¡Cara de terror!: ¿Eres consciente de la pinta que se te queda cuando sientes miedo?


¿Tienes claros cuáles son los gestos más característicos de alguien que tiene miedo? En Yasss te los contamos todos.
Si las películas y los relatos de terror nos han enseñado algo, es que nunca hay que pararse frente a un payaso con pinta siniestra. Gracias a estas fuentes de información, también sabemos que los vampiros rara vez van a por señores corpulentos, sino que prefieren a las jóvenes doncellas con enaguas, y que no hay que fiarse demasiado de los asesinos en serie, especialmente si van enmascarados. Si pensamos en sus cuerpos, todos tienen algo en común: los ojos brillantes, el maquillaje histriónico o la rigidez de su cara y los gestos pausados y elegantes, como si supiesen de antemano que van a hacer lo que les de la gana con sus víctimas.
Pero, ¿qué pasa con los contrarios, los que sufren sus delirios? Los rostros terroríficos son conocidos, pero no ocurre lo mismo con las caras que se muestran del otro lado. ¿Qué pinta tiene la persona que abre la puerta de su cabaña a Jason? El miedo, una emoción necesaria y común para todos los mortales, es fácil de identificar cuando nos ocurre a nosotros y lo vivimos en nuestras propias carnes, pero la cosa se complica cuando es otro el que lo está pasando mal. Lo cual es una pena, porque tan solo conociendo el lenguaje corporal del terror, podemos ayudar a la persona que está sufriendo.
MÁS
El lenguaje corporal puede meter en líos: gestos 'normales' que no hay que hacer fuera de España
El tono de voz, la postura y la dirección de manos y pies, básicos para interpretar el lenguaje no verbal
Ligar a golpe de 'like': la excesiva intensidad y otros errores muy habituales al tontear por Instagram

Ahora que se acerca Halloween, con sus maratones de cintas de miedo y los colgados que salen a la calle disfrazados de payasos con un cuchillo jamonero, parece importante entender los rasgos del pavor. De esa forma, podremos manejar nuestra postura para que el temor solo se proyecte si queremos, así como entender el miedo de los demás y ayudarles si lo necesitan.
¿Cómo es la cara de miedo?
Todos tenemos una especie de radar para interpretar el lenguaje corporal de los demás, y el rostro es la zona que más señales suele darnos. En el caso del miedo, se trata de una emoción muy relacionada con la supervivencia. Habitualmente, se expresa como una parálisis momentánea después de identificar una amenaza: es el tiempo en el que nuestro cerebro valora si debe huir o atacar.

Por eso, si tu amigo y tú vais andando por la calle y él se para en seco sin explicarte por qué, mira a vuestro alrededor (no sea que haya algo peligroso rondando) y, después, ve directamente a su cara. Si tiene miedo, serás capaz de identificar alguno de estos gestos:
- Cuando se tiene miedo, las cejas suben un poco por la sorpresa, pero lo más característico es que el entrecejo se tensa. Cuanto mayor sea la sorpresa, más se alzarán las cejas, pero si prima el temor, la tensión del entrecejo también prevalecerá. En ocasiones, esta emoción llega al cuello y lo tensa y retuerce, contrayéndolo.
- Los parpados inferiores también se tensan. A su vez, la boca se entreabre, mientras las comisuras de los labios van hacia atrás: cuando tienes miedo, la cara se tensa hacia la nuca, contraída, como si unas cuerdas tirasen de tus rasgos hacia atrás y tú te resistieses.

El miedo se puede producir por muchos estímulos diferentes. Estos pueden haberse adquirido a través de la cultura, por aprendizaje vicario (observando a una persona que se tenga como referencia) o por condicionamiento clásico, entre otros. Esta emoción es muy útil, y nos sirve para reaccionar y escapar de cualquier peligro inminente, pero si termina por paralizarte o impide que desarrolles tu vida con normalidad, no dudes en pedir ayuda profesional.
El cuerpo del miedo
En cualquier caso, el truco para reconocer bien el miedo está en los ojos. Para distinguir una cara sorprendida de una asustada, debes comprobar si los párpados superiores están más altos de lo normal, como desorbitados. Normalmente, si te fijas en las pupilas verás un poquito de la parte blanca por encima del iris, pero las cejas no suelen subir mucho. ¿No ves la diferencia? Puedes practicarlo tú mismo en el espejo, subiendo más o menos las cejas y frunciendo más o menos el ceño, y verás que la sorpresa y el miedo son dos máscaras muy distintas y fáciles de identificar.

Si no te basta con la cara, o consideras que el rostro no te da la información suficiente, puedes echar un vistazo al resto del cuerpo. En general, todo se tensa: lo más habitual es encorvarse, para refugiarse en uno mismo y ocupar menos espacio, pero la inseguridad, el nerviosismo o incluso la ansiedad se manifiestan en movimientos bruscos y torpes.
Una persona con miedo puede desarrollar otras emociones, como la ira, la tristeza o la angustia, y es importante que tanto él como sus acompañantes estén preparados para ello. A la hora de calmar a alguien que sienta pavor, recuerda hacerlo con tacto, sin juzgarle, y con paciencia y cariño.
