Hablar claro, poner límites y otras claves para mantener parcelas separadas cuando estamos en pareja


Mantener el ‘yo’ y el ‘nosotros’ separado en una relación de pareja es clave para que esta funcione
Comunicar sin miedo, marcar límites, respetar al otro… la psicóloga Harriet Lerner propone diez pautas que ayudarán a construir un yo más independiente de la relación, así como una relación más fuerte
Las relaciones de pareja son puzles compuestos por varias piezas que, en menor o mayor medida, encajan para dar forma a lo que consideren oportuno. Para que este vínculo sea sólido, es importante que las partes pasen tiempo de calidad juntas, se comuniquen y se respeten, pero también que cada una de ellas mantenga la independencia respecto a los demás. Eso no significa que cada uno deba ir a su bola y pasar del resto, sino que, independientemente de las relaciones y rutinas del otro, tú puedas seguir con las tuyas.
Mantener parcelas separadas en tu relación es mucho más importante de lo que pueda parecer. El ‘yo’ y el ‘nosotros’ son dos pronombres diferentes, y así debe serlo también con tu pareja; la idea es avanzar juntos y negociar, no cambiar planes u opiniones por la otra persona ni dejar de hacer lo que te gusta. Esos son pasos hacia una relación dependiente, cuando lo que queremos es una fuerte y unida.
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¿Cómo lo logramos?
Para conseguirlo, la psicoterapeuta y autora del libro superventas ‘The Dance of Anger’ Harriet Lerner propuso el año pasado diez sencillos pasos que permiten mantener tanto la autonomía como una relación de pareja sana. Se trata de los siguientes:
- Podemos hablar de lo que es importante para nosotros.
- Podemos definir nuestros valores, creencias, convicciones y principios y mantenerlos en la relación. Además, podemos actuar en consecuencia con ellos o equivocarnos y contradecirlos sin temor al otro.
- Podemos adoptar una postura clara en situaciones importantes muy emocionales.
- Podemos marcar los límites de lo que es aceptable y tolerable para nosotros en una relación.
- Podemos definir los límites de lo que hacemos o damos cómodamente.
- Podemos compartir sin miedo nuestros problemas y vulnerabilidades con la otra parte.
Ahora bien, aclara Lerner, una relación sólida y sana exige no solamente poder ser ‘nosotros mismos’, sino que la otra persona también debe sentirse lo suficientemente bien como para hacer lo mismo. Eso implica:
- Nos hacemos cargo y respetamos la habilidad de la otra persona para resolver sus problemas y gestionar sus reacciones y miedo a lo largo del tiempo.
- Nos sentimos emocionalmente conectados a la otra parte, que siente, piensa y cree de manera diferente a la nuestra, pero no por eso sentimos la necesidad de cambiarles ni de corregirles, mucho menos de ‘arreglarles’.
- Si la otra persona nos pide un consejo u opinión, podemos dárselo. Lo mejor es hacerlo desde la empatía y la experiencia personal (“esto me ayudó a mi” o “si estuviera en tu lugar haría esto”, por ejemplo), reconociendo siempre que la propuesta puede no ser de ayuda o desestimada, sin que se trate por ello de un rechazo personal.
- Podemos decir las cosas tal y como las vemos sin ponernos destructivos ni agresivos. Tampoco se trata de convencer u ordenar a la otra persona lo que tiene que hacer; la empatía y la individualidad de cada uno no van de eso.
Cumplir con todos los puntos anteriores no es sencillo, pero merece la pena. Según la psicóloga, esforzarnos y trabajar para encajar dentro de esos márgenes nos ayudará a tener la autonomía que merecemos con la pareja que deseamos, así como a construir juntos un vínculo más fuerte y realista. Es todo un reto y resulta complicado cumplirlos todos; lo mejor es escoger varios y currárselo mucho, sin prisa, pero sin pausa. Tanto tu relación como tú lo agradeceréis.
