Nazis y rusos por las calles de Zamora: las recreaciones históricas ganan adeptos en España

Recreación de la batalla de Stalingrado en Zamora
yasss.es
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Siempre ha habido gente interesada por la Historia. Todos tenemos un amigo al que le flipan los castillos medievales o que se hizo una colección de soldaditos de plomo de las guerras napoleónicas por fascículos. La Historia es fascinante porque nos ayuda a entender quiénes somos en el presente. Y luego está lo de la famosa frase aquella de "quien no conoce su historia está condenado a repetirla", que no la dijo Wiston Churchill, que parece que es el señor que más frases dijo, sino el filósofo español George Santayana.

Y es que, a quien más, a quien menos, a todos nos encanta que nos cuenten batallitas. Literalmente. El cine y la literatura históricas, sobre todo cuando cuentan historias de reyes y vidas en palacio o de guerras y sucesos atroces, es todo un filón.

Primero fue Hollywood y su gran capacidad para contar la feria según le fue en ella, convirtiendo la II Guerra Mundial en fuente inagotable de taquillazos y levantando pasiones entre los amantes de la historia, también en España, aunque a nosotros esta gran guerra nos tocase solo de soslayo.

Después, los mercados medievales, que conquistaron prácticamente todas y cada una de las localidades de nuestro país. Si no tienes un mercado medieval en tu semana cultural ya no eres nadie hoy en día. Y ahora empiezan a popularizarse las recreaciones históricas, apoyadas por asociaciones (y a veces también instituciones) que ponen todo su empeño y dedicación en disfrutar de la historia desde dentro.

En un país como España, que das una patada y te salen cincuenta ruinas arqueológicas, deberíamos haber sido pioneros en este tipo de actividades. Sin embargo, de nuevo han sido los americanos los que nos han tenido que meter el gusanillo. Pocas cosas divierten más en EEUU que poner a un señor disfrazado de George Whasington a contar su corta pero explotadísima historia.

Quizás por eso choque más que sea en nuestro país, y en Zamora, más concretamente, donde haya tenido lugar la que iba a convertirse en la mayor recreación de la batalla de Stalingrado en la Europa Occidental, tal y como explicaba José Miguel Alberte, mayor responsable de esta recreación.

trinchera

"Hemos traído a Zamora una representación de cómo vivía el soldado alemán y el soldado ruso durante la II Guerra Mundial", nos explica Carlos, de 52 años. Pero los participantes no han nacido en Alemania ni en Rusia: "Yo soy de Guadalajara", comenta Luis, de 29 años; "Y yo de Madrid capital", cuenta Carlos. "Siempre me ha gustado la historia y un día coincidió que vi unas recreaciones y en cuanto lo vi decidí que quería hacerlo yo" aclara Luis.

En cuanto a los trajes, Carlos nos explica que la mayoría de los que visten no son originales porque "no damos la talla. Aquellos soldados eran gente de la depresión y eran más bajitos y más delgaditos. En mi caso, este traje es una reproducción hecha en China, y así lo puedo disfrutar tranquilamente, si se me rompe no tengo ningún problema". Carlos pertenece a una asociación cultural que se llama Marlene Dietrich, que lleva siete años recreando la II Guerra Mundial en Cuenca.

En esta ocasión, a ellos les ha tocado hacer de soldados del ejército de Hitler: "Somos los nazis, vamos de alemanes. Yo también tengo trajes de americano de la II Guerra Mundial y de alemán de la I Guerra Mundial".

"Sobra decir que no compartimos la ideología", aclara Víctor Hernández, de 19 años. "Aquí se viene a recrear y nada más".

fuego

Durante todo el fin de semana se sucedieron diferentes actividades: además de una exposición en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales de Zamora, cualquier visitante podía acercarse a ver la recreación del campamento de guerra. También tuvo lugar un acto homenaje a las víctimas de la batalla de Stalingrado, en la que murieron casi dos millones de personas. El embajador ruso, Yuri Korchagin, y el alcalde de Zamora, Francisco Guarido, dedicaron palabras a los soldados que dieron su vida en una batalla esencial para la desintegración del ejército nazi y recordaron la importancia de la comunicación y la empatía para resolver conflictos internacionales.