Tengo 17 años, me autolesiono y nadie lo sabe

Según diversas investigaciones, entre un 10 y un 45% de los adolescentes se han autolesionado alguna vez en su vida. Lo primero que nos viene a la cabeza cuando vemos estos datos es que padecen algún tipo de trastorno psicológico que les motiva a actuar así, pero estos porcentajes se refieren a población general, es decir, a chicos y chicas de entre 12 y 18 años sin ninguna patología.
"¿Por qué alguien se hace daño a propósito?", cabría preguntarse. A menudo, los adolescentes recurren a las autolesiones para gestionar los sentimientos negativos. En estos casos cortarse se convierte en una distracción ante el malestar emocional ya que para ellos el dolor físico es más fácil de tolerar que el dolor psicológico.

Hace 6 meses, Sandra (nombre ficticio para preservar su intimidad) contactó conmigo vía mail en busca de apoyo psicológico. En aquel momento Sandra necesitaba hablar y recurrió a mí. Poco a poco le proporcioné asesoramiento psicológico y algunos consejos para hablar con sus padres, y finalmente se sinceró. Entre todos buscamos un psicólogo en su ciudad, y comenzó la terapia. En febrero cumplió 6 meses de terapia y ha querido celebrar su "aniversario" compartiendo con Yasss su mail inicial y su estado a día de hoy.
18 de agosto de 2018:
"Hola. Lo que voy a contar no lo sabe nadie, pero necesito compartirlo porque estoy pasándolo muy mal. Llevo varios meses cortándome. No sé cómo empecé, me sentía mal y descubrí una web en Internet para gente como yo. Saber que había más gente que se sentía insegura e incomprendida me hizo sentir mejor. Empecé a hablar con gente y me hablaron del cutting. Ahora he entrado en una espiral de la que no sé salir. Tengo un perfil anónimo en Instagram en el que hablo de los cortes y sigo a más gente como yo.
Yo no quiero morirme, solo quiero sentir algo que me haga ignorar como estoy por dentro. En el instituto me llevo bien con un grupo de chicas, pero no van a mi clase y allí me siento sola. Ahora en verano cada una está en su pueblo y nos vemos poco. También me da miedo porque el año que viene acabo el instituto y no sé qué quiero hacer con mi vida. Además, no tengo novio y nunca me he acostado con nadie, porque soy tímida y mi cuerpo no es muy bonito por así decirlo.

Ni mis padres ni mis amigas del instituto lo saben. Sólo se lo he contado a la gente de mi cuenta de Instagram, pero no saben mi nombre real ni mi cara ni nada. La única persona con la que me he sincerado así es contigo. Me da miedo decírselo a mis padres, pero por otro lado quiero que se enteren para que me ayuden. A veces me da la sensación de que no les importo y que pasan de mí, y que por eso no se han dado cuenta nunca de que algo va mal.
Quiero ser como los demás. Ahora en verano me da mucho miedo que mis padres hagan preguntas cuando no voy a la piscina o si voy en pantalón largo. Sé que tengo que parar, pero no sé cómo. No sé ni por qué te cuento esto. Supongo que necesitaba desahogarme. Perdón y gracias por leerme."
3 de marzo de 2019:
"Han pasado 6 meses desde aquel primer mensaje y no me reconozco. Ojalá haber pedido ayuda mucho antes, pero no puedo cambiar el pasado.
Yendo al psicólogo he aprendido muchas cosas que no puedo resumir aquí, pero lo intentaré porque sé que puede ayudar a mucha gente que ahora está pasando por lo que yo pasé:
- La gente me quiere. Mis padres se preocupan por mí y siempre lo han hecho, pero a su manera. Yo pensaba que ellos pasaban de mí, pero era yo la que me alejaba.
- No estoy sola. Desde que voy al psicólogo he hecho más amigos fuera de internet y de mi instituto. En cualquier ciudad puedes encontrar asociaciones de juegos, cosas de deportes, clubs de muchos temas… Poco a poco voy venciendo mi timidez.
- Hay momentos en los que quiero recaer, pero puedo controlarlo. A veces por la noche cuando estoy en la cama me vuelvo a sentir mal. Siento una presión en mi cabeza y un malestar que me dice "córtate, te sentirás mejor". Cuando eso pasa me levanto, voy a la habitación de mis padres y les pido ayuda. No tengo que pasar por esto yo sola. Y si estoy sola me doy una ducha, me pongo música o hago cualquier cosa que me ayude a distraerme. La clave es parar justo cuando noto las ganas de cortarme.
- No pasa nada por ir al psicólogo. Cuando empiezas a contar que vas al psicólogo, la gente se abre. Me he dado cuenta de que muchísima gente ha necesitado ayuda por muchos problemas (ansiedad, bulimia, depresión…). No es motivo para avergonzarse.
Yo creo que lo más importante para alguien que se corta es darle apoyo. Yo busqué ayuda cuando estuve fatal y lo que encontré fueron páginas, foros y cuentas de Instagram de gente que se autolesionaba. Esa fue la puerta a los peores meses de mi vida.

En vez de entrar en ese mundo, busca apoyo en tu familia y en tus amigos. Y también hay muchas webs de gente que se cortaba y ya no. A mí me ha venido muy bien hablar con otras chicas que están ahora mismo saliendo de esa adicción, porque en el fondo es una adicción. Sea como sea, hay salida, eso hay que tenerlo claro."
Si te autolesionas o has pensado en autolesionarte, ponte en contacto con un profesional.
Te interesará:
- No le he contado a nadie que vomito y se me está yendo de las manos
- Cómo salir del bucle: tres personas nos cuentan sus trucos para dejar de rayarse