Los micromachismos se pueden evitar: guía para identificarlos y librarse de ellos


Los micromachismos son formas de sexismo, más o menos sutiles
Se trata de otra forma de violencia contra la mujer
En palabras de Paquita Salas: "no estamos locas, estamos hasta el coño". El machismo anula, agrede y mata a las mujeres por el mero hecho de serlo. Y aunque cuando llega a las manos nadie duda en denunciarlo, no ocurre lo mismo con los micromachismos, formas más o menos sutiles de sexismo que, camufladas como bromas, frases hechas o costumbres, consiguen pasar por nuestro radar sin que salte la alarma. Estamos más concienciados que antes, pero nos han educado en un machismo del que todavía quedan restos, como ocurre con estos micromachismos, un término eufemístico que hace alusión a ciertos comportamientos sexistas 'suaves', en los que no hay sangre de por medio.
Existe mucho debate respecto a este término, ya que se considera que relativiza el machismo, como si existiese una violencia de primer grado y otra de segundo. En cualquier caso, 'micromachismos' es un término muy habitual en nuestro día a día, y hace referencia a comportamientos tan normalitos como, por ejemplo, un "qué suerte, tu marido te ayuda en casa" que casi seguro le han soltado a tu madre (como si en el piso no conviviesen dos personas). O esas cenas de Navidad en las que las mujeres compran, cocinan y friegan mientras los hombres se sientan a la mesa a brindar con champán y comer polvorones.
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En definitiva, los micromachismos son actitudes que asumen que las mujeres han nacido con el don de controlar lo que pasa dentro de la casa, lo que ocurre en el ámbito de lo privado. El término, que fue acuñado por el psicólogo Luis Bonino Méndez en la década de los 90, se refiere a "las pequeñas tiranías", a la violencia invisible contra la mujer. En definitiva, comportamientos machistas de los que muchas veces no nos damos cuenta, pero que no por eso dejan de serlo.

¿Cómo se identifica un micromachismo?
Estos eufemismos encierran otra violencia mucho mayor, y en muchos casos están en nuestro lenguaje cotidiano. Uno de los ejemplos más repetidos es el uso del masculino genérico, que la escritora y psicóloga Victoria Sau explicó con el siguiente diálogo:
- Señor maestro, ¿cómo puedo hacer que una palabra sea femenina?
- Partiendo de su fórmula masculina, y añadiendo una 'a' en lugar de la 'o' original.
- Entendido, maestro. Y el masculino, ¿cómo se forma?
- El masculino no se forma, el masculino existe.
Los hombres me explican cosas
Cuenta la escritora Rebecca Solnit en su libro 'Los hombres me explican cosas' cómo, estando en una fiesta, el anfitrión, que había escuchado que era autora de varios libros, le preguntó de qué trataba su obra. Ella comenzó a hablar, pero antes de que pudiese terminar una oración con sentido él la cortó en seco y, lleno de autoridad, empezó a hablar de un ensayo muy interesante que hablaba sobre el mismo tema del que ella había escrito. Por supuesto, el libro era el de la propia Solnit, que a partir de esa anécdota acuñó el término 'mansplaining'.

'Mansplaining' es la palabra con la que Solnit encierra esa actitud condescendiente con la que un hombre le explica algo a una mujer, independientemente de que ella sepa más o no, "porque él siempre asume que conoce mejor el tema". Pasa en las mejores familias (o en las mejores comidas familiares). Por supuesto, hay mujeres que hablan con total confianza sobre temas de los que sus interlocutores saben muchísimo más, "pero la total confianza en sí mismos que tienen para polemizar los totalmente ignorantes está sesgada por el género", escribía Solnit. Y, si no, mira alrededor.
El silencio impuesto es otra forma de violencia. En 'Los hombres me explican cosas', Solnit ejemplifica esta actitud con la incapacidad del gobierno estadounidense para escuchar, a principios de siglo, a Rowley, la agente del FBI que lanzó los primeros avisos sobre Al Qaeda. La autora va más allá, y personifica la arrogancia del 'mansplaining' en Bush, que llegó a decir que la guerra de Irak iba a ser "pan comido" (pista: no lo fue).
¿Más ejemplos?
Desde Yasss traemos algunos ejemplos de comportamientos machistas más o menos interiorizados, pero constantemente nos relacionamos con ellos. Por ejemplo, es machista tener el cambiador de bebés en el baño de mujeres, preguntar a tus sobrinos si ya les gusta alguna chica (o a tus sobrinas si ya les gusta algún chico), referirte a una mujer como "la esposa de" o llevar, si eres camarero, la cerveza y la cuenta al chico, dando por sentado el alcohol y el dinero como "comportamientos de hombres". En la misma línea están las expresiones "llorar como una niña" y "las palabrotas no son de señoritas" o el hecho de referirte a hombres por su apellido (Iglesias, Sánchez, Casado) y a las mujeres por su nombre de pila (Soraya, Irene, Cayetana).
Callarse ante el comentario machista de un amigo (o ver cómo pasan fotos privadas de mujeres con las que han estado por grupos e whatsapp, sin decir nada) tampoco te hace víctima de nada: más bien un poco cómplice. Y así, una larga lista de comportamientos que se diluyen en el día a día, pero hacen daño no solo a la mujer, si no a todo aquel que no encaja en el rol de género que se le ha asignado.