La mili de mi generación fue el Twitter de 2010: nunca olvidaremos lo que vivimos allí

Cuando abres Twitter por primera vez en tu vida no entiendes nada. Yo aún recuerdo cómo llegué allí. Fue mi novio de entonces el que me dijo que ese sitio molaba porque podías hablar con "famosos" como Nacho Vigalondo. Puede que Nacho sea famoso ahora, pero, ¿hace once años? Lo conocíamos cuatro frikis lo suficientemente frikis como para abrirse un perfil en una nueva red social para poder hablar con un director de cine.
¿Tienes NOSTALGIA del finde pasado? ¿Recuerdas con cariño los temazos míticos que oías hace siete días? Sal este SÁBADO y rememora los sabores , los sueños y los fracasos del SÁBADO.
— EVIL VIGAS (@vigalondo) 31 de enero de 2019
Me abrí una cuenta en Twitter con la intención de hablar con famosos y me pasé los primeros meses perdidísima. No había pestaña de menciones, te tenías que leer TODO EL TIMELINE para ver si alguien te había contestado a algo, no había mucha gente a la que seguir y bueno, que gracia, lo que se dice gracia, tenía más bien poquita.
Las risas (las mías) empezaron cuando conocí, a través de Twitter, por supuesto, a Hematocrítico. Él no usaba Twitter para hablar con sus colegas, como yo. Él twitteaba para cualquiera que quisiera leerlo. ¡Y tenía 1.000 followers! ¿Cómo c*ño se podía tener 1.000 seguidores en Twitter? ¿Cómo conoces a tanta gente? Estaba claro: ese hombre era un genio y yo quería ser como él.
Ha venido a visitarme un pariente al patio del colegio, directamente desde el cielo pic.twitter.com/VhijzlqQ1l
— El Hematocrítico (@hematocritico) 21 de febrero de 2019
Desde el momento en el que empecé a seguir a Hematocrítico hasta el presente han pasado muchas cosas. Desde las más chungas como linchamientos, insultos, amenazas, engaños, y rupturas, (o mi madre descubriendo que tengo Twitter, también bastante chungo), hasta las más geniales como que Devon Sawa me diera like a varios tuits, que Nacho Vigalondo, aquel por quien me hice Twitter, me hiciera follow, o, la mejor de todas, que mi carrera profesional tomase una nueva dirección. En Twitter me he enamorado, he coleccionado fotopenes y me he reído todo lo que he querido. ¿Qué más puedo pedir?
Estoy segura que, del mismo modo que mi vida ya ha quedado unida a Twitter para siempre, la de otras muchas personas que le echaron tiempo, ganas, y muchísima creatividad, también lo está. Por eso suelo decir lo de que la mili de mi generación fue el Twitter de 2010. Aquello fue algo que no se puede explicar con palabras: o lo viviste, o no lo viviste. Y los que lo vivimos ya estamos conectados para siempre.
Ser malos! Buenas noches colegas
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 19 de noviembre de 2010
Me gusta pensar que si alguna vez nos encontramos por casualidad dentro de unos años, cuando ya la mayoría de la gente no se acuerde de las redes sociales que más se usan ahora, nos reconoceremos como tuiteros y nos daremos un abrazo como el que se daba mi padre cuando se encontraba con un compañero de la mili, uno de esos en los que no hacen palabras pero los dos estáis pensando "lo que vieron nuestros ojos fue increíble y ninguno de los dos lo ha olvidado".
Porque en Twitter hemos visto de todo. De todo. Piensa en la cosa más fuerte que te puedas imaginar. Pues en Twitter hemos visto algo peor, seguro. (Atención, cambio de tema muy cogido por los pelos y metido con calzador). Hemos visto hasta un documental sobre Twitter, con guión de, ¡fíjate por dónde!, servidora. Se llama #AbroHilo. Buenísimo.
He hecho un documental sobre Twitter
Desde mi punto de vista, Twitter ha hecho historia. De España, del mundo, de la comunicación y de nuestras pequeñas vidas insignificantes. Esa fue la principal motivación que nos llevó a empezar a pensar en una manera de plasmar lo que esta herramienta social había significado, no solo en nuestra memoria individual, sino a un nivel mucho mayor, como experiencia colectiva.
#AbroHilo es el testimonio de algunas (porque, ya se sabe, nunca están todos los que son, pero son todos los que están) de las personas que hicieron de Twitter el desequilibrado rinconcito en que se ha convertido en la actualidad. Un grupo de gente que, en pijama, en su casa, sin pretensión alguna, cambió la manera en que nos comunicamos, en que vemos televisión, buscamos información, hacemos política, y por supuesto, la manera en que nos reímos y hacemos chistes.
Quizás te interese: