Así es realmente ser drag queen en España: Pakita, Ferrxn, Nagore Gore y Sharonne nos cuentan su historia

Nunca antes habíamos visto a tantas personas apasionadas por el drag y de forma tan visible
Charlamos con cuatro drag queens españolas de diferentes edades y trayectorias profesionales
Las drag queens reivindican su profesión como una expresión artística que ya no está tan relacionada con la noche y la fiesta
El arte del travestismo vive un momento dorado en su larga historia en nuestro país. Si hasta hace algunos años era un movimiento asociado por muchos a la noche y al entretenimiento más chabacano, hoy las artistas drag bucean por diferentes plataformas y ambientes. Programas de televisión, redes sociales, locales diurnos… nuevos espacios para mostrar un ejercicio artístico total, que combina moda, maquillaje, presencia escénica, improvisación, humor e imaginación, y que cada día cuenta con más adeptos. Charlamos con cuatro drag queens de diferente generación y trayectoria para conocer cómo es realmente ser travesti en España.
Pakita
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Son las tres de la mañana de un sábado y, en una discoteca del madrileño barrio de Chueca, Franciska Tólika –más familiarmente conocida como Pakita– pasea entre las mesas que se van vaciando. Acaba de interpretar en playback ‘La bien pagá’ (versión Rocío Jurado) ante un público entregado, vestida con un traje de faralaes que deja al descubierto buena parte de su delgadísima figura. Lo que no saben –y quizás ni se preguntan– quienes acaban de disfrutar de su arte es que, antes de acudir al espectáculo, ha cumplido con su jornada laboral íntegra en una tienda de maquillaje, tras volver en el primer AVE de la mañana de Barcelona, donde actuó hasta las tantas el día anterior. “Me cojo mis días libres en la tienda para poder ir a los bolos”, cuenta. “Tengo que organizarme bien, porque a veces ni me da tiempo a hacer o deshacer la maleta. La que llevé a Barcelona la tenía preparada una semana antes”.
Pakita, nacida en Sevilla en 1993, empezó en el drag hace ocho años, “siendo un cuadro. Poco a poco fui mejorando. He estudiado diseño de moda, sé patronar, me hago mis looks. He aprendido también a cantar, a bailar…”. Por el camino, algunas salas de la capital andaluza se fijaron en ella. “Empecé a trabajar de vez en cuando. Era un divertimento, una forma de expresarme y de conectar”, recuerda. Eso en un momento en el que “el drag no era aspiracional. Mis padres, por ejemplo, no lo entendían. Lo asociaban a ser trans, a la prostitución, a las drogas… Cosas que existen mucho más en la vida fuera de drag. Pero ahí está actuando la misoginia, la transfobia, la homofobia”.
Las drags no estamos para competir las unas con las otras. El drag crea familias.
Para Pakita, “el drag es una hermandad, una comunidad”. En su caso, esa hermandad ha tomado forma en el colectivo 'Las niñas' –que reúne a otras travestis andaluzas como Belial, Carvento, Dolores la Puñales o La Sussi–, con las que organiza fiestas regulares en Sevilla y Madrid. “Parece que ya solo existe la competición, la lucha. Y no. Las drags no estamos para competir las unas con las otras. El drag crea familias”.
Ferrxn
Una nueva familia drag es la que ha reunido a su alrededor la House of Varietats en Valencia. Ferrxn es una de sus integrantes, además de gerente artístico y camarero en el local autogestionado que inauguraron hace unos meses en el barrio del Carmen de la capital levantina, donde hay shows diarios y se organizan charlas y talleres con espíritu activista. Arqueólogo de formación, Ferrxn, valenciano de 24 años, decidió abandonar la carrera académica y dedicarse de pleno a la escena drag, donde siente que se le “escucha de verdad. Mis estudios tenían que ver con el género y la diversidad en la historia antigua, y en la universidad mis trabajos los evaluaban hombres mayores acomodados en el patriarcado”.
Aunque se ha formado para ser profesor de historia, prefiere “ser una profesora travesti de la vida y transmitir mis conocimientos a quien de verdad le interesan”. En ello lleva un año a tiempo completo. “Como todos los maricones de mi generación”, explica, el reality Rupaul’s Drag Race –que acumula más de diez años en antena en Estados Unidos y varias versiones internacionales– fue su “entrada al drag. Te pica la curiosidad y vas a ver shows”.
Cuando les dijo a sus padres que abandonaba la universidad para dedicarse al travestismo, le soltaron: “¿vas a tirar todo ese trabajo para pintarte?”. Pero para ella no es solo “pintarse. El drag consigue que captes rápidamente la atención de la gente, pero una vez tengo tu atención voy a transmitirte un mensaje”. Confiesa su rabia cuando “la gente considera a las travestis animadoras de fiestas, cuando no directamente prostitutas. Yo no animo la fiesta, yo soy la fiesta. La gente viene a vernos a nosotras”. Para Ferrxn, la moda de las travestis que ejercían de gogós en discotecas, “de complemento”, hace mucho que acabó. “Ahora conducimos las fiestas, las organizamos. En Varietats, somos las propias travestis las que decidimos todo”.
Las Fellini
Cualquiera que haya salido por el ambiente de Bilbao en las últimas décadas se ha topado con los englobados pechos de las Fellini. Este grupo de travestis, que ha ido cambiado de formación, está liderado por Nagore Gore, nacida en Bilbao en 1971. Tras unos años de acercamiento como aficionada, convirtió el drag en su profesión en el año 96. Influida por los sketches de Martes y 13 o Los Morancos, Nagore descubrió pronto que no “valía para hacer un drag estándar, sino algo más cómico y menos serio. Mi objetivo es hacer reír, desde el principio, y la estética tiene ese objetivo”. Esa ‘ilusión de feminidad’ que se relaciona con el travestismo clásico está muy lejos de las Fellini, que no necesitan ocultar barbas ni hechuras masculinas para su propuesta.
