Feminismo, personas trans y terfs: para entender lo que está pasando hay que mirar al movimiento desde dentro

¿Qué está pasando con el movimiento feminista? ¿De verdad se ha roto? ¿Siempre ha estado realmente tan unido? Para entender lo que ha ocurrido es necesario mirar al feminismo desde dentro y hacer un poco de memoria
Tenemos que entender que esto es un debate, un debate entre personas que han vivido y viven la misma opresión, con un mismo opresor en común: el heteropatriarcado
"Si pensamos solo en vaginas y úteros fértiles, nos estamos dejando a mucha gente fuera"
Durante estos últimos meses, la palabra 'terf' y el feminismo 'transexcluyente' no han parado de salir a la palestra. Resumiéndolo mucho muchísimo (por si alguien no tiene ni idea de lo que estamos hablando), el debate, directamente, ha puesto en duda la identidad de las personas trans y cuál era su lugar dentro del movimiento feminista.
Esta polémica ha hecho que el feminismo en redes sociales se vea como una especie de "batalla campal" en la que las feministas, que hace unos años estaban (algo) más unidas, de repente empezasen a discutir fuertemente entre ellas. De hecho, se convirtió en un caldo de cultivo para todos aquellos que, durante años, pusieron en duda y combatieron ferozmente sus argumentos, ahora lo viesen como una oportunidad para seguir rebatiendo el feminismo.
MÁS
Oleada de mensajes de apoyo hacia Elsa Ruiz: "Nadie cuestionó mi feminismo por nacer con vagina"
Hablamos con dos jóvenes trans de las polémicas declaraciones de J. K. Rowling: "Esconden transfobia"
Silvia Matos, creadora de Translingerie: "Nacho Vidal y su hija son clientes míos, gracias a ellos se normaliza ser transexual"
Pero qué pasa con el movimiento: ¿De verdad se ha roto? ¿"Cancelamos" el feminismo y "nos volvemos a fregar a casa"? ¿Siempre ha estado realmente tan unido? Para entender lo que ha ocurrido es necesario mirar al feminismo desde dentro y hacer un poco de memoria (y eso es lo que vamos hacer hoy en Yasss).
El feminismo no es un dogma, es un debate constante
Si no estás dentro del feminismo y el conocimiento que tienes de él es simplemente el que llega de los medios de comunicación, las redes, etc. y que ya ha sido digerido y aceptado por completo en la mayor parte de los ámbitos de la sociedad, es normal que pienses que se trata de verdades absolutas y que no hay debate alguno. Pero no es así. Vamos a explicarlo un poco más. ¡Permítenos hacerte womansplaining con un poco de 'feminismo para dummies'!

El feminismo no es sólo una libretita rosa de autoayuda en la que pone 'empowered'. El feminismo es una ideología (ojo, no ideología política) pero no un dogma. No hay una 'madre superiora del feminismo real™' que dicte las normas, o, al menos, no debería serlo.
Cuando eres una recién llegada, todo parece estar muy claro porque, a priori, todas queremos lo mismo, ¿no? Todas las mujeres queremos luchar por nuestros derechos y en contra de algo en común: el sistema heteropatriarcal en el que el hombre y la heterosexualidad prevalece sobre otros géneros y orientaciones sexuales y, por lo tanto, genera diferentes opresiones en sus distintos ejes.
El problema viene cuando esas situaciones u opresiones son muy diferentes para cada persona. Es ahí cuando te das cuenta de que el feminismo no es un dogma, sino un debate constante. Y como en todo debate, hay múltiples opiniones: situaciones personales diversas, experiencias de vida y opresiones que se ven acompañadas no sólo por el hecho de ser mujer, sino por el hecho de ser racializada, la clase social, la situación sexoafectiva o legal, las cuestiones reproductivas y de identidad y un larguísimo etcétera.
¿Qué es el feminismo interseccional?
Cuando el feminismo intenta abarcar todas estas cuestiones es cuando hablamos de la interseccionalidad dentro del feminismo o del feminismo interseccional, que es el que lucha por los derechos de todas las mujeres, pero sin olvidar que una mujer blanca, cisheterosexual, con poder económico y acceso a la educación tiene privilegios sobre las demás.

