La Dani: "Hasta que no empecé a hacer música nadie me había preguntado si era hombre o mujer”

La Dani es una cantante de reggaetón queer nacida en Málaga y acaba de editar su primer EP, 'Banana Split'
"Con quince años jamás pensaría que me iba a sentir así de cómoda con lo femenina que soy", dice La Dani
Currar y perrear. Arca y Niña Pastori. Canis y Educación Física. Maricones y Semana Santa. Gordos y fetiches. Género y metagénero. Camperos y arroz a la cubana. La Novia de Málaga y La Dani. Todos estos conceptos se relacionan entre sí en una divertidísima charla que hemos tenido con La Dani, cantante de reggaeton queer que cada vez está dando más que hablar. ¿No la conocéis? Pues la mejor forma de presentárosla es iros mostrando, poquito a poco, las sentencias que nos va soltando con mucho arte sobre multitud de temas.
“Tengo clarísimo que si alguna vez tengo mucho dinero, jamás voy a dejar de comer arroz a la cubana. Ni voy a dejar de comer camperos.” Daniel Fernández Pozo (Málaga, 1992), a.k.a. La Dani, llevaba tres años llamándonos la atención con la personalidad que desprendía en canciones como 'Ciudad del Vicio, 'Gordo y apretao' o 'Te Ronea', y por fin ha publicado su primer EP, el autoeditado 'Banana Split': siete canciones que son ejemplos de que el reggaeton también puede ir de un chico a otro, y que vienen influenciadas por gente como Lorna o Ivy Queen, hasta el punto de que nos explica que sin ellas este disco no existiría.
MÁS
Poco después del lanzamiento de 'Banana Split' se anunciaba su fichaje por Subterfuge Records (compartiendo sello pues con Anni B Sweet, Samantha Hudson, Soledad Vélez o La La Love You) y podíamos ver el videoclip del lead-single del disco, 'Dew', cargadito de iconografía religiosa. “Aunque no sea creyente, he nacido y me he criado en eso, esa iconografía forma parte de mí como de tanta gente, y no le estoy faltando el respeto a nadie ni me estoy equiparando con la Virgen... ¡si alguien me llama La Novia de Málaga es porque quiere hacerlo!” explica a Yasss medio en broma cuando le hablamos de la controversia generada hace poco por un cartel de Adelante Andalucía que fusionaba a la Virgen Macarena con La Veneno (por medio, amenazas de denuncia y hasta de muerte). Luego coincidimos: “si no fuese por los maricones, dime tú la Semana Santa”.
Si alguien me llama La Novia de Málaga es porque quiere hacerlo
Una artista polifacética
No teme a los charcos en una charla que mantenemos en lo que llamaríamos “un día de promo” si no fuese porque, en su caso, el curro es el triple: “me estoy quedando calva haciendo los videoclips y doblando turnos en la tienda a la vez”. Está acostumbrada a usar eso que se llama “tiempo libre” para lo relacionado con su carrera como artista, aunque la gente pueda tener una percepción errónea sobre su día a día si se basa en sus canciones: “a ver, yo he fumado porros, voy a comer camperos, soy una cerda, me encanta el sexo, me encanta bailar, me encanta salir, pero todo esto no es así todo el tiempo. No dejo de ser dependienta y de trabajar de lunes a sábado. Las letras son cotidianas y reales, pero tienen un toque de fantasía, claro, si no, no tendría sentido”.

“La Dani no es un alter ego, La Dani soy yo, pero creo que el espectador tiene que hacer una lectura de que todo tiene su momento y su lugar... yo no soy 'tan moranca'. O sea, o sí lo soy, pero no todo el tiempo”. Sí que es cierto que el subirse a un escenario y poder jugar con las performances le ha servido como vehículo para expresar aspectos que ahora sí están “justificados”: “siempre debería estarlo, yo no debería justificar ponerme un vestido o unos tacones, pero tú sabes... no es cómodo ir a comprar el pan con tacones, pero no precisamente porque me duelan los pies de los tacones, sino porque no son cómodas ciertas miradas”. Miradas que puede haber también ante lo explícito de sus letras de reggaeton, pero que no las hay (o mucho menos) ante lo explícito de las de Bad Bunny: “no choca que un tío diga que quiere jalarle del pelo a una tía mientras se la empotra, pero esto sí... pues a mí lo de “tú te mojaste pa’ que yo me bautice” me parece lo más, pero, ¿por qué yo no voy a hacerlo? Soy una persona igual, y vivo mi sexualidad libre y explícitamente”.
