Ha tardado 10 años en ver la luz y está inspirada en una historia real: la intrahistoria de 'El juego del calamar'

La ficción surcoreana se ha convertido en un fenómeno mundial y es lo más visto del catálogo de Netflix
Hwang Dong-hyuk, el creador de la serie, se inspiró en la historia de unos trabadores que iban a perder su trabajo en 2009
Nadie quería apostar por la ficción y Hwang Dong-hyuk tardó nueve años en conseguir que alguna compañía se animara a producirla
'El juego del calamar' es ya un fenómeno a nivel mundial y, según Ted Sarandos, el director ejecutivo de Netflix, la ficción surcoreana está cerca de convertirse en la serie más vista de la plataforma en toda su historia, superando a sus grandes éxitos como 'La casa de papel' o 'Los Bridgerton'. Además, ha llevado al estrellato a sus protagonistas y ha causado tal furor que miles de personas han llamado al número de teléfono que aparece en la serie, que resulta ser real y pertenece a un hombre de unos 40 años residente en la provincia surcoreana de Gyeonggi, que confiesa haber llegado a recibir 4.000 llamadas diarias.
Pero hasta que en 2018 Netflix se fijó en el guion creado por Hwang Dong-hyuk, nadie quería apostar por esta serie que ha enganchado a millones de personas y que presenta a un grupo de 456 personas que atraviesan una delicada situación financiera y que aceptan participar en un macabro concurso compuesto por varios juegos infantiles para hacerse con un jugoso premio en metálico, 45.600 millones de wones o, lo que es lo mismo, casi 33 millones de euros.
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Hwang Dong-hyuk escribió esta historia, que muchos se preguntan si podría ser real, entre 2008 y 2009 e intentó conseguir financiación en distintas productoras y medios de comunicación, que rechazaban el guion por ser demasiado violento y narrar algo tan oscuro y poco convencional, según ha explicado el creador en varias entrevistas que ha dado tras el éxito de la serie. Después de un año intentando que alguien apostase por 'Squid Game', Hwang Dong-hyuk guardó el guion en un cajón, pero nunca se olvidó de él y finalmente en 2018, diez años después de comenzar a escribirlo, firmó un contrato con Netflix.
Diez años esperando
Dos años después de aquella firma, el sueño de Hwang Dong-hyuk se hacía realidad y en septiembre de 2021, su serie se estrenaba en 90 países de forma simultánea. Aquella ficción macabra que nadie quería producir se ha convertido en un éxito arrollador y fans de todo el mundo quieren más capítulos, por lo que Netflix le ha ofrecido al creador producir una segunda temporada que, sin lugar a dudas, volvería a arrasar entre los abonados a la plataforma.
Ahora la pelota está en el tejado de Hwang Dong-hyuk, que ha manifestado que continuar la historia no está entre sus prioridades y que concibió la primera tanda de episodios cuando el mundo y él mismo atravesaban un momento económico muy delicado, lo que le inspiró a escribir un guion en el que sus protagonistas estaban dispuestos a hacer cualquier cosa e, incluso, a perder la vida, a cambio de tener la oportunidad de optar a una gran cantidad de dinero en metálico que resuelva todos sus problemas.

Inspirada en una historia real
En algunas entrevistas, Hwang Dong-hyuk ha asegurado que su objetivo es que la gente se entretenga viendo 'El juego del calamar', pero no niega que hace una crítica al capitalismo y que le gustaría que los espectadores, al acabar de ver la serie, se lancen a hacerse preguntas sobre el espíritu competitivo que define a las sociedades capitalistas, que son las mismas cuestiones que él se hizo hace 13 años, cuando comenzó a escribir el guion.
En aquel momento, Hwang Dong-hyuk estaba atravesando un situación económica muy delicada en casa y en el mundo acaba de estallar una gran crisis económica que condujo a la destrucción de millones de empleos y llevó a miles de personas a la pobreza. En esta situación, el guionista surcoreano se refugió en la lectura de algunos cómics japoneses como 'Battle Royale', 'As the Gods Will' o 'Alice in Borderland', que reconoce que fueron el punto de partido para que se le ocurriera la serie y es que, en estas historias había algo en común: personas "económicamente desesperadas" que participaban en algún juego de supervivencia.
Fue entonces cuando Hwang Dong-hyuk se planteó la posibilidad de que un concurso de estas características se diera en la Corea del Sur de 2008 y se dio cuenta que él participaría sin pensarlo dos veces para conseguir dinero y pagar todas sus deudas, que eran "un montón", según le confesó a The Times. The Wall Street Journal contó, además, que el proceso de creación del guion quedó interrumpido durante unos meses porque Hwang Dong-hyuk se vio obligado a vender el portátil con el que escribía a cambio de 532 euros y así poder contribuir a la economía familiar (por entonces vivía con su madre y abuela).

Además de cómics, Hwang Dong-hyuk leía los periódicos surcoreanos y estaba al tanto de las noticias del mundo y de su país. Fue una de ellas la que le inspiró para crear a uno de los personajes principales de la trama, Gi-hun: en 2009, los trabajadores de SsangYong Motors, un importante fabricante de coches de Corea del Sur, organizaron una gran huelga tras descubrir que la empresa había cambiado de dueños y estos se planteaban despedir a buena parte de la plantilla.
Así fue cómo nació Gi-hun, un hombre que acababa de ser despedido de Dragon Motors ('Dragon' es un guiño a 'Ssangyong' que significa "doble dragón") y cuyo objetivo era demostrar a los espectadores que, en una situación desesperada, todo el mundo podría aceptar una propuesta como la que plantea la serie, que le llevase a participar en un concurso en el que podría perder la vida. De hecho, un extrabajador de SsangYong Motors reconoció su historia antes de que el creador confirmase que estaba basado en dicha huelga y se lo agradeció por Facebook.

La razón de utilizar juegos infantiles
Hwang Dong-hyuk también ha explicado por qué ha utilizado juegos populares de Corea del Sur, a los que él jugaba en el recreo o al salir de clase en la calle junto a sus amigos. La razón es muy simple: no se requiere mucho tiempo ni energía en comprender las reglas de este tipo de juegos, que pueden ser entendidos fácilmente por espectadores de todo el mundo.