Diferencias entre estrés y ansiedad: se parecen pero son diferentes

Hay tres factores que diferencian el estrés de la ansiedad: el origen de la sensación, lo intenso y duradero que es, y el momento en el que suceden
Todos hemos sufrido estrés en algún momento de nuestra vida, ya sea por un examen demasiado complicado, por una discusión con algún ser querido o por una situación que se nos ha ido de las manos. Otra cosa bien distinta es la ansiedad, una emoción bastante común, pero a menudo confundida con el estrés. Estamos ante dos conceptos diferentes y entenderlos nos puede ayudar en primer lugar a comprendernos mejor a nosotros mismos y en segundo lugar a gestionar mejor nuestro malestar.
Conoce las diferencias entre estrés y ansiedad
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Para diferenciar el estrés y la ansiedad debemos analizar detalladamente tres aspectos: la causa, la intensidad y la temporalidad. Conozcámoslos a fondo:
- ¿Por qué te sientes estresado vs. ansioso?
Normalmente, el estrés surge ante una situación concreta. Como decíamos al principio, puede ser un examen, una entrevista de trabajo, una discusión con algún amigo o con tu pareja, etc. Independientemente del motivo, lo que está claro es que podemos identificarlo fácilmente y si alguien nos pregunta que por qué estamos estresados, sabríamos responderle.
En cambio, la ansiedad surge de una forma más difusa. Cuesta más trabajo identificar su origen y a menudo lo que la provoca es la propia aprensión a experimentar ansiedad. En otras palabras, miedo al miedo.
Por otro lado, lo que nos suele preocupar durante una situación de estrés es no ser capaces de gestionar las dificultades o bien porque no tenemos las habilidades necesarias o bien porque la solución depende de otra persona. En cambio, durante la ansiedad distorsionamos nuestra forma de pensar y aunque sí podemos resolver el problema, llegamos a creer que no y nos venimos abajo.
- ¿Cómo de intenso es el estrés vs. la ansiedad?
El estrés suele tener una intensidad moderada y una duración corta. Te sientes hiperactivado en un momento puntual, pero cuando se elimina la fuente de malestar, el estrés disminuye. Por ejemplo, en el caso de un examen nos sentimos angustiados al principio, pero horas después volvemos a la normalidad.
La ansiedad es más intensa que el estrés y suele alargarse en el tiempo. Es habitual que la sensación de preocupación, tensión y miedo se mantenga o bien físicamente o bien psicológicamente. Es decir, con problemas de sueño, cambios en la alimentación, sudores fríos, palpitaciones, etc., o dándole vueltas una y otra vez a los problemas, siendo incapaz de concentrarte, estando irritable, etc.

- ¿Cuándo comienzas a estar estresado vs. ansioso?
La reacción de estrés es instantánea. Nos exponemos a una situación que supera nuestras capacidades y comenzamos a experimentar malestar.
En cambio, la ansiedad es anticipatoria. En vez de esperar a conocer el problema en primera persona para ver si es para tanto, empezamos a darle vueltas previamente exagerando su gravedad, infravalorando nuestras capacidades y poniéndonos en lo peor. Esto es todavía más grave cuando la causa de la ansiedad es desconocida, porque te sientes preocupado y tenso pero no sabes muy bien por qué.
No todo son diferencias: similitudes entre estrés y ansiedad
Pese a sus notables diferencias, el estrés y la ansiedad tienen algo en común: las consecuencias, sobre todo cuando el estrés es crónico.
Una cosa es vivir una situación puntual de estrés y otra es sufrirlo constantemente. Esto es lo que sucede cuando nos exponemos a ambientes laborales muy agobiantes o relaciones interpersonales conflictivas. Lo más habitual es que en estos casos, la persona acabe desarrollando un cuadro de ansiedad.
Independientemente de si estamos ante un caso de estrés o ansiedad, podemos sufrir cualquiera de las siguientes complicaciones:
- Problemas para dormir.
- Atracones para mitigar el malestar o pérdida de apetito.
- Malestar estomacal con náuseas, diarrea o estreñimiento.
- Irritabilidad y tendencia a discutir con personas que no nos han hecho nada.
- Apatía y falta de ganas de hacer nada.
- Inseguridad o problemas de autoestima.
- Mayor probabilidad de padecer un cuadro depresivo.
- Peor rendimiento escolar o laboral.
- Falta de concentración.
- Tendencia a enfermar más, ya que el estrés y la ansiedad aumentan los niveles de cortisol, una hormona que afecta negativamente a nuestro sistema inmune.
- Tensión y dolor en determinados músculos, sobre todo en la zona de la espalda y el cuello.
- Opresión en el pecho.
- Una respiración más superficial y acelerada, sufriendo a menudo hiperventilación.
- Falta de lubricación, más dificultad para alcanzar el orgasmo y menos apetito sexual.
¿Cuándo pedir ayuda?
Cuando experimentas malestar, esto está afectando negativamente a tu salud física, tu estabilidad psicológica, tu trabajo, tu tiempo libre o tus relaciones sociales, y no sabes cómo gestionarlo por tu cuenta. Da igual si es estrés o ansiedad, lo importante es que estás pasándolo mal y tienes que ponerle remedio.
Un psicólogo estudiará detenidamente tu caso y te proporcionará las herramientas necesarias para que puedas manejar mejor la ansiedad o el estrés tanto ahora como en el futuro.