Carne, huevos, leche y más: diferencias entre la dieta vegana y la vegetariana


La dieta vegana se entiende como una versión más estricta de la vegetariana, pero no tiene por qué serlo.
Las personas vegetarianas no comen carne (tampoco pescado o marisco), pero sí algunos productos derivados de algunos animales.
Después de tantos meses separados y compartiendo cervezas telemáticamente, por fin vas a reunir a todos tus amigos para poneros al día, repetir que todo da asco, quejaros juntos. Te toca a ti ser la anfitriona, porque tu casa es la más bonita y tiene una terraza preciosa; no te había parecido mala idea hasta que llegaste a la cocina y pensaste qué ibas a preparar para la cena.

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Se te ocurre que la solución más sencilla sería ir al supermercado y comprar unas pizzas: no crees que nadie ponga ninguna pega. ¿Hay alguien intolerante a la lactosa? No. ¿Puede tomar gluten todo el mundo? Sí. Piensas entonces en tu amigo Rafa, que siempre que vais a cenar, os recuerda que él no come carne. ¿El problema es solo con el pollo, pero come pescado? ¿Y la leche y los huevos? ¿Evita comer productos de origen animal o solo animales?
Para la próxima, deberías estar más pendiente de lo que Rafa dice. Pero, ahora, escríbele un mensaje, pregúntale si es vegano o vegetariano y baja a hacer la compra. Nosotras te contamos, rápidamente, cuáles son las diferencias entre esas dos dietas.
¿Nuevas posturas?
Parece que lo hemos inventado todo, pero tanto el veganismo como el vegetarianismo son tendencias nutricionales que llevan en el mundo desde mucho antes de que los millennials y los Z aterrizásemos. Se trata de dos posturas que buscan ser más responsables con los animales y la forma en que estos son tratados y producidos en masa, para su consumo posterior.

Ambas son tendencias en expansión en los últimos años, que han conseguido llevar el debate sobre consumo ético a campos en los que, hasta hace no mucho, era impensable. Sus repercusiones generan conversaciones y diálogo, lo que ha conseguido que muchas empresas e instituciones tengan que replantearse su manera de producir.
Vegetarianos y veganos tienen en común la vocación de, con sus hábitos, tener un impacto positivo en el medio, mientras se posicionan en contra de un sistema abusivo y perjudicial con los animales y el medio. Ahora bien, su motivación puede ser muy distinta: desde religiosa a ecologista, pasando por la empatía con los animales y la convicción de que no debemos dominarlos ni darles el uso al que, hoy por hoy, están sometidos.
Vegetarianismo al día
La Sociedad Vegetariana explica en su web que los vegetarianos son personas que no comen productos o subproductos relacionados con la matanza de animales. Esto es, nada de carne, sea del tipo que sea (no, ni siquiera pescado y marisco), de gelatina, vísceras, proteína animal o cualquier tipo de grasa que venga de la matanza.

No hay una sola forma de ser vegetariano, y el consumo de determinados productos, como los huevos, la miel o la leche, genera debate. Las personas vegetarianas no consumen el animal, pero sí algún derivado, como los lácteos. Antes de preparar la cena para una persona con esa dieta, pregunta cuáles son sus restricciones.
Algunas de las más conocidas son la ovo-lacto-vegetariana, que evitan todo tipo de carne, pescado y marisco, pero con consumo de productos lácteos y huevos, la lacto-vegetariana, que no consume, carne, pescado, marisco ni huevos, pero sí derivados lácteos, y la ovo-vegetariana, que no consume productos lácteos ni carne ni pescado o marisco, pero sí huevos.
¿Y los veganos?
Por otro lado, las personas veganas no consumen productos de origen animal, ni el cuerpo en sí mismo ni derivados, como los huevos o la miel. Se considera que el veganismo es una versión estricta del vegetarianismo y que las personas vegetarianas pueden adaptar poco a poco su dieta hasta que no consuman productos derivados, pero no tiene por qué ocurrir. Eso es una decisión personal que solo ellos deberían cuestionarse.

Normalmente, estas prácticas nutricionales van acompañadas de otros cambios en el consumo, como la ropa (de segunda mano, vintage o sostenible; la ‘fast fashion’ es una industria muy contaminante) o determinados productos tecnológicos. Todo depende de las motivaciones de esa persona.