Luna Miguel presenta 'Caliente': “No quiero que me violen, quiero poder decidir cuándo deseo que me asfixien”

La escritora Luna Miguel publica 'Caliente', un ensayo en el que explora y redefine desde su intimidad conceptos como el amor plural, la masturbación y el deseo
Dice la escritora Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) que “si uno no se etiqueta, los otros te definen”. Quizá sea por ello que, en su nuevo ensayo 'Caliente', la autora explora a través de la literatura los prejuicios que se tienen sobre conceptos como masturbación femenina, deseo y amor plural para redefinirlos desde su intimidad. Un libro plagado de reflexiones que es también una confesión sobre su relación con estas experiencias.
De esta forma, la escritora se desnuda para mostrarnos sus ideas y cómo las aplica a su vida. Un trabajo que ha realizado también en sus anteriores libros en los que ha tocado géneros tan variados como la poesía, la novela, el ensayo o los cuentos. Además de en sus obras, Luna Miguel comparte estas reflexiones feministas en sus redes y a través de sus otras profesiones: el periodismo y la edición de libros. Pero, quién mejor que ella misma para explicarse.
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Pregunta: ¿Es 'Caliente' una búsqueda de una Luna nueva a través de la literatura?
Respuesta: No sé si buscaba una Luna nueva. Lo lunar se asocia a ciclos, es decir, apareces y desapareces, se brilla más en unos momentos que en otros… Quiero pensar que es una Luna cíclica que sentía que llegaba un tiempo apagada y que ha encontrado cosas a las que agarrarse para brillar. Qué poético todo… (Risas) Lo repito mejor. Es que era difícil la respuesta. Creo que es la misma Luna de siempre, pero con más y mejores herramientas para afrontar la vida.
Esas herramientas las buscas a través de lecturas de muchas escritoras, que como tú, previamente, han luchado por etiquetarse y, por lo tanto, definirse.
El problema es que si uno no se etiqueta, los otros te definen. Por ello, si yo no digo en mi entorno familiar qué es lo que deseo para mí y para los míos, si lo escondo, tal vez surjan miradas dudosas en vez de ser yo quien me defina. Me parece fundamental tomar la iniciativa. Las etiquetas son necesarias para mostrar la pluralidad que hay. Y más ahora con el debate generado por de la Ley Trans. Creo que es bueno ese proceso de etiquetar, pero después lo ideal sería eliminarlo. Como el sello de las antiguas discotecas a las que íbamos. Lo positivo sería que esa tinta desapareciera, pero hay un momento que es necesario.
Si uno no se etiqueta, los otros te definen.
En este sentido, en el libro redefines ciertos conceptos, como el de la masturbación femenina, que ha estado asociada casi siempre a algo negativo.
Estos días, con la promoción del libro, me he visto ‘American Pie’ y ‘South Park’ para ver cómo aparece reflejada la masturbación en estas series míticas con las que hemos crecido. A través de estas series y las diferentes lecturas he llegado a la conclusión que la masturbación del hombre cis ha sido siempre representada desde la risa, desde una degradación del acto, y la de la mujer ha sido más bien un tabú, algo negativo como dices.
¿Es el tratamiento de la masturbación femenina como tabú el que hace que se caiga en la culpa?
Bajo mi punto de vista sí. El problema es que no nos han enseñado a narrar nuestra sexualidad desde un punto de vista diferente.
¿Viene esto de una falta de conocimiento de una misma? En el libro das un dato escalofriante: el clítoris no fue descrito completamente hasta 1998.
Sí. Yo ya me había masturbado mil veces cuando ese estudio salió a la luz (Risas). Todavía no se sabe de dónde vienen ciertos orgasmos, ni siquiera qué es un orgasmo exactamente. Hay partes del cuerpo que no se han estudiado que puedan ser placenteras… Esto se debe a que asociamos todo al coito, por lo que todo lo que se salga de ahí, más allá de “meterla y sacarla”, no se sabe mucho. Me parece que es muy importante la educación sexual en el colegio. Lo máximo que me enseñaron a mí en la escuela fue a ponerle un preservativo a un pene de plástico.

Lo que a su vez hace que la masturbación sea vista como un sexo de segunda categoría, mientras que tú afirmas que está al mismo nivel.