Una vez explicado todo esto, si ya es complicado englobar una única ideología como podría ser el antirracismo, por ejemplo, imaginaos dentro de un movimiento que tiene que dar cabida a colectivos tan variados como el LGTBI, el antirracista, la lucha por la conquista de los derechos sociales y civiles y todos los demás. Entonces, ¿cómo no vamos a discutir entre nosotras si el debate está presente cada día?
Digamos que hay sectores del feminismo que son mucho más flexibles a la hora de intentar integrar y dar voz a estos colectivos históricamente oprimidos y otros que se cierran en banda ante la posibilidad de que el sujeto social del feminismo se aleje lo más mínimo de la tradición: la mujer cis blanca heterosexual. Lo que tu bisabuela llamaría "la mujer normal", vaya. El problema es que tú ya no eres tu bisabuela, no le rezas a la Virgen del Carmen, ni llegas ídem al matrimonio y ahora sabemos que estas calificaciones no son un insulto, sino descripciones de una realidad.
En 2020 ya hemos tenido unos cuantos añitos para asimilar que el colectivo trans existe y que sus derechos no pueden ser negados simplemente porque su existencia niegue algunas cuestiones teóricas o dudas sobre la mesa, como las que planteaba Janice Raymond, principal figura teórica del feminismo transexcluyente, que en 1979 publicó el libro 'The Transsexual Empire'. En él, Raymond argumentaba que la transexualidad es una creación moderna y malvada que quiere apropiarse de los espacios de las mujeres y quitarles su poder. La escritora también decía en el libro que las mujeres trans son una mera consecuencia de la mirada masculina sobre lo que son las mujeres realmente y algunas personas, todavía se ciñen a esto con más fuerza de la que nos gustaría creer.
Si pensamos solo en vaginas y úteros fértiles, nos estamos dejando a mucha gente fuera
Que las personas racializadas tienen todo el derecho a abanderar sus luchas como mejor les parezca, que todas las personas blancas tenemos algo de racismo en nuestro pensamiento (que hay que revisar contínuamente y deconstruirlo) o que no sirve de nada ponerse flamenca ante las llamadas de atención de la gente que vive opresiones que tú ni has olido en tu vida… No es que "ahora todo el mundo oprima a alguien" ni que "esto parezca una carrera de opresiones", es que esas realidades siempre han existido y es ahora cuando por primera vez se empiezan a escuchar las voces de personas que en otro tiempo habrían sido silenciadas, esclavizadas, etc. Aquí es donde entra en juego la transfobia, el capacitismo (discriminación o prejuicio social contra las personas con diversidad funcional), el racismo y otras opresiones interiorizadas que cada cual tenga que revisarse como bien pueda.

Pero volviendo a lo de antes, ¿es esta situación tan excepcional? Vamos remontamos a Betty Friedan, reconocida feminista pionera de la segunda ola estadounidense, co-fundadora y presidenta de NOW (Organización Nacional de Mujeres) en 1966. Ella escribió 'La mística de la feminidad', libro considerado uno de los libros de no ficción más influyentes del siglo XX y que igual ha envejecido un poco regulero, pero que fue superrelevante para la situación del momento.
En este libro descubrimos que la exclusión (o 'gatekeeping') dentro del feminismo no es algo nuevo porque Friedan, que cambió los referentes de la sociedad en lo que a mujeres se refiere, también tenía sus propios sesgos o ángulos ciegos como cuando calificó a las lesbianas en su momento de "amenaza lavada".
Sí, en su día existió el debate sobre si las lesbianas podían formar parte o no del movimiento dividiendo el feminismo (este episodio de la historia se refleja muy bien en la serie de HBO 'Mrs. America') hasta que, finalmente, con el paso de los años y tras muchas discusiones, esto queda en una simple anécdota y en nuestros días nadie negaría que las lesbianas tienen que tener su sitio dentro del movimiento.
¿Qué es el feminismo transexcluyente?
En la actualidad, nos encontramos frente a una situación similar pero con el colectivo trans en la diana. Propuestas tan descabelladas como la de la prohibición de dejar entrar a las personas trans en los baños asignados a su identidad (¿pretenden que enseñemos los genitales a la entrada?), y la continua violencia con la que se ataca a personas vulnerables o a menores en redes sociales, nos dan una idea del nivel con el que se defienden ciertos bloques cuando ven amenazada su visión del mundo. En este sentido, argumentan que, incluyendo a las personas trans en el feminismo, se diluye el sujeto social: las mujeres.

