Joel, 16 años: "Mis amigos se drogan y no sé cómo afrontarlo"

Cuando nuestros padres nos dicen que no nos droguemos, lo hacen por algo. El consumo en menores es especialmente peligroso para la salud porque a esa edad nuestro sistema nervioso todavía no está del todo maduro y a menudo no comprendemos del todo los riesgos asociados a estas sustancias. En consecuencia, el potencial adictivo es mayor, hay más dependencia y salir del bucle se vuelve más difícil.

Joel tiene 16 años y está preocupado porque no sabe cómo afrontar la situación que está viviendo, por eso contactó conmigo vía mail. Con su consentimiento, he compartido la consulta para poder ayudar a más gente en su situación:
"Tengo un problema con mis amigos. Todos se drogan y yo no, y no sé qué hacer porque esto está estropeando la amistad. Son mis amigos desde 1º de la ESO (ahora estamos en 1º de bachiller, yo tengo 16 años). El año pasado uno de mis amigos empezó a salir con otro grupo aparte del nuestro y, aunque no los conozco mucho, sé que se drogan. Cuando quedaba con nosotros venía colocado y con el tiempo el resto de mi grupo ha empezado a fumar porros poco a poco. Primero sólo fumaban algunos, pero ahora lo hacen todos menos yo.
Fuman casi a diario y creo que alguno también ha probado la cocaína y pastillas de fiesta, pero no estoy seguro. Yo tampoco me quiero meter porque el tema de la droga no me gusta y ya les he pedido que no me cuenten esas cosas.
El problema es que a veces me insisten para que pruebe una calada o se enfadan cuando me pongo borde con el tema. No les digo que no fumen porque cada uno puede hacer lo que quiera, pero si fuman estando yo pues me voy porque no me gusta. Mi tío tuvo muchos problemas con las drogas, hasta intentó suicidarse, y es algo que me da mucho rechazo.
Y entonces ahora quedan sin avisarme y pasan de mí y no sé cómo llevarlo. ¿Debería quedar con ellos y aguantar que se droguen o arriesgarme a perderles por defender mi opinión?"

Cuando somos adolescentes, la presión social influye enormemente en las decisiones que tomamos. Todos queremos encajar y formar parte del grupo, y a esa edad sentirnos aislados puede afectar mucho a nuestra autoestima. Por eso a veces accedemos a hacer cosas que en el fondo no queremos hacer. Resistir a la presión social es muy duro, pero no imposible, y a menudo el arma más eficaz es aquella que más infravaloramos: la comunicación.
"Hablar las cosas" es un consejo válido para cualquier persona y prácticamente cualquier situación interpersonal problemática. Dile a tus amigos que te sientes aislado por no querer consumir y explícales por qué te produce tanto rechazo todo el tema de las drogas. Si aun así siguen dándote de lado o no respetan tu postura, tal vez deberías replantearte alejarte un poco del grupo.
Es posible mantener una amistad con alguien que piensa diametralmente lo opuesto que tú, pero para eso hay que aprender a respetar a esa persona independientemente de sus ideas. Coaccionar o presionarte para que consumas no es respetar tu decisión, sino imponer la suya. Ahí hay que decir basta.

Si pese a todo decides seguir quedando con ellos, tendrás que hacer frente a la disonancia cognitiva. Este fenómeno psicológico surge cuando realizamos una conducta (en este caso consumir drogas) y alguien nos proporciona información que entra en conflicto con ella (por ejemplo, que drogarse es malo para la salud). El conflicto genera malestar y para reducirlo podemos hacer varias cosas:
- Cambiar nuestra conducta, algo muy complicado.
- Cambiar nuestra opinión, todavía más difícil que cambiar la conducta.
- Distorsionar la realidad. Por ejemplo, buscando información que concuerde con nuestras ideas o alejándonos de los que piensan diferente a nosotros.
La mayoría de las veces elegimos la tercera opción cuando sufrimos disonancia cognitiva, por eso "dar la chapa" a tus amigos para que vean lo negativa que es la droga no va a servir de nada. Se aferrarán a sus ideas y seguirán consumiendo porque creen que no es tan malo. Si tu les dices que los porros aumentan la incidencia de trastornos de ansiedad, te dirán que desde que los fuman están más tranquilos. Es una guerra entre la evidencia científica y su experiencia de consumo, y por desgracia para ellos pesa más lo segundo.
Luchar contra la adicción de una persona cercana es un proceso duro. Hay que armarse de paciencia y asertividad para no caer tú también. Si decides alejarte, será totalmente respetable. Hay vida más allá de las amistades de instituto y a veces la mejor solución cuando nos sentimos incómodos con alguien es poner punto y final.
