Rubén Serrano, sobre el maltrato al colectivo LGTBI: "Ya era hora de empezar a hablar de quién pega, quién acosa"

Rubén Serrano analiza cómo las cosas "no están tan bien" para el colectivo LGTBI+ a través de 33 testimonios que justifican el título de su libro
A raíz del impacto del movimiento #MeQueer en España, que el mismo autor promulgó, se unen en este texto de forma coral las principales reivindicaciones del colectivo
"No quería que fuese un libro más de hombres gays hablando bajo las siglas LGTBI+. Tenía que ser diverso"
Sin llevar ninguna expectativa pero con la palabra compromiso todo el tiempo en su cabeza, Rubén Serrano ha hecho un trabajo duro de periodismo y activismo en su primer libro 'No estamos tan bien' de la editorial Temas de Hoy.
Desde la acogida del movimiento #MeQueer en España que él mismo impulsó en las redes y que empezó por un tuit en el que el autor hablaba de la discriminación que había sentido por ser del colectivo LGTBI, todo cambió. A su mensaje se sumaron miles de personas para contar sus experiencias 'dentro del armario', los miedos, la indiferencia de la sociedad, el acoso, violencia o agresión por ser simplemente gays, lesbianas o trans. A partir de ese momento y viendo que sí podía haber un espacio en el que estar a salvo, este alicantino afincado ahora en Barcelona supo que tenía que seguir dando voz a muchas historias y no solo a las de unos pocos. Tenía claro que su relato tenía que ir más allá del de los hombres gays, blancos y cis porque el recorrido de los que nacen, crecen y viven fuera de la norma es mucho más diverso.
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Hace ya varios años iba por la calle con mi madre y un señor que pasó por nuestro lado soltó en voz alta “qué maricón”. Fue muy humillante y me hizo sentir hasta vergüenza de mí mismo. Mi madre guardó silencio, no supo qué decir. Eso sí fue violencia. #MeQueer
— Rubén Serrano (@RubenSerranoM) 24 de agosto de 2018
De esta forma surge una obra polifónica, de 33 testimonios en los que se habla de discriminación y maltrato en distintos escenarios que afectan en su totalidad al colectivo LGTBI+. Desde gays y lesbianas hasta a personas intersexuales, bisexuales, trans, de género no binario o queers. Todas las realidades quedan representadas, así como muchos de sus condicionantes sociales: inmigrantes, mujeres marginadas, el problema de la raza, la clase social o las diversidades funcionales. Todos y cada uno en este libro quedan reflejados.
Y dentro de este relato coral, el propio Rubén se despoja de sus miedos y cuenta también su propia historia para demostrar que esta herida es de todos y que sigue sangrando por mucho que pase el tiempo para los que se callan y creen que en la lucha siguen estando solos.
Pregunta: Tu libro nos llega en mitad de una pandemia para hacernos reflexionar mucho, ¿cómo está siendo la acogida de la gente que ya lo ha leído? ¿Qué tipo de mensajes estás recibiendo?
Respuesta: La verdad es que estoy feliz. Yo iba con la expectativa de ir sin expectativa y que todo lo que viniese sería bueno, pero todo lo que estoy recibiendo es mucho más que eso. Los mensajes que me están llegando son de agradecimiento por contar las historias de muchos, por hacer que muchas personas se identifiquen con estos testimonios. Es todo muy fuerte. Yo que pensaba que no iba a tener tan buena acogida y mira... ¡Estoy recibiendo fotos de gente que lo compra en Tenerife, en Cáceres o en mi pueblo! Quiero pensar que había muchas ganas de encontrarnos, de salir de ese aislamiento que creemos que tenemos las personas LGTBI.
¿Cuál era el objetivo que tenías todo el rato en mente y que querías que quedase bien claro desde el principio de 'No estamos tan bien'?
Por un lado demostrar que las personas LGTBI+ no están solas ni viven en un aislamiento continuo aunque eso es lo que crean. Mucha gente está viviendo esas mismas situaciones en este preciso momento y tiene que haber un punto de encuentro para que lo vean. Eso por un lado, y por otro, es un libro que quiere poner la responsabilidad también en las personas que nos agreden. En 'No estamos tan bien' muestro actos de violencia que se cometen en la sociedad porque por supuesto que hay que hablar de víctimas, pero también ya es hora de empezar a hablar de quién pega a las personas LGTBI, de quién las acosa. ¿Qué pasa cuando tu compañero de clase o la chica que va en el metro es tu agresor? Hay que empezar a contar eso porque no es nuestra culpa la violencia en la que vivimos.