No es cómodo ir a comprar el pan con tacones, pero no porque me duelan los pies de los tacones, sino porque no son cómodas ciertas miradas
La Dani habla de sexo, además, superando tópicos y tabúes. Uno de ellos lo vimos ya en 'Gordo y apretao', canción que sigue sin entender por qué extraña tanto: “es como 'ohhh, le gustan gordos, le gustan 'pelúos', ¿eso cómo va a ser?' Pues chica, qué cosa más rica. No solo me gustan gordos, pero si así fuese, ¿es una filia? Pues tendría exactamente el mismo 'fetiche' que la persona a la que le gustan solo bronceados, altos, delgados, etc. También te reconozco que ya me da vergüenza cuando me preguntan por esto, porque si fuese un chico gordo pensaría '¿esta niña tiene que estar en cada entrevista hablando de nosotros?'”.
Otro tópico que vuela por los aires en sus canciones es lo referente a los roles sexuales y todo aquello que está en el imaginario colectivo -nunca mejor dicho- sobre cómo debe ser el sexo entre dos chicos. “La penetración está sobrevalorada”, explica La Dani, que además comenta lo absurdo de que ésta se relacione con lo “macho” (“¿quieres que esta nena te la met*?” es una de las frases estrellas de 'Metatrans'): “El hombre femenino es el pasivo, 'la pasiva', que fíjate cómo se usa el femenino para ridiculizar, porque el activo es el machote y el guay. Todo tiene esa raíz de patriarcado contra la que hay que luchar.”
La masculinidad está sobrevalorada
“El disco se podría haber llamado perfectamente 'Metatrans', me encanta lo que representa y cómo me río de la masculinidad, etc. Estoy muy contenta con el disco, con la canción, con La Dani de 28 años. Yo con 15 jamás pensaría que me iba a sentir así de cómoda con lo femenina que soy”.
Y es que hablar de 'Metatrans' nos lleva a hablar de género, especialmente teniendo en cuenta que Dani declaró hace poco ser género no binario y usar pronombres tanto masculinos como femeninos. “Yo no sentía la necesidad de definirme, y hasta que no empecé a hacer música nadie me había preguntado si eres hombre o una mujer”, cuenta. “Siempre he sabido que no era una mujer, siempre pensaba 'estoy bien como estoy', simplemente quiero ponerme este sujetador o este vestido. Pero también decir que soy 'UN HOMBRE' pues me chirria.... no sé, siempre he dicho que soy “un maricón pintao”, pero quizás eso tenía mucho de no binaria, solo que yo no tenía información ni referentes donde verme reflejada. Es un concepto que aún no tengo interiorizado y me cuesta un pelín, pero creo que me lo debo también, por todas esas veces que me he masculinizado con tal de acostarme con un tío o gustarle a alguien. Toda la vida me he sido un maricón y sigo siendo un maricón, solo que ahora me entiendo como no binario. Es que, si te fijas, incluso de las mujeres y hombres trans se exige una binariedad: 'estás en transición', a lo mejor no estoy transitando a nada, ¡si yo tengo el tránsito divino! O 'cuando termines tu transición', ¿qué significa? ¿Ponerte una vulva? ¿Que se te lea perfectamente como una mujer binaria? No sé.”
