25 años de 'Friends': la serie que cambió mi vida y la de muchas personas

'Friends' comenzó sus emisiones el 22 de septiembre de 1994
Se convirtió en un éxito instantáneo en todo el mundo
Un cuarto de siglo después, sigue estando en boca de todos
Corría septiembre de 1994 cuando Rachel, Mónica, Phoebe, Chandler, Ross y Joey llegaban a la NBC. Nadie se podía imaginar la locura y el fenómeno fan que iba a suponer el día a día de seis amigos. Yo tan solo tenía dos años, pero no iba a pasar mucho más tiempo hasta que sus idas y venidas me llamaran la atención.
Recuerdo momentos de estar sentado en el sofá con mi hermano a las tres de la tarde. Poner el antiguo Canal+ en abierto y que sonara la mítica cabecera: I’ll be there for you, when the rain starts to pour… Mirar el reloj y ver que aún me quedaban algunos minutillos para ir al colegio—en esa época estaba en quinto o sexto de primaria—.Mi madre me llamaba para que me vistiera, pero yo me quedaba embobado viendo la caja cuadrada. De hecho, no sé por qué, me acuerdo perfectamente del momento en el que vi por primera vez el episodio en el que Chandler contrata a una limpiadora y Mónica cree que le ha robado los pantalones vaqueros y la ropa interior. También soy consciente del instante en el que los informativos de Canal+ anunciaron el final de la serie: "Friends se despedirá en la temporada 10, que en EEUU comenzará dentro de unas semanas". Y claro, bajón.

Sin embargo, ese comentario no era nada novedoso. El libro escrito por Kelsey Miller—y que todo fan de la serie debe tener—cuenta que la sexta temporada pudo ser la última, luego confirmaron que la novena lo iba a ser hasta que, in extremis, consiguieron firmar por una décima tanda que cerrara todas las tramas. Las condiciones de los actores fueron el sueldo—un millón de dólares por episodio—y que la temporada quedara en 18 capítulos en vez de en los 24 a los que nos tenían acostumbrados. Finalmente, Friends se despidió en mayo de 2004 frente a una audiencia de récord.
Qué significó en mi vida
Como he dicho, comencé viendo la serie desde muy pequeñito. Probablemente influido por mi hermano, de mayor edad. Poco a poco fui creciendo y me aficioné más y más. Hasta que en el año 2005 un periódico español empezó a vender cada fin de semana los DVDs de la serie. Mis padres me los compraron y yo hice la colección. Era un subidón de energía. Cada vez que llegaba el sábado, Friends. El domingo después de comer, Friends. Y el resto de la semana, a repetir los episodios—en esa época ver ficción por internet era un poco desesperante—. Los comenzaron a vender en invierno y por eso relaciono los episodios de las tres primeras temporadas con el frío, la nieve, la lluvia… Iba a mi pueblo—con cinco grados bajo cero—y me quedaba en casa viéndolos 24 horas al día junto a la chimenea. Por ello, cada septiembre comienzo a verla desde el episodio uno. Me tumbo en el sofá, me pongo una mantita y a disfrutar.
También recuerdo el momento de estar sentado junto a mi madre frente a la televisión, que Phoebe llamase a la puerta de casa de Mónica y que aparecieran ambas con los vestidos de novia. No nos paramos de reír durante un cuarto de hora, y no, no exagero. También soy consciente—y esto ya es el colmo de mi locura por Friends—de estar en una clase en el instituto e imaginarme el episodio en el que Chandler se escapa antes de casarse con Mónica. Repasaba en mi mente cada diálogo de cada escena. Y con la tontería podía estar en las nubes media clase.

El tiempo pasó y mi obsesión—en positivo—por Friends se hizo mucho mayor. De tener solo los DVDs de la serie pasé a tener la colección especial (sí, también en DVD e incluso en Blu-Ray), el trivial, el marco de la puerta del piso de Mónica y Rachel, el libro de Kelsey Miller que he comentado unos párrafos más arriba, el libro de la comida, una camiseta, una sudadera, un llavero, un póster bastante grande, fui al Friendsfest que montó Comedy Central antes de verano, ya he encargado el set de Lego… Y me paso el día viendo la serie.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Borja Odeu (@odeu) el 18 May, 2019 a las 11:45 PDT
Da igual que las compañías en streaming estrenen decenas de ficciones cada semana. Friends siempre está ahí. Friends te anima cuando estás triste. Friends te hace reír aún más cuando estás feliz. Friends te hace sentir mejor. Ver Friends con tus amigos es uno de los mejores planes para hacer un fin de semana lluvioso. Mi nivel de obsesión es tal que en algún futuro me gustaría organizar mi propio FriendsFest. Invitar a gente a mi casa, cocinar los platos de la serie y ver capítulo tras capítulo tras capítulo.
Las nuevas generaciones y las críticas
Sin embargo, y a pesar de ser una de las mejores series de la historia, no todo es comedia. Actualmente hay muchos jóvenes que se empeñan en criticarla por machista, homófoba, racista, etcétera. Y sí, tienen razón. Pero a pesar de ello, voy a romper una lanza en favor de Phoebe y compañía. Friends comenzó en 1994, una época totalmente distinta a la que vivimos hoy en día. En todas las series se hacían chistes sobre la homosexualidad e incluso sobre las mujeres. ¿Que Chandler se va a hacer las uñas? ¡Pues es un chico muy femenino, por lo que es gay! ¿Que Joey y él no paran de abrazarse? ¡Pues vamos a hacer algo masculino, como jugar al futbolín con unas cervezas! ¿Que Ben quiere una muñeca? ¡Pues Ross le regala un action man! Cierto es que estas tramas son bastante polémicas y a día de hoy no caben en una serie—ojo, que The Big Bang Theory es actual y no se le ha dado nada bien eso de la visibilidad—.
Pero nos sirve para echar la vista atrás y ver cómo ha cambiado la sociedad. En 2019 somos más conscientes de lacras como la violencia de género, somos más feministas, la homosexualidad está cada vez más aceptada, los comentarios racistas son muy criticados… Y un largo etcétera. Por lo general, en la mayor parte de países nos percatamos más de lo que sucede a nuestro alrededor, cosa que no sucedía en 1994. Ni siquiera en 2004, cuando acabó la serie. Por eso es bueno ver Friends y reparar en esas tramas. Si te resultan desfasadas, significa que hemos evolucionado.

Han pasado 25 años desde que los conocimos en el Central Perk. Ese momento en el que Rachel entra en el bar con el vestido de novia: "¡Y yo quiero un millón de dólares", grita Chandler. Un cuarto de siglo en el que la televisión ha cambiado mucho. Pero ellos continúan allí. En nuestras cabezas siguen yendo a tomarse un café, se reúnen en el piso de Mónica y Rachel, se intercambian las casas, se casan, se divorcian, tienen hijos… Como buen fan, he podido verme cada episodio unas 30 o 40 veces—salvo el último, lloré tanto que prefiero no comentarlo—y sigo sin aburrirme. Ross, Joey, Chandler, Mónica, Rachel y Phoebe son nuestros amigos. Y siempre lo serán.