Todo lo que se te pasa por la cabeza si (como yo) sueñas con viajar a por un injerto capilar
Gonzalo Gombau
26/01/201810:23 h.Creo que no estoy terriblemente acomplejado por mis entradas, y estas no marcan mi vida ni mi carácter. Pero admito que suena contradictorio con el hecho de que renuncié al sexo para conservar mi pelo. Lo hice cuando, con 21 años, empecé a tomar el único tratamiento que me frena la caída (pero de ninguna manera me devuelve el pelo que ya había perdido). Entre sus efectos secundarios se encuentra la pérdida de interés en el sexo, la impotencia y la dificultad para eyacular, y dije sí. Para mi gozo (nunca mejor dicho), estos problemas derivados suelen ser pasajeros y en mi caso sólo se hicieron notar las primeras semanas de tratamiento, pero sí, estaba dispuesto a prescindir del pito para conservar la peluca. Así, tal cual.
Claro que había pensado en el injerto capilar antes del boom turco. Pero las primeras veces que oí hablar de la intervención parecía cosa para futbolistas y otros vips (se lo han hecho Rooney y Rafa Nadal) y después, aunque averigüé que tampoco es exclusivo de millonarios (cuesta entre 6.000 y 10.000 euros en España), no me lo he podido permitir. Y de repente, llegó a los documentales, periódicos y redes la opción low cost en Turquía.
Por 2.000 euros, en Turquía te ofrecen un pack completo de tres días en el país que incluye avión, chófer, traductor, ingreso hospitalario y tratamiento. Irte calvo un viernes y volver con pelazo un lunes, como entenderás, me parece un sueño.
Desde entonces, cegada viva con la idea, vivo obsesionado con estrenar pelucón. Y si a ti también te pica el gusanillo del tupé, te desgrano aquí las anécdotas, desvaríos e información útil que he recopilado mientras ahorro la pasta necesaria para el injerto. ¡El pelazo is coming!
Todos tienen un amigo de un amigo que tiene peluca turca
No falla: es empezar a buscar información y comentarlo en tu círculo de amigos y brotar un montón de casos a tu alrededor de excalvos que ahora lucen flequillo. Las redes sociales son siempre la prueba utilizada para ver el antes, con gorra o pañuelo, y el después, con la melena bien atusada.
Y es curioso, pero parece que se cumple una máxima: los chicos que se realizan este tratamiento no suelen tener ningún pudor en reconocerlo, lo dicen abiertamente y suben fotos de su evolución.
Culpo a las cookies de que mi obsesión turca sea perenne
Vale que tengo trillones de ganas y ninguna duda de que quiero un injerto de pelo low cost, pero la obsesión va a más y más por culpa de los anuncios personalizados de internet. Si buscas 'Turquía pelo', estás perdido. Tu vida online, al igual que lo es ya la mía, se va a colapsar de calvos que antes estaban tristes y acomplejados y ahora son felices y con pelazos flamantes. P**** cookies, que me tienen atrapada.
¿Miedos yo? Sólo a todo lo que lees por la red...
No temo a viajar solo, ni al dolor, ni al qué dirán. Lo único que me hace dudar, y dormir regular, es la posibilidad de que algunas de las historias de terror que se pueden leer en foros y otros rincones oscuros de internet sean ciertas. Y hablan de "clínicas que carecen de las condiciones higiénicas adecuadas o de operaciones realizadas por enfermeros o técnicos sin la preparación adecuada" o de "empresas que alquilan habitaciones en grandes hospitales y llevan a cabo ahí las operaciones sin la supervisión de un médico, de forma que los pacientes creen que están bajo el paraguas del hospital pero no es así".
Que sí, que lo más sensato, como siempre que se usa internet para consultar enfermedades, síntomas o curas, es fijarse en la fuente que firma y en la credibilidad de la web, pero qué queréis que os diga, es inevitable asustarse un poco.
Sin embargo, los datos constrastados dicen que, según el Ministerio turco de Salud, unas 152.000 personas viajaron a Turquía el pasado año por motivos médicos y cerca del 60% de ellos acudieron a una de las 300 clínicas de Estambul para un trasplante capilar, un negocio que ha alcanzado los mil millones de euros, según datos de la Asociación de Turismo Sanitario del país. Y a mí la idea de ser uno de esos miles de personas que vuelven de Turquía usando peine me gana.