Apostar dinero ya es una forma de ocio normalizada entre los más jóvenes, que sueñan con vivir del juego

La Fundación FAD y el Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud han publicado un estudio sobre la relación de los jóvenes con las casas de apuestas y juegos de azar
Que el juego con dinero y las apuestas estén normalizadas en nuestro país está relacionado con el aumento de jóvenes adictos
Algunos jóvenes empiezan a jugar y apostar porque fantasean con la idea de profesionalizarlo y vivir de ello
Que estamos metidos de lleno en un problema con las casas de juego y las apuestas con dinero es algo innegable. Que ya está teniendo graves consecuencias a corto plazo, y las tendrá también a largo plazo, por desgracia, tampoco se puede negar.
Basta con salir a la calle para darse cuenta de que hay alguna casa de apuestas o salón de juego nuevos en tu barrio. Y no solo eso, también bastaría con abrir un artículo, un vídeo o una aplicación en tu móvil para que te salga un anuncio relacionado con juegos de azar y apuestas online.
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Si el boom de las casas de apuestas te ha pillado estable y maduro mentalmente hablando, quizás creas que la gente se está preocupando de más, que en tu mano está saber decir que no a este tipo de juegos, o jugar, pero con cabeza. Pero cuando eres un adolescente, con inseguridades, que no sabe medir los riesgos, que quiere probar experiencias nuevas... puedes desarrollar una adicción al juego.
Por este motivo, la proliferación de casas de apuestas y salones de juego es tan preocupante y se ha convertido en un asunto a tratar y regular desde el Gobierno.
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (CRS) ha publicado un minucioso estudio titulado 'Jóvenes, juegos de azar y apuestas, una aproximación cualitativa', en el que se analizan las prácticas de juego con dinero entre los jóvenes de 18 y 24 años.
¿Por qué y cómo se inician los jóvenes en el juego?
Son muchos los factores que pueden llevar a los jóvenes a empezar a apostar: porque vivimos en un 'país jugador' (no está mal visto apostar algo con los amigos, por ejemplo; tu abuela te puede regalar un décimo por Navidad o tus colegas te pueden proponer hacer una porra sobre un partido de fútbol), porque te lo vendan como "dinero fácil" o porque, como está ocurriendo actualmente, cada vez sea más fácil encontrar un salón de juegos, físico o en internet.
"Creo que ahora es un 20% de los usuarios que atendemos que son menores de 25 años, que han empezado en edades tempranas, 16, 17 años", explica una de las psicólogas que han participado en el estudio. Han sido varios los especialistas consultados y la mayoría coinciden en que no hay que crear una alarma social ni sanitaria, pero sí tener en cuenta que este es un problema creciente en nuestra sociedad: "Al fin y al cabo, un 1% o un 4% de menores [adictos] son muchas personas. Que no es una alarma social, pero son muchas personas".
Según este estudio, el principal caldo de cultivo para crear jóvenes adictos al juego es el clima de normalización cultural del juego en nuestro país. Si a los padres les saltarían todas las alarmas si pillan a su hijo con alguna sustancia como cocaína en la chaqueta, probablemente no se llevarían ningún susto si pillan a su hijo con una Primitiva en el bolsillo. De hecho, y de nuevo según este estudio, los padres están más preocupados por la cantidad de tiempo que sus hijos pasan enganchados al móvil que por el hecho de que sus hijos estén apostando a través de internet. Los hijos, por su parte, no comparten este tipo de hábitos con sus padres porque tienden a pensar que lo que hagan con su dinero es su problema.
Por otro lado, el estudio también presta atención a que los más jóvenes juegan en grupo. Basta con que uno diga "estaría guay probar esto" para que aparezca la curiosidad y poco después el hábito de apostar o acudir a salones de juego todos juntos. En muchos casos, apostar se ha asumido como una opción más de ocio y se ha incluido dentro de la rutina del grupo de amigos: ir todos los domingos por la tarde, o todos los viernes antes de salir de copas...
Y no solo engancha el hábito o el sentimiento de pertenencia al grupo, algo muy importante en la adolescencia. También las sensaciones asociadas a las apuestas, como la diversión, o el gustico que da la victoria (cuando ganas), el refuerzo social de "saber apostar", que puede ser relacionado con la idea de "ser más inteligente" y la recompensa inmediata al haber acertado.
¿Hay más chicos que juegan y apuestan que chicas?
El estudio de FAD y CRS señala que la única variable significativa a la hora de determinar el perfil del adicto al juego es que tendemos a asumir que los chicos son más propensos a jugar y a convertirse en adictos. "Yo creo que pones a un chico y a una chica a jugar y la chica sabe cuándo parar", dice uno de los entrevistados. Este tipo de prejuicios perjudicarían a las chicas, y hace que, socialmente, no esté bien visto que una mujer juegue y apueste, o sea caballeroso dejarla ganar. Además, se percibe a la chica que juega como "más viciosa" y "más ludópata". Vamos, que el mundillo del juego todavía tiene un tufillo machista.
Desde una perspectiva profesional, la única diferencia entre chicos y chicas es que ellos suelen desarrollar problemas psicológicos tras la adicción al juego, mientras que ellas llegan al juego como consecuencia de problemas psicológicos previos.
La fantasía de la profesionalización
Uno de los puntos claves de este estudio es el que explica la fantasía de la profesionalización, uno de los factores que ha contribuido al resurgir de la ludopatía entre los más jóvenes: sus ídolos juegan y pueden ver cómo lo hacen y seguirlos a través de internet.
Se percibe al jugador profesional de poker, por ejemplo, como un tío "que sabe", y se fantasea con seguir el mismo camino. Dedicarse a apostar se ve como un objetivo posible, ya que se pierde la sensación de estar en un juego de azar, sino en un juego que se puede aprender, y se asume que para llegar al objetivo hay que jugar mucho antes para mejorar. La meta, en muchas ocasiones, es "sacarse un sobresueldo", ¿y quién no querría un dinerito extra?
Si a todo esto que se ha explicado hasta aquí se le suma el aumento de publicidad, donde se vende y potencia esa percepción del juego como fácil y rápido, y se alimenta la fantasía de que se puede llegar a dominar, se entiende que cada vez sea mayor el número de personas que se inicia en el juego y las apuestas.
¿Qué se necesita para proteger a los más jóvenes de las casas de apuestas y salones de juegos?
En las conclusiones del estudio se exponen las necesidades para reducir el riesgo de ludopatía entre los más jóvenes. Entre ellas, destacamos: establecer un control urbanístico que regule de manera más estricta la presencia de salas de juego en los barrios; vigilar y regular la aparición de juegos que no requieren dinero para su desarrollo, pero plantan la semilla y alientan el hábito del juego por beneficios entre los y las menores de edad; trabajar valores como el esfuerzo y el trabajo, ajustar percepciones y expectativas en torno al dinero; y cuidar y vigilar la dotación tecnológica de las personas menores de edad, y la presencia de juegos de azar y apuestas en los distintos dispositivos electrónicos.