Hacer 'luz de gas' es uno de los hábitos más tóxicos que existen y a veces se hace sin darse cuenta

Una sexóloga y asesora de parejas y una psicóloga nos explican qué es hacer luz de gas a tu pareja
Cuando te hacen luz de gas llegas a dudar de tus propios pensamientos o recuerdos
El gaslighting o luz de gas es una dinámica de descrédito de las opiniones y sentimientos de la otra persona que implica mayor o menor manipulación de la otra persona y se puede llevar a cabo de manera intencionada o no. Esta definición tan curiosa nació en la década de 1930, en una obra de teatro y películas posteriores, pero es un hábito a la orden del día. Si has visto la serie 'You', por ejemplo, sabes de qué vamos a hablar.
"Sí, estoy loca, como mi madre. Si no estuviera loca, te habría ayudado. Hicieras lo que hicieras, habría sentido pena por ti y te habría protegido. Pero como estoy loca, te odio. Como estoy loca, te traiciono. Como estoy loca, me alegro con todo mi corazón de verte ir". Estas son las palabras que el personaje de Ingrid Bergman, en 'Luz que agoniza', le dice a su marido manipulador, a quien interpreta un turbio Charles Boyer. Hoy en día, a la pobre Paula Alquist, le diríamos "amiga, date cuenta", pero como imaginas, en 1944, en una película ambientada a finales del siglo XIX, ni la perspectiva de género era tan habitual ni éramos tan conscientes en materia de feminismo y relaciones sanas.
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Tal vez te preguntes por qué estamos hablando de cine clásico de repente, si el título del artículo va por otro lado, pero tenemos que hacer un poco de historia para entender mejor este hábito tóxico común en las relaciones de pareja que vamos a abordar.
Aunque ha existido siempre y todavía es una práctica habitual (lamentablemente), como concepto definido así nace en la década de los 30, en una obra de teatro que luego alumbró dos películas, 'Luz de gas', de 1940, y 'Luz que agoniza', de 1944, ambas originalmente nombradas 'Gaslight'. El argumento es tan sencillo y tan terrible como el de un hombre involucrado en asuntos criminales que, cuando su esposa empieza a sospechar, idea una pantomima para hacerla creer que está loca y hundirla plenamente en la miseria.
Ahora que conoces el contexto, vayamos con el significado de gaslighting. "Hacer luz de gas a una persona pasa por el descrédito, la devaluación y la manipulación de uno de los miembros de la relación por el otro. Tanto es así que la víctima de esto duda de su propia existencia, conocimiento, percepción o memoria sobre los hechos que se le presentan", nos explica la sexóloga y asesora de parejas Elena Requena. La psicóloga Amparo Calandín añade lo siguiente: "Es un maltrato muy sutil en el que se manipula a la otra persona, desgastando su estima, su confianza en sí misma, hasta convertirla en un manojo de dudas que hace que se sienta insegura incluso para tomar decisiones cotidianas".
Es un maltrato muy sutil en el que se manipula a la otra persona, desgastando su estima, su confianza en sí misma
De qué hablamos cuando hablamos de gaslighting
Dicho así a lo mejor te suena muy de culebrón, pero por desgracia está a la orden del día. ¿No conoces a ningún chico o chica que, al hablar con su pareja de dudas sobre la relación, quizá celos o posibles infidelidades, ha sufrido acusaciones de estar loco o loca, de estar montándose películas? ¿No has sido tú quien en alguna ocasión ha desacreditado las opiniones o sentimientos de otra persona, tal vez tu pareja, porque no estabas de acuerdo o no entendías su punto de vista? Bueno, pues esos son claros ejemplos de hacer luz de gas. Puede tratarse de situaciones más sutiles, como estas, o de otras más graves, que implican manipulación flagrante con mentiras y traiciones de por medio.
