"Las ostras se comen vivas para que estén más ricas" y otras sorpresas gastronómicas que dan bastante asco

Comer comida cruda, ok, pero, ¿comida viva? ¿Qué necesidad?
Nos llevamos cada cosa a la boca que yo qué sé
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que comí sushi. Y no, no es que fuera ayer precisamente y esté yo aquí haciendo la gracia. Con la comida no bromeo. Fue hace unos siete años, en un restaurante japonés al que fui porque una amiga insistió mucho. También fue ella la que pidió porque yo no sabía qué significaba nada de lo que ponía en la carta. Y por supuesto que tampoco sabía usar los palillos. Vamos, que todo mal.
Nos trajeron un par de bandejitas, una de rolls y otra de sashimi. Arcada asegurada.
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Lo pasé fatal. No quería decirle a mi amiga que me estaba dando un asco terrible porque ella creía que comer sushi era una cosa como muy sofisticada, pero nunca me había costado tanto tragarme algo. Lo gracioso es que al poco tiempo repetí, y después volví a repetir, y hoy en día el sushi, bueno, no es una de mis comidas favoritas, pero me gusta bastante. ¡Está claro que el gusto nos va cambiado con los años y puede educarse!
Lo mismo que me pasó con el sushi me ha ocurrido también, por ejemplo, con el brócoli. Lo que pasa que el brócoli no es una cosa asquerosa, es una verdura y ya está. Sin embargo, el sushi... lo complicado de comer sushi es superar esa barrera mental de ser consciente de que te estás comiendo pescado crudo.
¡Están vivas! ¡Las ostras están vivas!
Comer cosas crudas suena regular. Pero, si lo piensas, la gastronomía española tiene una base de embutidos importante, y los embutidos no dejan de ser carne cruda. Así que ok, ya está, comemos cosas crudas. Pero, ¿vivas?

Me acabo de convertir en la vergüenza mundial y el punto al que señalar con vuestra sabiduría desproporcionada porque yo no sabía que cuando comías ostras, estabas comiendo, en realidad, animalitos vivos.
¿Por qué no sabía yo esto? Pues mira, muy fácil. Si me costó AÑOS poder tragar con la idea de comer pescado crudo con arroz, imagínate cuánto interés he podido tener yo en llevarme una ostra a la boca.
He de reconocer que, o bien últimamente las ostras se han puesto de moda o bien la vida me ha llevado a cruzármelas cada vez con más frecuencia, y alguna vez había pensado "pues habrá que probarlas". Además, la gente de mi entorno que las ha comido dice que están muy buenas. Y yo estoy madurando muchísimo a nivel de alimentación, que ya como brócoli y coles de bruselas. ¿Por qué no iba a probar las ostras?

Gracias a Internet, que siempre me salva la vida, me he enterado de que las ostras están vivas cuando la gente se las come. Total, que no voy a probar una ostra jamás nunca de los jamases.
¿Y por qué las comemos (las coméis) vivas? Para que estén lo más frescas posibles, porque en cuanto se mueren, cambia el sabor, la textura y son mucho más difíciles de digerir. Pues ya tienen que estar buenas, queridos, ya tienen que ser el manjar definitivo.
Menos mal que en esta vida no es obligatorio comer NADA, ni siquiera la pizza con piña, quizás uno de los platos más criticados y sobre los que más chistes se han hecho. ¿No te gusta la pizza con piña? Estupendo, no te la comas. ¿No quieres comer seres vivos vivos? Ningún problema, no los comas.
Otras cosas asquerosas que comemos sin rechistar
La gastronomía no deja de ser una parte de la cultura de cada país. Y cada uno ve su cultura como "lo normal" y se lleva las manos a la cabeza cuando se entera de lo que hacen "los otros". Sería muy fácil decir aquí que hay que ver con los peruanos que se comen a las cobayas. Pero no hace falta salir de nuestras fronteras para encontrar otros platos que... telita.

No quiero regodearme en las asquerosidades, que enseguida se me revuelve el estómago, así que me voy a limitar a nombrar los tremendos platos que nos llevamos a la boca por aquí:
Caracoles
Crestas de gallo
Callos
Percebes
Sesos

Angulas
Oreja
Gallinejas (tripas de cordero bien enroscadicas, muy ricas)
Manitas de cerdo
Cachuelas