El audio 8D: verdades y mentiras de la nueva forma de escuchar música que te 'hackea' el cerebro

Esta tecnología 'nació' como quien dice en los años 80, una época en la que lo petaban grupazos como Joy Division, Pink Floyd o Supertramp. En este contexto de 'edad de oro' de la música, los técnicos del sonido también andaban bicheando nuevas formas de experimentar. Era lógico: la tecnología estaba en plena ebullición y permitía hacer de forma digital cosas que antes se hacían manualmente. Cosas como tocar el sonido desde una mesa y un programa.
Uno de estos tipos era Hugo Zuccarelli, un inventor argentino que consiguió desarrollar y patentar en 1980 lo que bautizó como sonido holofónico, un primer precedente del audio 8D. A Pink Floyd le flipó y tres años más tarde sacó un disco en el que incorporaron esta técnica. Se nota claramente, por ejemplo, en 'Get Your Filthy Hands Off My Desert'.

La gente alucinó muchísimo. Se trataba de una técnica que hacía que, al escuchar la música con los cascos, pareciera que se iba moviendo en torno a ti, como si rondara a tu alrededor, pero con el paso del tiempo fue dejándose de usar en la música.
Donde sí tuvo una mayor acogida tiempo después fue en el mundo de los videojuegos, ya que al jugar consigue hacer la experiencia al jugar mil veces más inmersiva.
Con el paso del tiempo, también cambió el nombre: pasó a llamarse oficialmente audio 3D.
El resurgir del audio 8D
Como el ave Fénix, esta tecnología ha resurgido de las cenizas en el mundo musical hace apenas unas semanas. Se hace llamar audio 8D, pero no deja de ser audio 3D aplicado a temazos. De hecho, para muchos muchos músicos y expertos, este nuevo renombre podría ser más bien una estrategia de márketing.

¿Pero por qué a todo el mundo le ha dado ahora por escuchar música en 8D? El origen primigenio de toda esta historia viene con un vídeo de youtube que se hizo viral: 'Dilbar', de Neha Kakkar, Dhbani Bhanushali e Ikka, de la banda sonora de la película Satyameva Jayate. La gente empezó a compartirlo a través del Whatsapp y ahora han surgido como setas otras canciones 'reconvertidas' al audio 8D. Parece que la peña no quiere ya escuchar otra cosa.
Música que 'hackea' tu mente
El mayor reclamo de esta tecnología es que se supone que 'hackea tu mente'. Y esto es una verdad a medias. No, nadie te mete un parche en el cerebro ni las ondas de sonido hacen cosas extrañas.
Por un lado, los técnicos de sonido juegan con el efecto Haas, que consiste en que "el cerebro solo tiene en cuenta el sonido que viene de la fuente más cercana", explica Alan Spade, músico profesional y bajista de la banda Walking with Wolves. "Se trata de un efecto psicológico (tu cerebro escucha todo, pero solo le presta atención a lo que está más cerca), que hace que el 8D sea más estimulante".
Por otro, esta tecnología utiliza algoritmos que consiguen emular los sonidos que escucharías si viniera de delante o del fondo. Es decir, que lo modifica en función de lo que tú oirías si viniera de diferentes partes de la habitación, llegando incluso al punto de que parece que sale fuera de tus cascos.

Sonidos indistinguibles de la realidad
Numerosos divulgadores musicales y expertos han manifestado a través de las redes sociales sus impresiones y opiniones acerca de la técnica. Uno de ellos es Jaime Altozano, músico y productor, quien destaca que lo mejor de este sistema está en que "se pueda llegar a reproducir un sonido que no puedes distinguir de la realidad", es decir, que las barreras entre realidad y ficción en la música se rompen.
Por contrapartida, todavía tiene algún que otro desafío. El primero de todos es que este algoritmo se basa en un tamaño de cabeza estándar, es decir, "que a los que son muy cabezones, o muy poco cabezones, esto le producirá menos efecto, porque su cerebro trabaja con otras medidas y parámetros", explica Altozano.