En vacaciones o en los ratos libres: cinco libros que no podrás dejar de leer este verano


Engancharse y leer libros de calidad no está reñido, y menos en verano
Quizá seas uno de esos que ha pasado el confinamiento devorando libros (físicos o electrónicos) para apagar la incertidumbre y todo ese tiempo libre que se abría ante ti. Los últimos datos apuntan a esta conclusión: tres meses de encierro han hecho que consumamos más series, películas y libros que nunca. Es ahora cuando las librerías empiezan a recuperar el latido y las editoriales a recolocar las novedades que fueron enterradas, valga la metáfora, por asuntos más urgentes.
Hablar de libros ‘para el verano’ no tiene que ser sinónimo de recomendaciones ligeras sin el menor poso. Hoy venimos a recomendarte cinco bulldozers para que mantengas tu ritmo devorador de ficciones. La trama es buena y la calidad no desmerece. Olvídate de superventas acartonados de los que no recuerdas más que un viento y un vacío al leer la última palabra.
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La sangre manda (Stephen King)
/Plaza & Janés/
La fama de comercial algo injusta de King no emborrona sus logros a la hora de mover los hilos de nuestro imaginario colectivo. Cinco décadas mandando en nuestro terror desde los rincones más profundos de Maine, su particular Yoknapatawpha (eviten decirlo dos veces o infartarán). Entre el clamor popular y la reticencia de algunos obtusos a incluirlo en el podio de los grandes novelistas, King sigue siendo (indiscutiblemente) el rey en las ficciones que colonizan nuestra psique lectora con la sangre espesa de lo que no se puede decir, eso que se susurra a media voz para luego apartar la vista, sea con un monstruo o con un trauma infantil que mueve sus patas de araña ante nuestros ojos.
Una de sus facetas menos conocidas son sus novelas cortas, de la que han salido brevedades (es un decir) tan importantes como ‘La niebla’ o ‘Cadena Perpetua’. Regresa ahora con cuatro nouvelles reunidas en este volumen. Recupera además a Holly Gibney, detective-médium que ya había aparecido en ‘Mr. Mercedes’ o ‘El visitante’. Un personaje superlativo y un buen libro a medio camino entre lo comercial y ese plus de la buena literatura. Es mucho lo que le debemos al maestro.
La educación de un ladrón (Edward Bunker)
/Sajalín/
La editorial Sajalín siempre es garantía de algunos descubrimientos interesantes para el verano en materia de novela negra: un catálogo lleno corrupción, crimen y atracos a punta de pistola. Para el profano, tienen ya varias perlas adictivas en el asunto de descender a los abismos de la violencia: ‘Réquiem por un sueño’ o el ciclo las novelas de ‘Carter’.
La corona de este lumpen ha recaído varias veces ya en Edward Bunker. Bendito el lector que descubre por primera vez a esta ‘bestia tan feroz’, uno de los pocos escritores capaces de hacerte saber que la descripción minuciosa del palo a una joyería es tan real como la voz desde la que se narra. Conviene aprovechar la segunda edición en librerías de ‘La educación de un ladrón’, una autobiografía que promete todo lo bueno que ya trajo en ‘La fábrica de animales’ o ‘Perro come perro’. La apisonadora que necesitas.
La forastera (Olga Merino)
/Alfaguara/
‘Ellos no lo saben pero aquí estoy bien, con el huerto y los perros, las trochas y mis piernas. La cancela siempre está abierta. No les tengo miedo. Chismorrean. Saben que escondo una escopeta en la cámara del grano, una vieja Sarasqueta del calibre doce. Creen que estoy loca porque frecuento el cementerio, hablo en voz alta frente a la tumba de mi madre, bebo, me río sola y apenas tengo trato con nadie. Tampoco me corto el pelo desde que murió mi vieja. Que estoy mal de la cabeza, dicen. Si acaso estoy loca de puro cuerda. Yo conozco mi sombra y mi verdad’.
Basta leer la primera página de ‘La forastera’ para saber que estamos ante una prosa exquisita, entonada desde los rincones más auténticos del personaje protagonista, Angie. La ambientación también fascina, por cómo se va desplegando ante el lector el territorio recuperado de esta ‘forastera” violenta, hosca, desapegada, una jinete pálida que regresa a la tierra de sus ancestros para buscar una paz que jamás encontrará y, de paso, desenterrar unos cuantos secretos. Una suerte western patrio con la luz campesina del sur de España; repleto de una violencia que se vehicula poco a poco, página tras página. Soberbia, o dicho para que el aire acondicionado nos escuche, se lee como un tiro.
‘Animal de nieve’ (Dara Scully)
/Caballo de Troya/
Entre las nuevas voces narrativas que han surgido en los últimos tiempos destacan algunos hallazgos de la editorial Caballo de Troya, que a ratos ha sabido enhebrar un catálogo a medio camino entre la urgencia autobiográfica del presente y libros con mayores posibilidades de perdurar en el tiempo.
Scully (también fotógrafa) trae una historia de alumnas de internado a las que trata de dominar con mano de hierro su profesora. Atmósferas heladas, con la textura de una pesadilla lenta. Un lenguaje cuidadísimo, muy inspirado en la reina europea de la frase corta-cuchilla, Fleur Jaeggy.
‘Listas, guapas, limpias’ (Anna Pacheco)
/Caballo de Troya/
Pacheco (cínica, biliosa) nos habla sobre clase social, feminismo y género a través de un personaje que ingresa en la madurez y trata de hacer las paces (o la guerra) con sus orígenes. 'Encajar' y 'aparentar' son verbos importantes en este destino narrativo.
Dos autoras a las que merece la pena seguir.