Especial ansiedad: los errores mentales más comunes de las personas que le dan vueltas a todo

Hay errores mentales o sesgos muy comunes entre la mayoría de la gente que sufre ansiedad
Cada persona es un mundo y aunque el diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada sigue unas pautas, no hay dos pacientes que experimenten los síntomas de forma idéntica. En algunos casos destacan los problemas físicos como por ejemplo dolor de cabeza, náuseas, sudores fríos o visión borrosa. En otros, lo más importante son otros síntomas como por ejemplo la inquietud o el insomnio. Sin embargo, la mayoría comparte algo: los sesgos o errores mentales. Hoy analizaremos a fondo la definición de un sesgo o error mental y te contaremos lo más comunes en personas con ansiedad.
Qué son los sesgos mentales
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De una forma u otra, los seres humanos procesamos la información del mundo exterior. Construimos la realidad y para ello tenemos dos opciones:
- Analizar al detalle cada suceso para tener una imagen de la realidad cien por cien fidedigna.
- Utilizar “atajos” mentales para ahorrar tiempo y para no sobrecargar nuestro cerebro.
¿Adivináis cuál es el método que más utilizamos? Efectivamente, los atajos. Sin embargo, a veces es más útil realizar un análisis detallado, por ejemplo en situaciones novedosas en las que no sabemos como actuar. El problema es que en estas situaciones a veces vamos un poco pillados de tiempo, así que inevitablemente volvemos a recurrir a los atajos.

Todo tiene sus ventajas y desventajas, y aunque los atajos nos permiten optimizar el tiempo y los recursos cerebrales, también tienen el riesgo de dar lugar a errores. Estos errores son lo que conocemos como sesgos mentales o cognitivos.
Todos cometemos sesgos en algún momento, pero cuando sufrimos algún problema psicológico como la ansiedad, es normal que aumenten. La pregunta es, ¿primero surgen los sesgos y en consecuencia tenemos ansiedad, o primero tenemos ansiedad y por eso sufrimos sesgos? La respuesta es muy compleja y depende de cada persona, pero una cosa está clara: conocer los sesgos que cometemos es una herramienta importantísima para mejorar nuestro estado de salud.
Los más comunes si tienes ansiedad:
- Inferencias arbitrarias
Las inferencias arbitrarias son una forma de pensar en la que llegamos a conclusiones de forma aleatoria. No tenemos suficientes pruebas, pero aun así elaboramos una creencia que encaja con nuestra forma de pensar.
Por ejemplo, María tiene un examen de la universidad. Se lo ha preparado mucho, pero aun así está convencida de que va a suspender. Se dice una y otra vez “soy tonta, seguro que suspendo”. Hace el examen y le sale muy bien, y aun así sigue pensando que va a suspender. Como vemos, está elaborando una conclusión fatalista ignorando la información real.
- Abstracción selectiva
Es muy común cometer este sesgo. Significa fijarnos sólo en un detalle sacado de contexto e ignorar la información realmente importante de la situación.
Por ejemplo, Pablo tiene una cita con una chica que ha conocido en Tinder. Durante toda la noche las cosas van genial, pero en un momento repentino ella mira el móvil y pone mala cara. Aunque luego vuelve a prestar atención a Pablo y a actuar con simpatía y amabilidad, él no puede evitar pensar “seguro que se aburre estando conmigo, no soy nada divertido, fijo que no le gusto”. Se ha fijado en un único detalle de la noche ignorando el resto de momentos divertidos.

- Generalización excesiva
Cuando generalizamos de forma excesiva, lo que estamos haciendo es formar una "regla" inamovible a partir de unos pocos hechos aislados. Después aplicamos esta regla a todo lo que nos sucede, aunque no tenga relación con la situación inicial.
Por ejemplo, Lucía ha discutido con su mejor amiga porque siempre le hace esperar cuando quedan. Aunque al principio estaba tensa, a los pocos días su amiga vuelve a estar normal. El problema es que Lucía no puede parar de pensar “soy una mala amiga porque siempre decepciono a la gente, me da miedo actuar de determinada forma por si se enfada conmigo otra vez”.
- Magnificación vs. Minimización
La magnificación es creer que algo negativo es más importante de lo que realmente es y, por el contrario, la minimización implica restar importancia a las cosas buenas que nos pasan.
Por ejemplo, Daniel entrega un trabajo en la universidad y el profesor le pone un 9,5. Le explica que el proyecto está muy bien, pero que ha cometido un error en un apartado concreto. Al salir de clase Daniel no puede parar de pensar en ese 0,5 que le ha restado el error, ignorando el sobresaliente que ha sacado.
- Personalización
Cuando personalizamos un suceso lo que hacemos es creer que somos los causantes, aunque no tengamos nada que ver con lo que ha sucedido. En otras palabras, es pensar que somos el centro del universo.
Por ejemplo, Alejandro empieza la universidad y se muda a un piso de estudiantes. Durante el primer mes se reparten las tareas como pueden, pero un día uno de los compañeros elabora una tabla de tareas para saber qué tiene que hacer cada uno. Alejandro piensa “seguro que ha hecho esta tabla por mí porque soy muy desordenado y están hartos de vivir conmigo”.

Si sufres ansiedad y alguno de estos sesgos dificulta mucho tu día a día, ponte en contacto con un psicólogo.