Nunca es tarde, señora: Ana Belén Rivero te anima a aceptar con humor que ya tienes una edad

¿Por qué nos sentimos tan mal cuando nos llaman "señora"? ¿Por qué nosotras nunca nos referiríamos a nosotras mismas como "señoras" porque... ¡es que no lo somos!? ¿Por qué queremos ser jóvenes eternamente? ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que ya no nos vale nuestra camiseta de las Spice Girls porque cuando nos la compramos teníamos 14 años y ahora tenemos 32? A estas y otras preguntas de igual importancia ha intentado dar respuesta la ilustradora Ana Belén Rivero en su nuevo libro 'Señora'.
Las mujeres no podemos ser muy altas. Ni muy bajas. Ni muy gordas o muy feas. Ni muy listas, ni muy aburidas. Ni muy libres, ni muy estrechas. Pero si algo no podemos ser las mujeres es viejas. Bueno, sí, sí podemos. La sociedad nos da un respiro: puedes ser vieja cuando ya te hayas casado, hayas parido unas cuantas veces y tus hijos ya estén encaminados.
En realidad todo esto es mentira. Las mujeres pueden ser lo que les dé la gana. Lo que pasa es que, si lo hacen, si deciden vivir según las normas que les salga de su propio chichi y no según aquellas que la sociedad lleva imponiéndoles durante siglos, lo que van a tener que ser las mujeres es más fuertes que un cocido completo con poste para poder aguantar la cantidad de mierda que les van a soltar encima.

Por suerte para nosotras, las mujeres que no vamos a hacer lo que tú esperas de nosotros, sorry not sorry, de vez en cuando recibimos alguna palmadita en la espalda que nos anima a seguir adelante, luchando contra señoros y señoronas.
La úiltima palmadita que yo he recibido se llama 'Señora', y es el último libro de Ana Belén Rivero (una mujer superválida que no solo saca sus propios libros sino que además ilustra los míos). Leer 'Señora' no solo te aporta un rato divertido, que en estos tiempos que corren ya es algo muy grande, sino que te reconcilia un poquito más contigo misma.

Porque aunque vayamos de tías fuertes, de tías libres y de tías guays (porque lo somos), a veces también nos presionamos a muerte a nosotras mismas, o nos machacamos creyendo que por pesar 3 kilos más estamos peor. 'Señora' alivia los síntomas de la autoexigencia y la falta de autoestima.
Quise charlar con Ana Belén Rivero sobre este libro porque se nota que es una obra de señora experimentada, que ya tiene edad de haber aprendido de la vida y por lo tanto está más que cualificada para dar consejos. O para poner su propia historia en viñetas para que el resto las podamos leer, sentirnos identificadas y reírnos de nosotras mismas.
Hablé con ella por internet, porque si le digo cara a cara que ya tiene edad para dar consejos me hubiera matado en ese mismo instante y la verdad es que aprecio bastante mi vida.

Yo: ¿Por qué duele tanto que te llamen señora? ¿Por qué nos produce tanto rechazo este término?
Ella: Porque es un pinchacito en nuestra burbuja de eterno adolescente y, como con la capa de ozono, pinchacito a pinchacito el agujero de la vejez se hace más grande.
Yo: ¿Quiénes son para ti SEÑORAS con todas las letras y con mayúsculas?
Ella: Las mujeres que llevan su vida como le sale del mismísimo y que no piden ni permiso ni perdón.
Yo: ¿Aceptarte como señora es el principio del fin de la crisis de madurez?
Ella: Imagino que sí, todavía estoy en ello. Pero es que tampoco estoy muy de acuerdo con que exista la crisis de madurez. Hoy en día se le achaca a todo el que no se comporte de un modo determinado y personalmente creo que deberíamos vivir menos pendientes de lo que hacen los demás y disfrutar más de los pocos días que nos quedan en este mundo.
Yo: ¿Una señora se puede equivocar? ¿Puede hacer algo mal públicamente una señora?
Ella: Una señora debe equivocarse porque antes que señora es humana. Al haber sido educadas como “Señoritas” hemos crecido con el lastre impuesto de que tener que ser complacientes, discretas y femeninas. Si algo bueno tiene hacerse mayor es que, si bien el miedo no desaparece, de tantas hostias que nos hemos llevado comenzamos a entender que nada puede ser para tanto. Comenzamos a estar tan agotadas que lo accesorio comienza a resbalarnos.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Ana Belén Rivero (@ana.belen.rivero) el 7 Nov, 2017 a las 2:32 PST
Otra vez yo: Antiguamente (bueno, hace apenas 50 años) educaban a las niñas para convertirse en señoras respetables, ¿para qué crees que educan ahora a los más jóvenes?
Y si fuera ella: No digas antiguamente que yo solo tengo 36 años y, más o menos, he sido educada con el mismo propósito. Y tú también, que estudiaste igual que yo con monjas. No tengo ni idea, Hulio, de cómo los educan. Pero, en contra de mis contemporáneos y del genital-viejismo, tengo mucha fe en la gente joven. Creo que vienen espabiladísimos y que basta ya de demonizarlos.
Yo: ¿Aceptar a la señora que eres o en la que te has convertido tiene un puntito de empoderamiento?
Ella: No sé si he me he terminado de convertir en una señora, pero si no empoderante, aceptarse y saber quién eres es el primer paso para evitar llevarte más chascos.
Yo: ¿Se puede ser señora y feminista?
Ella: El feminismo es como respirar, con casi todo es compatible.
Yo: ¿Qué prefieres: una thermomix o una entrada para el concierto de las Spice Girls? Justifique su respuesta.
Ella: ¡Una thermomix! ¡Es es el sueño de todo vaga que detesta cocinar! A las nuevas les falta tener ruedas, gps, y brazos articulados para que salgan a hacerte la compra. Y no tengo ningún tipo de relación comercial con la marca. Y las Spice, la verdad, nunca me gustaron. Puse una camiseta de ellas como un guiño generacional, era lo que se escuchaba cuando las treintañeras de hoy éramos adolescentes.