Pero es que, si pensamos solo en vaginas y úteros fértiles, nos estamos dejándonos a mucha gente fuera: nos estamos dejando a gente que, al igual que las mujeres cis, viven la opresión por el mero hecho de no ajustarse a la norma. Que las personas trans formen parte del movimiento feminista no hace que las mujeres cis dejen de tener relevancia en él, simplemente incluye una historia más y una lucha más al debate de las personas que nos encontramos oprimidas por el heteropatriarcado.
Tristemente, el colectivo trans tiene una tasa de intento de suicido disparatada y un paro altísimo (actualmente ronda el 80%), debido en parte a que, como se puede intuir, se les obliga a tener un 'passing' o apariencia de ser cis total, si quieren ser contratadas. Y esto no está en manos de todo el mundo, depende de muchos factores como su situación económica, de salud y otras tantas.
Solo por arrojar algunas cifras para entender bien la situación: según un estudio realizado por Investigadores de la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio y el Instituto Williams de la Facultad de Derecho de la UCLA que analizaba los resultados de la Encuesta Nacional de Discriminación Transgénero, un 41% de las personas transgénero o de género no binario, habrían intentado suicidarse en algún momento de sus vidas (casi nueve veces el promedio nacional de Estados Unidos). Además, según un artículo en 'The Conversation', las personas trans tendrían 11 puntos porcentuales menos de probabilidades de trabajar en comparación con las personas cis y, según la LGTB Task Force, los trabajadores trans reportan desempleo al doble de la tasa de la población de Estados Unidos en su conjunto (14% vs. 7% en el momento en que se encuestó a los trabajadores). Y todavía tenemos pocos datos, porque por supuesto, el INEM no sabe quién es trans o no (ni tendría por qué saberlo).
Hay gente de izquierdas que ha decidido hacer política contra un colectivo que tiene:
— dgonzalezvil (@dgonzalezvil) 8 de julio de 2020
- tasa de intento suicido: 40%
- paro del 80%
- 50% ha ejercido la prostitución
- Un 40% ha sufrido abusos.
Esto no va de posmodernidad, sino de protejerlas.
Hacia un feminismo integrador
Somos conscientes de que ahora muchas personas tendrán muchas dudas. De hecho, hemos visto una y otra vez cómo algunas personas repetían en las redes frases como "Es que acaso no puedo hablar de mi vagina, de la que tantos siglos me han reprimido hablar?" o el clásico "Es que son hombres y es misoginia", entre otras. Desde nuestro punto de vista, y es lo que estamos intentando defender desde el principio de este artículo, es que el feminismo tiene que ser integrador y tienen que caber todas las historias, todas las realidades: tanto la de las mujeres cis, como la de las mujeres trans, racializadas, mayores, discapacitadas, etc.

Tenemos que entender que esto es un debate, un debate entre personas que han vivido y viven la misma opresión, con un mismo opresor en común. A veces, puede que no hagamos las cosas del todo bien y otras, lo haremos estupendamente y todas saldremos ganando, pero no podemos dejar de escucharnos. Que no podemos callarnos, ni mucho menos oprimirnos, las unas a las otras. No podemos ensalzar un único discurso feminista como único y hegemónico. Hay que escucharse, reflexionar e ir alcanzando las propias opiniones, mientras avanzamos en esta carrera de fondo donde pretendemos que todas lleguemos a la meta. Las enemigas no somos nosotras.