Hay una teórica que murió hace poco, Betty Dodson, que en su libro ‘Sexo para una’, lo reivindicaba así. Siempre decía que su primera experiencia sexual fue a los cinco años cuando se tocó y descubrió el placer.
Muy asociado a la masturbación, se encuentra el deseo. Un deseo que al igual que la masturbación, parece que está cohibido en la sociedad.
Parece que estamos todo el rato hablando de sexo, de amor y de deseo, pero lo hacemos muy mal. Por ejemplo, a mí me ha pasado que durante la promoción del libro se han interesado por el poliamor, pero la pregunta se dirigía hacia cómo es f*llar con muchas personas a la vez. Pero el poliamor es otras mil cosas: un trabajo de afectos, de cuidados, de estar uno mismo bien… Esto no va de follar más, sino de saber cómo cuidarse con la gente con la que ya estás y luego ir viendo. Básicamente cuidar el deseo para que pueda amplificarse.
Respecto al poliamor, parece que no se entienden otros tipos de relaciones más allá de la convencional.
Tampoco la monogamia es de un tipo. Hay tantos modelos como relaciones. Por ejemplo, la escritora Gabriela Wiener vive con su esposo y su esposa y sus niñes. O Amarna Miller, quien acaba de sacar un libro sobre estos temas, tiene distintas parejas sexuales y convive con una de ellas. Son dos modelos totalmente diferentes. Tendemos a pensar que solo hay un relato de las cosas: que solo hay una manera de ser mujer, de ser hombre, de ser madre, etc. Pero que solo haya un modelo sí que nos etiqueta, sí que nos cierra el resto de posibilidades. A mí me interesa que haya una mayor pluralidad, porque así, al menos yo, podré acceder a ese conocimiento.
Y contarlo.
Creo que es bueno que perdamos el miedo a contarlo. Hay un libro fantástico sobre el amor de Tolstoi que se llama ‘La felicidad conyugal’, que básicamente es la historia de un matrimonio que solo se quiere al principio y luego se estanca. Pero me gusta porque no romantiza el amor para toda la vida, sino que explica la experiencia de una pareja y muestra la pluralidad que hay dentro de las monogamias.
También hablas de las contradicciones a las que hacen frente ciertas mujeres cuando durante el sexo les gusta recibir violencia.
Esto me interesa mucho. Yo siempre defenderé que no quiero que me violen, sino que quiero poder decidir cuándo deseo que me asfixien, y para eso necesito conocimiento y consenso. Igual que no deseo realizar algunos actos, sí que quiero poder decidir qué dolor o qué placer recibo.
En ese sentido, defiendes que es necesario el conocimiento, pero también hablar. Unos temas que muchas veces se vuelven tabú en las relaciones…
Pero no deberían. ¿Cómo puede ser que con la persona a la que más queremos no tengamos la confianza para hablar de ciertas cosas tan íntimas? Quizá es porque no somos capaces de decírnoslas a nosotros mismos muchas veces. Y de ahí es de donde viene todo el problema.
A todas estas reflexiones llegas después de que tu compañero de muchos años te diga que se ha enamorado de otra persona, ¿cómo se encuentra la Luna de ahora?
Ahora vivo con mi hijo, algo que necesitaba, y me estoy separando de mi marido. Y creo que es sano hablar de esto también, de separaciones y de intentar mantener un cuidado especial. No quiero pensar que es una ruptura, sino una transformación. A eso es a lo que me ha llevado ‘Caliente’, a ser objetiva con lo que me está pasando, a reflexionar si es tan horrible. ¿Por qué estoy engrandeciendo una historia que es muy sencilla y llevando al extremo estos sentimientos? Ahora puedo contar que las lecturas que me han llevado a escribir este libro me han aportado tranquilidad.
Luna Miguel, Antonio J. Rodríguez y el feminismo
Junto al que fuera periodista de PlayGround, la escritora Luna Miguel reflexionó en exclusiva para Yasss sobre diferentes cuestiones que afectan a las mujeres, como la moda en la que se ha podido llegar a convertir el movimiento feminista o la pérdida de privilegios masculinos. Puedes verlo en este vídeo:
