No hay que posponerla por miedo: la primera visita al ginecólogo no es tan horrible


La primera cita con el ginecólogo no es tan terrible como parece
La adolescencia es una montaña rusa. Los cambios se suceden en cuestión de días, llegan muchísimas sensaciones nuevas y toca ir haciendo ‘tic’ en experiencias que hasta ese momento no nos habíamos planteado. De la noche a la mañana dices adiós a tu pediatra, te asignan un médico de cabecera (¡para toda la vida!) y te hablan de ramas de la medicina que ni sabías que existían: urólogos, radiólogos, ginecólogos.

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Así que ahí estás, con quince años y la regla desde hace tres, pero sin saber si tienes que ir al ginecólogo ni qué te pasará una vez entres en la consulta. ¿Tienes que ir con tu madre o con una amiga? ¿Tendrás que someterte a una citología? ¿Y qué es una citología, de todas formas? No te preocupes: en Yasss hemos preguntado a médicos y charlado con varias chicas sobre la primera visita al ginecólogo, para que no te quedes con ninguna duda.
La primera cita
Ir al ginecólogo no se plantea como algo divertido, pero en realidad no da tanto miedo como imaginas. En 2016, el Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer destacaba que más de la mitad de las mujeres entre los 15 y los 24 años no había ido nunca al ginecólogo. Es normal: aunque hay muchas razones que justifican una primera cita ginecológica, la mayoría de estas son desconocidas.
A tu ginecólogo o ginecóloga se le consulta todo lo que tiene que ver con el sistema reproductor femenino. Esto incluye ciclos, embarazos o vello, entre otras muchas cuestiones. Aunque la mayoría de edad sanitaria no se alcanza hasta los dieciséis años, puedes pedir cita ginecológica antes, siempre y cuando te acompañe un adulto. Pese a eso, normalmente hay una serie de preguntas que se te harán a solas, relacionadas con tu vida sexual o la anticoncepción. Esto aplica tanto a la sanidad pública como a la privada.

Si quieres acudir a un ginecólogo, pide cita con tu médico de cabecera y coméntale las dudas que te han surgido. Quizás puedan resolvértelas en el sitio, o tal vez tengan que mandarte pruebas. Si no, puede que te deriven a un ginecólogo. En la primera cita se te abrirá un expediente y se te harán distintas preguntas sobre salud. Lo que viene después depende de si eres sexualmente activa o no.
No es para tanto
Es normal que te enfrentes a tu primera visita al ginecólogo con nervios, pero tienes que saber que dependiendo de si has mantenido relaciones o no la consulta será de una forma u otra. Lo normal es que no dure más de veinte minutos. El ginecólogo empezará con unas preguntas sobre tu historial, y cuando quiera preguntarte sobre tu vida sexual, probablemente preguntará si quieres que tu acompañante siga en la consulta o no, o directamente le pedirá que salga. Ahí te peguntará por tus ciclos y relaciones, si tomas o no métodos anticonceptivos, y será el momento de plantearle las dudas que te hayan surgido.
Si tienes una vida sexual activa, el médico realizará una exploración para comprobar que todo está bien. Esta puede ser una exploración visual y táctil de las mamas y los genitales, la introducción de un separador llamado espéculo, con el que se hace una observación de la vagina y del cuello uterino, una ecografía o la toma de una muestra de la superficie del cuello uterino y de la vagina. A esto último se le llama citología, y sirve para detectar enfermedades como el papiloma humano, el cáncer o la candidiasis.
Para la segunda parte de la consulta, los médicos y auxiliares te pedirán que te desvistas. Para ello, te dejarán un espacio a solas y te darán una bata limpia. Después, tendrás que tumbarte en una camilla que tiene dos sujeciones en alto a los lados, sobre las que tendrás que poner las piernas. Es un poco incómodo, pero nada tan doloroso como lo que te puedas imaginar.
Experiencias variadas
Tere (19 años) fue al ginecólogo después de su primera experiencia sexual. “Fui con un poco de pánico, pero ellos están acostumbradísimos a eso. Mi doctora fue muy simpática conmigo: me hizo preguntas y luego la exploración con el espéculo, que se abre dentro de la vagina y es un poco incómodo, como tener un paraguas pequeñito dentro”, cuenta la chica. “Pero no era ni de lejos tan doloroso como pensé que sería. Ella me preguntó con mucha calma, me habló todo el rato y me enseñó a respirar mientras me examinaba. No he cambiado de ginecóloga desde entonces”.

Para Julia (22 años) fue un poco más complicado. Ella fue al ginecólogo antes de mantener relaciones sexuales porque se notó un bulto en el pecho. “Tenía 14 años y mucho miedo, me imaginaba lo peor. Pero el doctor me tranquilizó mucho, me hizo ecografías y al final no pasaba nada”, explica. “Es benigno y lo tengo desde entonces, pero voy una vez al año a verle desde entonces, para llevar un control sobre él y hacerme mis revisiones”.
La primera cita con el ginecólogo también puede ser una buena oportunidad para pedir una prueba de ETS, con la que también podrás llevar un registro de infecciones y enfermedades de transmisión sexual. Y si tienes alguna duda relacionada con el sexo, recuerda que puedes acudir directamente a los centros de planificación familiar, donde te informarán mucho más rápido.