Lo del género no binario aún no lo tengo interiorizado y me cuesta, pero me lo debo por todas esas veces que me he masculinizado por gustarle a alguien
Recordando esa adolescencia de “maricón pintao”, y repasando una entrevista en la que La Dani comentaba que siempre se había sentido más identificado con una chica cani que con una pija, hablamos de la complicidad entre chicos maricas y chicas canis (como buena malagueña, Dani dice merdellona [según la RAE dicho de una persona vulgar u ordinaria], y ambas estamos de acuerdo, en que preferimos cani o merdellona a choni, “tiene un rollo despectivo”). ¿De dónde viene esa unión? ¿De jugar al badminton juntas en el instituto en Educación Física?
“Efectivamente a los gays nos encanta Bad Gyal y nos encantan unas uñas largas, un pelucón, toda esa estética, pero no sé decirte de dónde viene porque yo no es que me sienta más o menos identificado, sino que yo era y soy esa merdellona. Quizás si me hubiese criado en otro sitio no, pero es algo que yo no he elegido... ay, no lo sé, me ha tocao, me ha tocao. Es muy guay lo que me acabas de decir, tendría que pensarlo más, pero efectivamente a los maricones les encantan las merdellonas, las merdellonas siempre han defendido a sus amigos gays, y yo no tengo ni idea de dónde viene eso. Creo que es porque tanto ellas como nosotros somos guays. Y punto”.
Conocer a tus ídolos
La época tan extraña que estamos viviendo no es desde luego la idónea para presentar en directo un disco de reggaetón, y más cuando aún te estás dando a conocer. Por eso La Dani está tan agradecida a la Sala Maravillas de Madrid y a Samantha Hudson, que fue quien la recomendó para dar bolos allí. La pregunta es inevitable, y más siendo compis de sello discográfico: ¿se avecina colaboración? “Me encantaría hacer algo con Samantha, pero tanto como un dúo Shakira-Beyoncé no sé, porque ahora mismo hacemos cosas muy distintas y no me lo imagino. Pero en otros aspectos claro... me encanta actuar con ella en la Maravillas, me encanta comerme una tortilla con ella, y la canción de Chicote me parece, de verdad, una de las canciones de amor más bonitas que se han escrito jamás”.
Vuelve a tener palabras de agradecimiento para Samantha cuando le pregunto después por la foto que subió con Arca: “no quiero ir de flipada diciendo que 'conozco a Arca', más bien coincidí con ella y Samantha me la presentó”. La Dani me cuenta que está comiendo en Oh Romero Verde, su bar de confianza, cuando entra Samantha con varias amigas, entre las que estaba Arca. “Me recordó a cuando coincidí con Niña Pastori, tienen un aura similar. ¡No, en serio! Estos años he conocido a mucha gente que admiraba de niño, pero hay dos veces que me he quedado especialmente impresionada, una fue con Arca y otra con Niña Pastori”. Y el encuentro con Niña Pastori tampoco decepciona: “coincidimos en un ascensor en una fiesta temática de 'Arde Madrid'. Yo iba vestida de torera desnuda, muy 'fuerta', se abre la puerta, y aparece Niña Pastori con Paco León. Y qué presencia, Pablo. Una presencia que creo que solo he visto en ella y en Arca.”

¿Pero será La Dani consciente de su propia presencia? “En mi grupo de amigos soy yo el que cuando hay una situación incómoda va a resolver la papeleta de buena onda o lo que sea. Es como que me adapto mucho al medio”, me cuenta en otro momento, y mientras transcribo esto pienso en una publicación de Instagram suya donde, bajo una foto de peque, Dani dice que está “muy feliz de poder hacer lo que he deseado toda mi vida, de ser quien he querido ser desde chica”. A veces es muy delgada la línea entre adaptarse al medio y engañarse a uno mismo. Poder expresarte y ser tu versión más real, dejar al “medio” en un segundo plano. Por eso es maravilloso que Dani sea capaz de adaptarse al medio, y a la vez sea capaz mirar a esa foto, sonreír y tener claro que, si ese mini-Dani pudiese devolverle la mirada, también sonreiría. Y (qué duda cabe) perrearía 'Banana Split' enterito.