas que atraviesan una mala racha económica.

Otras formas de demostrar nuestro amor

A la hora de entender las relaciones, los regalos materiales solo son una forma de demostrar afecto más. Existen otras alternativas para demostrar a tu familia, amigos o pareja que te importan:

  1. Contacto físico: algunas personas otorgan mucha importancia al contacto directo. Es decir, los abrazos, los besos, las caricias o el simple hecho de ir de la mano.
  2. Servicios: proporcionar servicios implica hacer cosas por la otra persona, como por ejemplo prepararle una cena especial, ayudarle a estudiar, acompañarle a hacer la compra y colocar juntos las cosas, etc.
  3. Tiempo de calidad: por muchos regalos o favores que hagas a alguien, si no pasáis tiempo de calidad es difícil que se sienta valorado.
  4. Palabras: expresar lo que sentimos puede resultar difícil, pero resulta muy reconfortante para nuestros seres queridos. ¿Te has planteado escribir una carta a tus padres o a tu pareja?
  5. Objetos tangibles: en último lugar, los obsequios materiales pueden ablandar el corazón de cualquiera. Pero ojo, esto no significa que debas gastarte todo tu dinero. Algo tan sencillo como una palmera de chocolate de su cafetería favorita puede significar tanto como un regalo de cincuenta euros.

Cómo decir a los demás que no tienes dinero

Por último lugar, si estás pasando un mal momento financiero, sé sincero con quienes te rodean. Pero, ¿cómo?

  • Hazlo de forma natural. Si no te sientes preparado, espera a que surja un buen momento para compartir tus preocupaciones. Por ejemplo, si tus amigos hacen un amigo invisible, propón un tope de dinero para no gastar demasiado.
  • Evita eufemismos. No tienes que avergonzarte por no tener dinero ahora mismo, así que evita ambigüedades y explica claramente lo que te pasa.
  • Deja claro lo que esperas de los demás. A la hora de contar que estás pasándolo mal por el dinero, algunas personas pueden interpretar tu confesión con una solicitud de ayuda. Tal vez te ofrecerán dinero o escucharás la típica frase de “conozco alguien que igual te puede contratar, dame tu currículum y se lo paso”. Si no estás dispuesto a recibir este tipo de favores, dilo desde el principio.
  • El apoyo no es caridad. En el caso de que tus padres, pareja o amigos te quieran ayudar económicamente, no te pongas a la defensiva. Ni les das lástima, ni te están juzgando.
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