El 'blackface' o disfrazarse de negro: algo "divertido" para unos y muy indignante para las personas racializadas

El movimiento Black Lives Matter ha regresado con fuerza y ha generado un contexto de revisión de actitudes y legados racistas en la cultura popular
Una de esas luchas es la del 'blackface', que consiste en disfrazarse de persona negra pintándose la cara de un color más oscuro
Desde la polémica de Conguitos en España a la de la retirada de 'Lo que el viento se llevó' en Estados Unidos. Desde las críticas a series americanas como '30 Rock' o 'Community' al derribo de estatuas del colonialismo en todo el mundo. El movimiento Black Lives Matter, que lleva años denunciando la situación de criminalización y brutalidad de las fuerzas de seguridad contra el colectivo negro, resurgió con nueva fuerza a finales del pasado mayo, tras el asesinato de George Floyd, y ha situado en el debate mediático un revisionismo del racismo sistémico que a los blancos nos cuesta a entender, incluso cuando queremos aprender sobre la lucha antirracista.
¿Por qué la comunidad negra exige que se cambie el nombre "inofensivo" de un producto como Conguitos, o el lema del "negrito del África tropical" del Cola Cao? ¿Qué hay de malo en un hito del cine como 'Lo que el viento se llevó', con protagonistas esclavistas que trataban "muy bien" a los negros? Estas preguntas se responden solas, ¿verdad? Tenemos prejuicios y estereotipos tan interiorizados en nuestro día a día, tan presentes en el imaginario popular, que a muchos no solo les sorprenden, sino que se niegan a cambiar.
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Uno de esos gestos racistas tan habituales, contra los que el colectivo negro lleva luchando durante décadas pero que a nosotros nos sigue sonando extraterrestre, es el 'blackface'. Seguro que desde el pasado junio has leído noticias de capítulos de series que han sido eliminados de plataformas por este motivo, ¿no? Pues te explicamos lo que es con un ejemplo muy sencillo: la imagen de Alberto Ruiz Gallardón, exalcalde de Madrid, con la cara pintada de negro en la cabalgata de Reyes Magos de hace mil años.
Hoy se cumplen 13 años del blackface de Gallardón. pic.twitter.com/rBYEMXV7Nw
— Mauro Entrialgo (@Tyrexito) 5 de enero de 2019
"¿Por qué contratar a un actor o animador negro si podemos pintar a un blanco?", debió de pensar alguien. La imposibilidad de las personas negras de dar vida a personajes que lo son, de encarnar sus propias historias, es solo una de las implicaciones problemáticas del 'blackface', que consiste en disfrazarse de persona negra pintándose la piel de un color más oscuro. Pero hay más: nació como un síntoma de apropiación cultural que consagró arquetipos muy nocivos, anclados en las peores muestras de racismo, relacionados incluso con el Ku Klux Klan. ¿Te parecen pocos motivos, para, al menos, comprender que es problemático?
El blackface es historia (racista) de Estados Unidos
Para entender todo lo que rodea al 'blackface' hay que remontarse un poco en la Historia. Aunque algunos expertos lo rastrean hasta el siglo XV, su origen "oficial" se encuentra en Estados Unidos y Reino Unido a mediados del XIX, en la tradición teatral de los minstrel shows. ¿Qué eran? Tan simple y tan terrible como representaciones en las que blancos se disfrazaban haciendo 'blackface' y se apropiaban de elementos musicales de la comunidad negra.
Aquí llegamos a un concepto sobre el que hemos adquirido mucha conciencia en los últimos años: la apropiación cultural. Lo que desde ciertos círculos se le reprocha, por ejemplo, a Rosalía con la cultura gitana. En los minstrel shows se aprecia claramente: los blancos utilizaban y capitalizaban la música creada por los negros (o una idea que tenían sobre la misma) y la acompañaban de un show caricaturesco con estereotipos muy humillantes para la comunidad. Todo esto llegó hasta el cine de comienzos del siglo XX: películas icónicas de entonces como 'La cabaña del tío Tom' o 'El cantor de jazz' son ejemplos de esto.

Pero el mayor referente de 'blackface' y una de las grandes tragedias para el colectivo negro fue la película 'El nacimiento de una nación', del director D. W. Griffith. Esta es una de las cintas más importantes de la historia del cine occidental, estrenada en 1915, y también es un manifiesto profundamente racista. Se trata de una especie de crónica histórica de Estados Unidos que retrata a las personas negras, principalmente a los esclavos liberados tras la Guerra de Secesión, como ladrones, depredadores sexuales, borrachos y vagos. Hoy esta representación se relaciona incluso con el resurgir del Ku Klux Klan en aquellos años.
En esta historia encontramos también uno de los motivos por los que 'Lo que el viento se llevó' estuvo en el punto de mira. No solo es que muchas películas que consideramos importantes muestren actitudes racistas, es que están construidas sobre el racismo, y no se promueve desde otros lugares una deconstrucción sana de sus discursos tóxicos.
Ser negro no es un disfraz ni una experiencia: es una realidad con consecuencias sociales
Este repaso nos ayuda a comprender por qué el 'blackface' está tan instalado en la cultura occidental incluso hoy. Hace no tantos años, en 2007, Angelina Jolie lo practicó en la película 'Un corazón invencible', en la que dio vida a Marianne Pearl, esposa de un periodista secuestrado en Pakistán, de raíces cubanas, africanas y asiáticas. La actriz fue multinominada por este personaje en aquel momento.
Más recientemente, en 2016, Zoe Saldaña (Avatar, Vengadores), a pesar de ser negra, hizo 'blackface' en 'Nina Simone', el biopic de la gran cantante negra, y enfureció así a gran parte de la comunidad. Pero no solo ocurre en la industria del cine. La serie 'Queridos blancos', por ejemplo, experta en analizar todos estos gestos aparentemente insignificantes pero que realmente son racistas, denunció que siguen existiendo fiestas de disfraces en las que el 'blackface' es habitual, promoviendo el estereotipo y la fetichización de la piel negra. Piensa, por ejemplo, en las Kardashian, o en Ariana Grande, mujeres blancas que oscurecen su piel porque creen que está de moda.
También es cierto que en este proceso de eliminación de episodios de 'blackface' en plataformas han caído series, sobre todo cómicas, donde se utilizada, precisamente, con afán crítico. El ejemplo más popular es el de la película 'Trophic Thunder', dirigida por Ben Stiller y estrenada en 2008. Aquí, Robert Downey Jr. encarna a un actor blanco que se pinta de negro para dar vida a un personaje con el que quiere consagrarse.
Esto da en la diana de uno de las consecuencias del racismo en la cultura: el limitado acceso de profesionales negros no solo en lo relativo a papeles protagonistas, sino también a puestos de producción, de escritura, de dirección… Pero más allá de lo profesional, el perjuicio simbólico es tremendo: ser negro no es un disfraz, no es una experiencia, no es un reto, es una realidad. Una realidad que a muchos les sigue costando, si no la vida, sí la calidad de sus vidas y su día a día. Lo positivo de este debate es que podemos salir de la esfera crítica del racismo en Estados Unidos y aplicarlo a la sociedad española. A los casos de estudio, por ejemplo, de Conguitos y Cola Cao. E incluso al de comunidades discriminadas aquí, como la gitana.