"Papá, mamá, os pido el divorcio": trámites para emanciparse antes de los 18

Tomar la decisión de emanciparse requiere pensarla con claridad: no se puede deshacer
Necesitarás la autorización de tus padres o tutores para poder ser libre
La convivencia con tus padres se ha vuelto insostenible en los últimos tiempos. Quizá vives en un entorno dañino y consideras que estás en peligro físico o psicológico; puede que uno de tus amantísimos cuidadores se ha vuelto a casar y piensas que ya es hora de salir por patas o, simplemente, te quieres ir.
Cualquiera de estos supuestos puede llevarte a un punto de no retorno, tanto como para tomar una decisión así de drástica: quieres emprender una vida independiente fuera del ‘yugo’ de tu figura paterna y materna. Vamos, divorciarte de ellos.
Qué implica emanciparse
Aunque es una situación de excepción, la emancipación es un recurso que contempla la ley para personas que hayan cumplido los 16 años y todavía no hayan llegado a la mayoría de edad. Concretamente el Código Civil en su artículo 314.
Hasta los 18 estás sujeto a la patria potestad, es decir, que son tus padres o tutores los están obligados a cuidarte a ti y a tus bienes. Una vez cumples la mayoría de edad, esta patria potestad desaparece y eres tú quien puede hacerse cargo de sí mismo y emprender una vida económicamente independiente.
La figura de la emancipación funciona de la misma forma, pero con limitaciones, es lo que la ley llama la ‘capacidad de obrar’. Una vez que se concede, la persona emancipada “puede disponer de su persona y de sus bienes como si fuera mayor de edad”. Pero hay letra pequeña. Siempre la hay.

Divorciarse a las buenas
Sentimos lanzarte este jarro de agua fría, pero para ‘divorciarte’ de tus padres o tutores legales antes de los 18 necesitas su autorización. Recuerda: son ellos los que tienen la patria potestad, la figura legal que ampara vuestra relación, tanto los sabrosos beneficios como los baches de la convivencia. Ellos te trajeron al mundo, y ellos tienen la sartén por el mango en el 99% de los casos.
Puede, por supuesto, darse el contexto feliz e improbable de que ellos acepten (o incluso estén deseando) esta separación forzosa antes de los límites temporales que te da la mayoría de edad. En ese caso, cuando tú has manifestado tu deseo de emanciparte y tus padres o tutores están de acuerdo, el proceso a seguir no es excesivamente complicado.
Tendrás que acudir con ellos ante un notario y suscribir los papeles necesarios mediante escritura pública. Necesitarás aportar tus datos personales y el libro de familia. Esta solicitud de emancipación también puedes realizarla delante del juez encargado de tu caso, por ejemplo, si tus padres están separados y el padre o la madre con el que convives se casa con otra persona.
En ambos supuestos, tanto el notario como el juez están obligados, en cierto modo, a advertirte de las consecuencias de esta decisión para que medites bien si quieres dar ese paso. Solo en situaciones muy específicas podrá el juez conceder el certificado de emancipación sin la autorización paterna, tras haber escuchado a las partes.
La decisión de emanciparse con autorización de tus padres o del juez es irrevocable. No se puede volver atrás. Ya lo dice la ley: a todos los efectos, es ‘como si fueras mayor de edad’.

A las malas
Ciertamente, los beneficios de emanciparse no parecen muchos, a priori, más allá de la extraña sensación de libertad que te da haberte librado de tus ‘malvados’ padres antes de tiempo. Puede que consigas que ellos o el juez den su brazo a torcer, te palmen la espalda y firmen ese certificado que para ti vale lo que un boleto ganador de la lotería de la vida (‘Adiós, hijo, te dejamos volar solo, ¿has hecho pis?’), pero en ese caso, toda una serie de inconvenientes empezarán a hacer cola a las puertas de tu nueva existencia en solitario.
Por ejemplo, al no haber cumplido los 18, no podrás votar, sacarte el carné de conducir o incluso pedir un préstamo bancario. A menos que dispongas de tus propios bienes y una cuenta corriente con luces de discoteca, las cosas se te pondrán difíciles. Para obtener algún beneficio de la emancipación que no sea solo simbólico, esta libertad adquirida también debería ser financiera y legal, y tanto la ley como la situación económica de muchos jóvenes de tu edad sugieren que aguantes hasta que te sea posible emprender el vuelo.