"Suele darse en situaciones en las que la subjetividad es más patente. Relaciones entre personas, situaciones de infidelidad, percepción de riesgos… Devaluar los sentimientos de la otra persona es muy frecuente, diciéndole, por ejemplo, que es muy sensible o que tiene un problema psicológico. Otra forma habitual es hacerle dudar de su propia memoria, diciendo, otro ejemplo, que él o ella nunca ha dicho eso, o que no ocurrió así", ejemplifica Elena. "Esto genera lo que se conoce como indefensión aprendida", anota Calandín: "El otro empieza a creerse lo que le dicen, a pensar que su opinión no es válida, que es una persona inútil. Eso mina la autoestima y la confianza en sí mismo".
El otro empieza a creerse lo que le dicen, a pensar que su opinión no es válida, que es una persona inútil.
Del comentario "sin importancia" a la manipulación
Como decíamos, la línea entre un comentario que parece sin importancia y una dinámica habitual en la que una persona anula a la otra no es tan evidente como podemos pensar. "La manipulación entra en juego en muchos ámbitos de la vida y todos lo hacemos de alguna forma, ya sea en el trabajo, con los amigos… El problema viene cuando ocurre de manera sistemática, inconsciente y dañina, emitiendo juicios de manera recurrente, devaluando los sentimientos del otro, adoptando actitudes pueriles o no asumiendo responsabilidades", asegura Requena. "Debemos ser conscientes de estos comportamientos, responsables de nuestros actos y huir de mecanismos de defensa de este tipo".

Hacer luz de gas siempre es nocivo y aun así tiene su propia escala. "Este tipo de conducta suele aparecer de forma progresiva y llegar a grados muy dramáticos, y en general tienen que ver con actitudes dominantes o paternalistas con nuestras parejas, que pueden ir a más o no. Pueden darse situaciones de violencia de forma paralela, pero ciertos grados de gaslighting son violencia persé", alerta Elena. Y Amparo hace hincapié en la indefensión aprendida y las implicaciones de confianza que pueden generar posteriormente: "Ese daño queda muy interiorizado. Que te hagan sentir que estás loca, incluso aunque luego tengas razón, crea secuelas psicológicas difíciles de tratar más tarde".
El lugar común de las mujeres locas e inestables
Hablábamos antes de la perspectiva de género y aquí también la hay. ¿No te suena eso del "estás loca" a algo que sufren diariamente las mujeres? Eso es porque el gaslighting lo sufren sobre todo las mujeres. "Esto se explica por el rol que la mujer y el hombre han tenido dentro de la pareja a lo largo de la historia", nos recuerda Elena. "La locura atribuible al hecho de ser mujer, la histeria, la perspicacia, son asignadas característicamente a ellas. Esto ha hecho que se dudara hasta ahora de su estabilidad mental o emocional cuando adoptan actitudes de enfrentamiento hacia el hombre, de descrédito, insumisión... El hombre ha sido paradigma de estabilidad, templanza y equilibrio".
Ahora que sabemos exactamente qué significa hacer luz de gas, tenemos armas para combatirlo y para evitar ser tanto verdugos como víctimas, "debemos impedirlo siendo lo más objetivos posible, haciendo saltar las alarmas cuando una persona nos dice siempre que no tenemos la razón, porque eso es imposible, o cuando afianza esa idea de que no somos válidos. Debemos contrastarlo con conocidos que pongan en valor nuestra opinión, saliendo de la manipulación para no entrar en la dinámica de la indefensión aprendida, poniendo distancia con el otro. Cuando alguien nos dice constantemente que no somos válidos, tenemos que dudar de su credibilidad", propone Amparo.
"Si nos damos cuenta de que hemos entrado en este tipo de dinámica, ya sea como perpetrador o como víctima, debemos hablar con nuestra pareja lo antes posible. En el caso de ser responsables, debemos pararnos a pensar por qué lo hacemos, qué nos hace sentir inseguros o inseguras, de qué tenemos miedo para desacreditar así… No es un ejercicio fácil, pero si queremos tener una relación de confianza y amor, estas actitudes no son recomendables", concluye Elena. "Si por el contrario nos sentimos inmersos en ese escenario de descrédito, podemos comentarlo con alguien de confianza que nos pueda ayudar, pero de forma paralela tenemos que hacérselo saber a nuestra pareja, para que su conducta cambie. Si esto no es posible, habrá que replantear la relación".