“Hay que ser tonta para no denunciar”: los comentarios que no hay que hacerle nunca a una víctima de maltrato

La violencia de género es una realidad en nuestro país y Paola es una de sus víctimas. Durante tres años de relación, su pareja le maltrató de forma física y psicológica. Aislada, con la autoestima por los suelos y con moratones que solo ella veía. Así fue su vida hasta que su pareja decidió cortar la relación para mudarse al extranjero.

Pesaba más la dependencia emocional que la violencia. "Le echaba mucho de menos", confiesa la joven de 24 años. "Estaba sola porque él me había forzado a dejar de lado a mis amigas, pero cuando se enteraron de que me había dejado me empezaron a escribir. Todas tenían claro que era un maltratador menos yo". Paola tardó meses en entender que había sido víctima de maltrato, pero cuando lo hizo decidió denunciar pese a las amenazas de su expareja y la familia de éste. La sentencia fue condenatoria.

Por un momento respiró tranquila, pero comenzó un duro proceso psicológico que se ha prolongado hasta hoy. "Superar las secuelas del maltrato es la parte más difícil", relata, "y los comentarios de algunas personas solo lo hacían más difícil".

"Algunas de mis amigas me dijeron que ellas lo sospechaban, pero que no hicieron nada porque les daba miedo meterse donde no las llamaban", recuerda Paola. "Otras me preguntaron que por qué no lo dije antes. Esta frase me hacía sentir muy culpable, como si en parte fuese mi responsabilidad que el maltrato se hubiese alargado tres años por no haber contado lo que pasaba".

Paola, como muchas mujeres víctimas de violencia de género, fue aislándose poco a poco del exterior. Se trata del "modus operandi" prototípico del maltrato.

Para generar una fuerte dependencia emocional, el maltratador te pone en contra de todo el mundo, familiares incluidos. "Me decía que mi mejor amiga tenía envidia porque le había metido fichas en unas fiestas y él había pasado, que mi madre no me soportaba, que mi hermano era un egoísta… De todo para que él fuese mi único apoyo", añade Paola. Por eso es tan difícil compartirlo. Piensas que no te van a creer.

A esto se suma que habitualmente el maltratador parece la pareja perfecta de cara a la galería. "Él iba contando a los demás que yo tenía depresión y un trastorno de personalidad. Esto era mentira. Creo que lo hacía para que si yo contaba lo que pasaba, se pensasen que era inestable y que era la mala”.

Para Paola esta fue la frase más dolorosa. "Recuerdo cuando una amiga me dijo que eso a ella no le pasaría nunca porque tenía un par de ovarios y a la primera le pararía los pies. Espero que jamás se encuentre en una situación de maltrato, porque soltar esa frase es como escupir hacia arriba", comparte. "Cuando te dicen esto parece que te están llamando tonta, como si le hubieses pedido a tu pareja que te destrozase la cara o que te llamase puta y te escupiese cada vez que discutíais".

Hasta las mujeres más empoderadas, autosuficientes y valientes sufren violencia de género y maltrato. Por eso es tan importante empatizar y no culpar a las víctimas, sino poner el foco en el agresor.

"En mi caso no denuncié porque no era consciente de que lo que sufría era maltrato. Pensaba que me quería mucho y que eran discusiones normales. Cuando me empujaba o me daba un tortazo o un puñetazo, después se arrepentía mucho y a lo mejor estaba semanas sin volverme a poner la mano encima. Lo duro era el maltrato psicológico, pero estaba tan hundida que yo me creía todo lo que decía. Pensaba que lo decía por mi bien", comparte Paola.

Sin embargo, muchas otras mujeres no denuncian porque no encuentran amparo en el sistema legal. "Cuando denuncié empecé a ir a una asociación de víctimas de violencia. Allí conoces historias que te destrozan. Mujeres que han ido con la cara partida a denunciar y que luego la sentencia ha sido absolutoria. Parejas de policías que no han acabado enterradas por el canto de un duro. Chicas jóvenes que han ido a la policía y que se les ha puesto en duda por su edad. Es horrible".

En vez de cuestionar a una mujer maltratada por no haber denunciado antes, hazle sentir querida, apoyada y orgullosa por haber denunciado después. Y si todavía no ha interpuesto medidas legales, no la juzgues.

"Este comentario me lo soltó un familiar y me dejó hecha polvo durante semanas. Mi anterior novio jamás me había puesto la mano encima ni me faltó al respeto, así que no entiendo porque me dijo eso. De todos modos, aunque así hubiese sido, no sé qué tiene de bueno sugerir que la culpa era mía por salir con maltratadores", añade Paola.

En las Asociación de Mujeres, Paola pudo conocer diferentes casos que el abrieron los ojos respecto a la violencia de género. "Soy consciente de que muchas chicas encadenan relaciones de violenciamuchas encadenan relaciones de violencia. Es lo que pasa cuando te dejan sin autoestima. Como crees que no vales nada, te vas con tíos que te tratan como basura". La reflexión de Paola refleja la importancia de ofrecer apoyo psicológico a las víctimas de maltrato físico y psicológico.

"Hay personas de mi entorno que saben que sufrí maltrato porque se enteraron de la denuncia, pero que no conocen exactamente lo que pasó", comparte Paola. "Un amigo de mi ex me dijo que todos decimos cosas de las que nos arrepentimos en caliente. Perdona, pero no. Yo cuando estoy cabreada con una amiga no le dijo las cosas que me decía mi ex".

"Me he dado cuenta de que hasta que no les digo que me pegaba, muchos ponen en duda que fuese maltrato. Da la sensación de que si no enseñas un parte de lesiones o un ojo morado, no es violencia, son discusiones normales. Es una mentalidad muy tóxica", confiesa.

Según los datos proporcionados por el Ministerio de Igualdad en junio de 2020, la cifra de víctimas mortales por violencia de género a lo largo de este año es de 21. De ellas, solo tres mujeres habían interpuesto medidas legales. A estas 21 mujeres asesinadas se suma una media de 30.000 denuncias por violencia de género anuales según el Instituto Nacional de Estadística.

Si tienes dudas de que puedes estar siendo víctima de maltrato psicológico o físico, pide ayuda. Habla con tu familia, con tus amigos o con profesionales (psicólogos, médicos, abogados…). El primer paso es recibir apoyo social y entender que no estás sola.