"Mis padres se van a divorciar y no sé qué hacer": diferentes modos de superar la separación


El divorcio de tus padres casi siempre es una cosa difícil. En general, la separación de una pareja nunca es fácil, pero lo es mucho menos cuando hay hijos y burocracia de por medio.
Muchos matrimonios siguen juntos 'por los hijos' y les generan una sensación de culpa enorme.
Hay que entender que no va con nosotros, comunicar nuestras emociones y asumir que habrá cambios son las claves para superar la separación.
Los matrimonios se unen y se separan casi en la misma proporción (es una exageración, aunque es una tasa muy alta; en Estados Unidos, por ejemplo, se estima que la mitad de los matrimonios acaban con abogados de por medio). Simplemente, hay cosas que no funcionan, y cuando una pareja toma la decisión de separarse es para tratar de vivir mejor. El problema es que muchos matrimonios siguen juntos, sin quererlo, “por los hijos”, porque consideran que un divorcio es un evento traumatiquísimo que nos marcará de por vida.
Un día, la pareja explota, y los más pequeños se encuentran con que, sin ningún tipo de explicación o antecedente, sus padres se van a divorciar. Es ahí donde reside el problema: los hijos no saben cómo gestionar la noticia, se les utiliza a ellos como responsables del funcionamiento de una pareja y, además, se ven en medio de una situación en la que nadie cuenta con ellos.
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Mis padres y su divorcio ya me tienen los huevos al plato.
— Luli 🌻 (@lulimusto) 14 de mayo de 2020
Lo cierto es que un divorcio es un proceso que afecta a toda la familia y que, si se lleva bien y con comunicación, no tiene por qué resultar problemático, sino que puede incluso mejorar la situación anterior. En Yasss te contamos cómo.
¿Por qué mis padres?
Dependiendo de la edad a la que ‘te toque’ el divorcio, las preguntas que te harás cuando te cuenten lo que pasa serán unas u otras. También influye el tipo de pareja que formasen tus padres, y cómo se hayan mostrado contigo. En cualquier caso, una de las primeras dudas que uno se hace cuando se entera de la noticia es “¿por qué se separan?”.
Hay miles de razones posibles, y quizás nunca llegues a saber los motivos que llevan a tus padres a separar sus caminos. De hecho, es casi lo mejor: las razones que les llevan a separarse son suyas y nunca, jamás, dependen de ti. Los psicólogos advierten de que muchos adolescentes piensan que sus padres se separan por su culpa: piensan que han fomentado discusiones, que su comportamiento ha generado malos rollos o que han acabado con el amor de sus padres. Pero el divorcio de un matrimonio viene siempre por problemas dentro de la pareja, no por los conflictos que surgen con los hijos, y las decisiones entorno a su relación son única y exclusivamente suyas.

Es normal que, durante el divorcio, notes un abanico de emociones muy amplio: desde la gratitud al enfado, pasando por el enfado o la decepción. Quizás tomes parte por uno de ellos, te sientas decepcionado o con miedo, sobre todo si el matrimonio se separa después de muchas discusiones. Intenta no pensar en este conflicto como algo íntimo o personal y háblalo con alguien de confianza, como un familiar o un amigo. Piensa que es una situación muy habitual, y tú estás en tu derecho de sentir todas esas cosas, pero si ves que la situación te desborda, lo mejor será hablar con un psicólogo. Ellos están muy acostumbrados a gestionar estos conflictos y pueden ayudar a colocarte en una posición en la que te duela mucho menos todo esto.
¿Cómo va a cambiar todo?
Cada situación es un mundo, pero es posible que tengas que asumir muchos cambios después del divorcio de tus padres. Quizás tengas que mudarte o cambiar de centro de estudios, y deberás repartir tu tiempo para estar con ambos. Eso le ocurrió a Andrea (23 años), cuyos padres se separaron cuando ella tenía 10 años, y que recuerda esos primeros momentos como algo bastante trágico: “En mi caso fue muy dramático, porque mis padres se engañaban desde hacía muchísimo tiempo”, explica a Yasss.es. “Eso yo no lo sabía, y por eso fue un shock cuando nos reunieron, a mi hermana pequeña y a mí, para contarnos que se iban a divorciar”.
La separación trajo cambios bruscos a sus vidas: “Cambiamos de casa, de barrio, de colegio y de amigos”, añade. “Monté un berrinche enorme y estuve sin hablarles muchos meses. Les culpaba por no haber sido fieles, pero con el tiempo se me pasó; en el fondo, lo que más me molesta ahora es que no lo hiciesen antes. Siguieron juntos con la excusa de ‘las niñas’, pero la verdad es que eran demasiado cobardes como para empezar de cero”.

Andrea, que vive ahora con su madre, pasó ocho años a medio camino entre dos pisos de Madrid, y reconoce que eso sí le afectó bastante. “Intentaron competir por nuestro cariño, en vez de hablar con nosotras, y pelearon la custodia sin tenernos en cuenta”, asegura la chica, por teléfono. “Al principio teníamos muchos regalos porque intentaban compensarnos y claro, nosotras encantadas”, ríe. “No sé, creo que el ambiente no ayudó. Ellos mismos lo veían como algo raro. Creo que ahora todo está más normalizado, que no tendríamos ese drama”.
¿Qué habría cambiado ella de ese proceso? Andrea asegura que, por su parte, lo hizo lo mejor que pudo. “Desde el principio, nosotras nos consideramos ‘víctimas de la situación’. Seguramente por mi abuela, que recibió la noticia como si fuese el fin del mundo. En fin, ahora no se puede hacer nada, pero me habría gustado que mis padres fuesen más pacíficos, que buscasen soluciones y que no nos hubiesen utilizado como un premio que ganar al otro”, concluye la chica.

En general, los especialistas siguen esta línea de acción y recomiendan a los padres que, salvo casos excepcionales, mantengan el contacto entre ellos, sean justos y hablen del futuro con sus hijos. Por lo demás, es una situación muy habitual en la que nosotros ni pinchamos ni cortamos: lo único que podemos hacer es, si lo necesitamos, pedir ayuda.