Que Pablo Alborán diga que es homosexual es importante para muchos: "Para cambiar la realidad, hay que verbalizarla"


En los pocos minutos que dura el vídeo que subió ayer a sus redes sociales, Alborán pasó a ser un valiente para unos y una decepción para otros
Que una figura pública viva visiblemente su diversidad siempre será positivo
Para esos niños que por primera vez han oído a alguien admirado reconocerse gay, ayer fue un gran día
Pablo Alborán es uno de las artistas más célebres y celebrados de España. No es de extrañar que, tras expresar abiertamente que es homosexual, se haya convertido en el tema de conversación de personas dentro y fuera del colectivo LGTBIQ+.
Como siempre, las cosas parecen distintas desde el punto de vista desde el que se miran. En los pocos minutos que dura la publicación que subió ayer a sus redes sociales (y que puedes ver en el vídeo de apertura de este artículo), Alborán pasó de ser un valiente para unos a una decepción para otros. Hay quien critica que haya hecho pública su orientación sexoafectiva, alegando que pertenece a su vida privada, y hay quien asegura que detrás de este movimiento hay una estrategia de marketing.
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La vida amorosa y sexual de cada uno pertenece a su esfera íntima. Es lo que vienen a decir aquellos que aseguran no necesitar saber si un artista es gay o no. El problema viene de que, en una sociedad heteronormativa, a todos se nos presupone la heterosexualidad. Evidentemente, con qué hombres en concreto se acueste Pablo Alborán no nos interesa, pero su salida del armario rompe con esa heterosexualidad predispuesta para todos. Que una figura pública (sea cual sea su nivel de proyección) viva visiblemente su diversidad siempre será positivo.
La discriminación por orientación e identidad de género se sufre en el trabajo, en la calle, en la familia e incluso con uno mismo
Porque además, no necesitas acostarte con nadie por ser discriminado por quien eres. Cuando un niño llama maricón a otro en el colegio, o cuando se sigue llamando por su nombre anterior a alguien trans, nada tiene que ver la vida sexual de esas personas. La discriminación por orientación e identidad de género no empieza ni acaba en el dormitorio: se sufre en el trabajo, en la calle, en la familia e incluso con uno mismo. La diversidad sexual debe ser pública porque existe, no porque se materialice en un compañero o compañera de cama.
La mayoría de las canciones están escritas en hetero, por hetero y para hetero. Así que no vengáis con que “yo no voy anunciando mi sexualidad por ahí como hace Alborán”. Lo haces. Es algo cotidiano, sistemático y estructural. Vosotros aún sois “lo normal”.
— Rubén Serrano (@RubenSerranoM) 17 de junio de 2020
En este sentido, suenan a menudo palabras bienintencionadas como “no debería ser noticia que un cantante haga pública su homosexualidad”. La realidad es que, en una sociedad donde el 43% de los menores LGTBIQ+ que sufren bullying se plantean el suicidio, estamos hablando muy poco sobre diversidad. Necesitamos que haya muchas más noticias y debates sobre esto. Para cambiar la realidad, lo primero que hay que hacer es verbalizarla.
Del armario al juicio
Una salida del armario, se produzca cuando y como se produzca, no debería ser objeto de juicio. Cada uno habla de su homosexualidad como puede y cuando puede. Además, la salida del armario normalmente inicia el camino hacia la aceptación propia, no es ni mucho menos el punto final. El viaje que lleva a ese momento es casi siempre penoso y solitario. Uno detecta que no es heterosexual y/o cisgénero muy pronto, pero poder ponerle palabras y vivir acorde a quien uno es realmente es un gran reto; uno que a veces ni siquiera se consigue.
Algunas voces dentro del colectivo reclaman que Pablo Alborán debería haber comunicado antes su homosexualidad o haberla hecho más explícita en sus canciones. Probablemente él hubiera estado más liberado y su aportación habría sido muy valiosa. Pero a nadie se le puede juzgar por las expectativas que nosotros depositamos en ellos. No hay ningún motivo para que esa visibilización (que tímidamente quizás comenzó al cantar el 'Sobreviviré' de Manzanita en la última gala de los Goya) que ahora comienza valga menos que ‘lo que puedo haber sido y no fue’.

Hay quien va más allá y echa en cara al cantante la posición ultraprivilegiada desde la que sale del armario: es exitoso, es blanco, es rico, es guapo… La suya será con toda probabilidad una experiencia de la homosexualidad muy alejada de las personas que además tienen que lidiar con la pobreza, la discriminación racial o la identidad de género disidente. Pero eso no invalida o no debería invalidar su aportación como figura visible dentro del colectivo: esta es su aportación posible, aunque no sea la ideal.
Una salida del armario, se produzca cuando y como se produzca, no debería ser objeto de juicio
En esa realidad que hay que verbalizar para poder cambiar, incluso una estrella de la música en las cumbres más altas del privilegio necesita diez años de carrera a sus espaldas para poder hacer pública su condición sexoafectiva (los futbolistas ni nos lo planteamos). Las presiones personales, industriales y de su público pueden haber convertido el camino hacia la aceptación de Alborán en farragoso. Cualquiera que lo haya transitado, desde su individualidad, no debería atreverse a juzgarlo.
Salir del armario cuando y como se puede
Para quienes se toman el activismo como una competición, la declaración de Alborán llega tarde y mal. Tarde porque no pone en juego su carrera (como si la culpa de tener que elegir entre honestidad y éxito fuera suya y no del sistema) y mal porque el tono que ha empleado parece más la confesión de un delito o el anuncio de que se padece una enfermedad. Pero si uno se fija en cómo ha retratado el cine y la televisión el momento de salir del armario, casi siempre es así. Pablo Alborán no es el primero ni será el último.

De nuevo: uno sale del armario como puede. A veces, uno sale del armario cuando menos se lo espera, fruto de una imperiosa necesidad y de un hartazgo que no dan más de sí. Lo que sí tienen en común todas las salidas del armario es que suponen el momento en que todo empieza a ser más fácil. Aunque el mundo vaya en tu contra, la paz interior y la sintonía con quién eres pesa mucho más que el criterio ajeno.
Pablo Alborán ha tenido hoy un gesto muy valiente. Que diga que jamás ha sufrido discriminación cuando ha necesitado 10 años para decir públicamente que es gay debería hacernos pensar en lo interiorizada que tenemos la discriminacion, la homofobia y el silencio
— David Noriega (@David_Noriega) 17 de junio de 2020
Para Pablo Alborán sin duda ayer comenzó una nueva etapa en su vida. Esperemos que su liberación alcance también aquellos hogares donde la homosexualidad no se debate a no ser que alguien del alcance de este cantante le ponga voz y cuerpo. Para esos niños, niñas y niñes que por primera vez han oído a alguien admirado reconocerse gay, ayer también fue un gran día.