Fomo: el miedo a perderse cosas que te está disparando la ansiedad

yasss.es
22/06/201810:30 h.No eres capaz de ver un capítulo de una serie (ni siquiera los cortos, los de veinte minutos) sin mirar el móvil. Aprovechas un viaje en metro para comprobar que no tienes ningún Whatsapp nuevo. Tres veces. Dejas tu teléfono a mano mientras estudias o trabajas y se te van los ojos constantemente porque parece que se ha encendido la lucecita de las notificaciones. Sales a tomar unas cervezas con tus colegas y estás más pendiente de las conversaciones que tienes en el móvil que de las conversaciones que tienes con ellos.
Perdona que te diga, pero lo tuyo va a ser FOMO. Una necesidad constante de estar conectado "por si te han mencionado", "por si te han etiquetado en una foto", "por si te ha escrito el crush", por si, por si, por si, por si... por si me estoy creyendo que dentro de mi móvil pasan cosas muchísimo más interesantes que fuera de él.

No te preocupes, no es culpa tuya. Del todo. Porque algo de culpa sí te corresponde a ti y solo a ti. Las redes sociales han cambiado por completo la forma en la que percibimos el mundo. Twitter nos hace pensar que hay noticias superfuertes todo el rato. Facebook que tus primos están pariendo costantemente. E Instagram, que las vidas de los demás son mucho más interesantes que la tuya. Moverte en estas redes con frecuencia te ha convencido de que tú eres un culquiera que no tiene nada interesante que hacer o que decir y te tiene totalmente confundido sobre lo que importa de verdad.
Párate a pensarlo ahora mismo: ¿quién es más importante: tu amigo al que hace un mes que no ves o un pesado de Twitter que ni siquiera conoces? Seguramente sabes la respuesta. Y lo peor de todo. También sabes que ese pesado de Twitter que no sabes ni quién es te está generando ansiedad. Porque quién es él para decirte a ti nada y por qué no para de contestar a mi tuit con sus movidas que me están saltando notificaciones cada dos minutos. Y te estás montando un drama interno y un malestar que no veas en vez de estar disfrutando de un refrigerio (otra palabra viejoven) con tu colega.
La palabra Fomo tuvo que ser inventada para poderle dar nombre a un caso que cada vez era más frecuente: la necesidad de estar conectado, el miedo a quedarse excluido de "lo que está pasando". Haciendo un resumen de lo más básico y simplificando un problema tan complejo como este, para que lo podamos entender, lo que está ocurriendo es que le estamos dando más importancia a nuestra presencia en redes que a nuestra presencia en... la calle. Que nos han convencido de que todo lo que es noticia o todas las actividades megachachis que hacen tus contactos de Instagram es lo que de verdad importa en la vida. Y pueden pasar dos cosas: que creas que te quedas fuera de lugar si no te enteras de cuál es el meme del día en Twitter o si te pierdes el directo de Brays Efe que tanto lo peta; o que te creas que tienes que acudir a todas las fiestas que puedas, que tienes que irte de vacaciones a Ibiza y que tienes que estrenar outfit a diario. Cualquiera de las dos opciones acaba en el mismo punto: tus niveles de estrés y ansiedad aumentan notablemente.

Vale, creo que tengo Fomo. ¿Qué hago, me mato?
No, no es necesario que te mates. Lo que es necesario es que hagas un poquito de repaso a tus experiencias personales. Y que seas muy sincero contigo mismo, porque es muy fácil poner excusas a por qué cogiste el móvil cuando estabas en el cine y no solo te perdiste cinco minutos de la peli sino que además molestaste con la luz a todos los que tenías alrededor.
Piensa en el uso que haces de tu móvil: ¿te mueres si te lo olvidas en casa o si te quedas sin batería y no tienes cargador? ¿Dejas de prestar atención a la gente que tienes alrededor (amigos, hijos, pareja) por mirar tus redes o Whatsapp? ¿Te metes en la cama y te pasas las horas muertas mirando tu teléfono y te duermes mucho más tarde de lo que deberías por este motivo? Y, la más importante: ¿cómo te sientes después de haber usado tu teléfono? ¿Te sientes bien, satisfecho, o te sientes más intranquilo, irritado o insatisfecho?
Ahora toca tomar una decisión personal: ¿estás dispuesto a cambiar tu relación con el móvil? Esta es la verdad: te va a costar. Porque cuando dejes el móvil a un lado va a dispararse tu ansiedad y controlar la ansiedad es muy complicado. Si crees que la ansiedad te está controlando a ti, lo mejor es que acudas a un profesional (psicólogos y psiquiatras). Si crees que tú puedes controlar tu ansiedad... ¡dale caña! Lo mejor es que empieces dosificando el tiempo que pasas con el móvil y estableciendo prioridades.
Por ejemplo: cuando estés con alguien o estés realizando una actividad (ir al cine, ir de compras, ir al gimnasio), no mires el móvil. Para nada. Si en el gimnasio o en el transporte público usas tu teléfono para ponerte música, entonces ponte música con el modo avión, así evitarás tentaciones. Al mismo tiempo, puedes ponerle límites al tiempo que pasas con el móvil. Por ejemplo, míralo cada dos horas en el trabajo o mientras estudias, como descanso. Cada dos horas, sal a la calle, que te dé el aire, y llévate el móvil durante diez o quince minutos como máximo. Y por las noches, si te gusta mirar el móvil mientras estás en el sofá, ponte media hora. Y se acabó.
Además, también te ayudará hacer planes con antelación. Si planificas tu ocio habrás rellenado "huecos muertos" que a lo mejor también pasabas en casa tirado en el sofá mirando el móvil. ¡Seguro que hay mil cosas que te apetece hacer y que creías que no tenías tiempo para ellas! Pues ahora sí lo vas a tener, porque ya verás como, en cuanto recortes tu tiempo de móvil, te van a sobrar horas del día.