La inquietud de alzar la voz por los demás siempre la has tenido como impulsor del movimiento #MeQueer en nuestro país, ¿a raíz de los testimonios que surgieron ese día en las redes se fraguó la idea de este libro?
Sí que es cierto que en este libro hay un principio de lo que sucedió ese día de agosto del 2018 con el movimiento #MeQueer. Aquella noche me la pasé entera copiando tuits en una hoja de Word porque no quería perder ningún mensaje y quería investigar lo que sucedía. A las pocas semanas empezaron a llegarme propuestas para hacer un libro de lo que supuso ese impulso en las redes, lo que pasa es que la idea que yo estaba cocinando era la de hacer un libro con testimonios de denuncia colectiva y no quería que fuese solo del movimiento #MeQueer porque todo hubiese sido muy sesgado entonces. ¿Por qué digo esto? Pues porque la mayor parte de los mensajes y testimonios que en Twitter se dieron fueron de hombres blancos, gays, cis con acceso a Internet. Vamos, lo que viene siendo un patriarcado de raíz pero llevado al mundo LGTBI. ¿Dónde estaban las mujeres lesbianas? ¿Y las trans o los bisexuales? ¿Qué pasaba con las personas racionalizadas? ¿O los inmigrantes? ¿Dónde estaban todos ellos representados? Y a partir de esa pregunta me propuse ir a los márgenes para que el libro fuese verdaderamente LGTBI+. Me preocupaba y, de hecho, me llegó a obsesionar la idea de que tenía que ser diverso. Tenía claro que no quería que fuese un libro más de hombres gays hablando bajo las siglas LGTBI+.
Has demostrado que la discriminación histórica que ha sufrido este colectivo sigue presente a día de hoy con muchos ejemplos y en diferentes ámbitos, pero ¿en qué crees que se han conseguido conquistas y en qué otros aspectos seguimos muy perdidos?
Creo que la conquista a remarcar en negrita, que se puede subrayar y poner en cursiva si hace falta es que ahora somos más visibles y eso es completamente maravilloso. Yo recuerdo que cuando tenía 16 años no tenía casi referentes gays salvo el personaje de Fer en la serie 'Física o Química' o de Jesús Vázquez porque en la escuela o en casa no había ejemplos. La carga de que que todos somos cis y heteros siempre ha sido demasiado grande y es por ello que para nosotros es una gran conquista ver que nuestra realidad existe y que esa invisibilidad tan arraigada puede ir desapareciendo. A eso por supuesto hay que sumar otros derechos básicos que también se han ido ganando como el poder casarnos, adoptar o en el caso de las personas trans que puedan cambiar parte de su documentación en el registro civil. Esos son conquistas desde luego, pero hay que decir que todo eso no sirve absolutamente de nada si nos siguen pegando, si se mantiene el acoso o la misma ultraderecha nos señala desde el Congreso con el dedo, si en ciertos sillones académicos del feminismo hacen lo mismo o en determinadas tribunas de medios de comunicación atacan sin miramiento a las personas trans o a todo lo que se sale de la norma estándar. Siempre se opina desde posiciones de poder, comodidad y privilegio sobre vidas que están totalmente apartadas ya. Con todo eso por delante parece que hay mucho en lo que todavía avanzar y, de hecho, se está viendo un retroceso abismal en derechos de personas trans y parece que con tanto debate se nos olvida que estamos hablando de vidas de personas.
Me pregunto mucho en qué momento pasé de ser el chico gordo y maricón de clase a firmar libros a gente que quiere que se lo firme.
Todas las historias del libro son un bofetón de realidad. En total, 33 testimonios y seguro que contactaste con muchos más, ¿cómo fue la elección de esas personas y sus problemas?
Gracias por hacerme esta pregunta sobre el proceso de creación. Te diré que fue algo intuitivo, no iba con un patrón claro sobre qué historias tenían que estar dentro, pero sí que sabía que en el libro tenían que aparecer los escenarios en los que más nos sentimos agredidos: la casa, la calle, la escuela y el trabajo en un principio. Después, y a partir de escuchar a las personas aparecieron otros espacios más orgánicos. De sesenta testimonios, me quedé al final con treinta y tres buscando sus problemas y de ahí surgió la idea de hablar de las personas intersexuales, de lo que supone adoptar a un niño o niña trans en España o la bofetada de lo que vivieron Silvia Reyes, Antonio Ruiz y Paulina durante el franquismo. Fue ir creando un puzzle con todo y mi idea era la de acompañarles, que hablasen mientras yo intercalaba todo eso con mis reflexiones.
¿Hubo alguna de las historias en la que te implicaste directamente para ayudar que te dejó especialmente tocado?