“Empezamos a actuar por una miseria, pero me daba para independizarme y alquilar una habitación. Tenía 25 años y este oficio me dio la oportunidad de ganarme la vida”, recuerda Nagore. “En Bilbao nos pusimos como de moda, y eso nos permitió trabajar mucho y tirar para adelante. Ahí se convirtió en profesión y, afortunadamente, nos hemos mantenido. Ha habido crisis, dentro y fuera del grupo, pero nos hemos ido adaptando”.
Una continua transformación a la que suman también sobrevivir en tiempos de pandemia, situación excepcional sin final a la vista. El confinamiento puso en suspenso un momento en que “nos iba muy bien, actuábamos mucho. Todos los jueves en el Badulake, en Bilbao, también muchos sábados. Y continuos bolos por Euskadi y por el norte del Estado, además de algunos en Madrid o Torremolinos. Ahora esperamos que esos locales donde actuábamos vuelvan a abrir”.
Para Nagore, las Fellini acaparan todo su tiempo: “llevo la página web, las redes sociales, organizo todos los papeles, la faceta legal… Mis otras compañeras tienen otros trabajos, yo me dedico exclusivamente a esto y me encargo de todo lo que hay que hacer más allá del escenario”.
En esta profesión, nadie te regala nada. Todo es producto de trabajo y de insistencia.
Buena conocedora del mundillo, asegura con firmeza que “en esta profesión, nadie te regala nada. Todo es producto de trabajo y de insistencia. Se necesita mucha pasión y tenerlo muy claro”. Entre sus compañeras más jóvenes detecta a aquellas que “empiezan con mucha energía, piensan que se van a comer el mundo y se hunden cuando se encuentran con la realidad. La perseverancia es indispensable. Todas las travestis que tienen un nombre se lo han ganado y se lo han currado”.
Pakita se muestra más pesimista, al asegurar que muchas de las que empiezan “quieren verse en seguida en la tele, influidas por lo que está pasando en América. Pero la realidad es que estamos muertas de hambre, la realidad es que no hay trabajo para tantas artistas, la realidad es que los empresarios no nos valoran y que muchas trabajan gratis o por dos copas, para verse ahí”.
Sharonne
Alguien que también conoce bien las tablas y las bambalinas del drag es Sharonne, toda una institución con sede en Barcelona. Nacida en 1978, formada en arte dramático y dedicada desde los 18 años a estar en un escenario, “sea grande o pequeño”, asistir a una actuación de la drag estadounidense Sherry Vine le causó “un gran impacto. Ahí fue cuando me planteé muchas cosas. Con el tiempo nos hicimos amigos y hasta trabajamos juntos”. Desde entonces ha dedicado a Sharonne “todos los años que nos separan de aquella época. Ha habido momentos que los que lo he compaginado con trabajos en televisión como bailarín o background singer, y también me dedico a la fotografía y el audiovisual. Pero la mayor parte del tiempo y esfuerzo es a ella”.
Para la artista catalana, “estaría genial que el público apreciara todo el trabajo que hay detrás” de su oficio, aunque es optimista al recordar que “es un arte que hace años estaba ligado a la represión, al castigo por ser mayoritariamente homosexuales quienes lo hacían”. Con una sociedad cada vez más abierta y ante un público más generalista, “se ha dado la oportunidad a los artistas de investigar a través de la transformación y, gracias a una mayor visibilidad del colectivo, hoy afortunadamente nuestro arte evoluciona hacia otros lugares”.
Arte y política
Si algo ha hecho evolucionar el travestismo es la constatación de que poner el género en cuestión a través del arte es una cuestión política, ya que dinamita la concepción clásica de qué es un hombre y qué es una mujer. Si la filósofa Judith Butler definió el género como una performance, una representación, las drag queens llevan décadas demostrándolo y generando, además, un espacio donde muchas personas trans han podido encontrar una manera segura de expresarse.
Con todo, hoy en día las travestis pueden ir mucho más allá de las fronteras del género. Movimientos como los club kids o la cultura ballroom han expandido el universo del drag, generando conceptos y estéticas que conviven con las concepciones más clásicas. Además, las mujeres se han incorporado al mundo drag, bien a través de canalizar la masculinidad –drag kings– o explorando el drag estándar desde su propia identidad –hyper queens, faux queens o AFAB queens–.
En el público también se mezclan quienes quieren ver un espectáculo contemporáneo y quien asocia el drag a lo que era hace años. “Hay gente mayor en el público que conserva la visión antigua”, explica Ferrxn, “que viene, te toca el culo, se hace una foto y se va”. Ella huye de eso, su estética va “por otro lado, lo último que quiero es emular a una ‘mujer’ normativa”.
Pakita detecta de hecho “un salto enorme entre las travestis de mi generación y las anteriores”. Algo que queda claro cuando uno la ve dando vueltas a una bata de cola que combina con lencería y elementos de estética BDSM, bajo un rostro que une los clásicos caracolillos con un maquillaje que imprime a su rostro las sinuosas siluetas de un test de Rorschach. Como estas imágenes usadas por psicoanalistas, las travestis siguen cumpliendo su función trascendental: devolver al público la ilusión de lo que cada uno espere de ellas.