Pues sí hubo muchas entrevistas que me dejaron destrozado. Recuerdo dos o tres con las que lloré mucho. Por ejemplo, las historias de Teresa y de Camila, dos mujeres refugiadas que salieron de su país porque no podían ser allí totalmente libres y cuando llegaron aquí tampoco lo fueron. Esas dos me atravesaron porque vivieron todo tipo de violencia: primero en casa con sus padres y después también en el trabajo. En el caso de Teresa me duele solo recordar cómo me contó que su padre la maltrataba y como la llegaron a secuestrar en su ciudad solo por ser trans. Ella lo hablaba de una manera tan templada que parecía ficción y no realidad. Yo creo que era un recurso para anular el impacto que esto le había creado, para sobrevivir, pero a mí me dejó muy tocado. También están las historias de Álvaro y la de Javier en la escuela que me hicieron remover los episodios de acoso escolar que yo también viví en el instituto. Resulta que eran cosas que yo pensaba que tenía olvidadas y superadísimas, pero no y es curioso escuchar que las mismas palabras que me decían a mí también las soportaron aquellos chicos. Realmente es fuerte pensar que ahora mismo eso le puede estar pasando exactamente y de la misma forma a otra persona.
¿Has llegado a recibir algún mensaje de perdón por el acoso que sufriste?
Sí, no hará muchos meses que me escribió un profesor de matemáticas que tuve en el instituto disculpándose porque desconocía que hubiese vivido acoso en las clases y me dijo que sentía no haberlo visto a tiempo y no haber estado ahí apoyándome. Fue algo bonito porque el perdón no es algo que yo persiguiese a título individual. Creo más bien que es algo que perseguimos todos a nivel social tanto las personas del colectivo LGTBI, como las mujeres que luchan por la igualdad o todos los que pelean en el movimiento antirracista. Es reconocer las violencias que nos pasan y ver también quiénes nos las hacen. Y desde luego que es difícil y que hay que estar preparado para contarlo, pero es muy necesario poner estas realidades sobre la mesa para que todo esto se conozca. Es duro ver que la violencia pasa ante los ojos de todos y no se hace nada al respecto.

Tú has experimentado cómo las redes sociales pueden dar un golpe digital el día que pusiste el hashtag #MeQueer, ¿piensas que estas pueden ayudar a cambiar muchas cosas si salen de ahí más denuncias?
Te diría que hay una doble vertiente. Por un lado está esa parte más oscura de las redes, en las que vemos que son un nicho de odio descontrolado, de señalamiento, acoso, hostigamiento y de verdades absolutas, pero al mismo tiempo son también ese espacio maravilloso, seguro, de reunión, de abrazo colectivo para las personas LGTBI y que curiosamente no lo tenemos fuera. Porque sí, aunque hay asociaciones que fomentan los encuentros, por lo general, las personas LGTBI no nos reunimos para hablar y contarnos cómo estamos. Eso es una consecuencia heredada de tantos años de invisibilización vividos. Por eso creo que el mensaje y el sentimiento de unión que pueden dar las redes sociales es precioso, sin olvidar nunca su doble cara: también son un espacio común para que que reúnan otros grupos. Por ejemplo, para que los fachas también se encuentren.
¿Te podías llegar a imaginar que serías un referente y una voz para todos aquellos que en algún momento han sufrido maltrato o discriminación por su condición sexual?
La verdad si te soy sincero es que me sigo creyendo que nadie todavía me conoce y me sorprende que me escriban felicitando o diciendo que les ha ha encantado mi libro. Me pregunto mucho en qué momento pasé de ser el chico gordo y maricón de clase a firmar libros a gente que quiere que se lo firme. Eso tiene que ver con la sensación que tenemos arraigada de pensar que es imposible alcanzar algo cuando se es gay, lesbiana, la persona bi o trans, o también un binario o queer en tu pueblo. Por suerte muchas de esas barreras las estamos rompiendo.
Y, después de este trabajazo, ¿qué nuevo reto tienes en mente? ¿Quizá un documental?
Un documental estaría super bien o una serie o, ¡hasta una película! Sería maravilloso. ¡Por soñar que no quede! Pero ahora mismo lo que necesito realmente es descansar y me encantaría darme un miniapagón de las redes porque noto que estoy todo el día ahí. Estoy metido en ese scroll infinito de Twitter e Instagram y en todo esto que me ha exigido mucho esfuerzo personal. Pero no te digo que no sería una idea genial lo de un documental a futuro, además la parte más difícil que es recopilar todo el material, ¡de eso ya me he encargado! (risas).