Tener hipo persistente o estornudar sin parar, ¿es realmente peligroso para nuestra salud?

Hay casos extraordinarios y días de hipar y morirse, pero en un 99% de casos ninguna de estas reacciones fisiológicas involuntarias es un peligro para nuestra salud
Hip, disculpa, hip, perdón, estoy, hip, tratando, hip, de escribir este artículo sin que se me salgan, hip, hip, hiiiiiip, los pulmones por la boca. Por fin se me ha pasado. Falsa alarma. Qué alegría no ser un cadáver a los postres.
Todos podemos caer en una de esas molestas pesadillas diafragmáticas que tan bien quedan en las comedias de Hollywood y tan poco saludables son en la vida diaria. Pocas cosas hay más insoportables que un ataque largo de hipo. No solo se nos tensa todo el cuerpo, con calambres y dolores en la garganta y el estómago, hasta alcanzar sensaciones de lo más desagradables. Además, nadie puede ser tomado en serio si su diafragma está tocando esa percusión cómica: el guisante de la princesa se nos ha subido a la garganta. Quizás ese sonido vampírico en el oído interno, cuando se nos tapona en el avión, podría compararse.
El estornudo, reconozcámoslo, es más reposado, da menos problemas, aunque hay gente con verdadero talento para estornudar y perder la dignidad. ¿Estornudaba Luis XVI? ¿Y María Antonieta antes de que le besara la cuchilla? Eso sí, se conocen relativamente pocos casos en los que estornudar a modo de tic nervioso persistente pueda ser considerado un problema de salud. Nadie se ha muerto por eso, que sepamos.
¿Es el hipo una amenaza a la que temer? ¿Y estornudar fuertecito, como en una mala comedia en la que tratas de comerte un plato de linguinnis mientras ligas con una cita de tinder?
Qué es el hipo persistente
Si te preguntas qué es, la ciencia tiene una palabra que suena a conjuro satánico para hablarnos del hipo interminable, cuando nuestro diafragma o nuestro estómago se empeñan en hacernos la vida imposible. ‘Singultus’. Dilo despacio, pronunciando bien, no sea que lo lances tres veces delante del espejo y lo convoques como a Candyman.

El singultus o hipo persistente dura mucho más tiempo que la contracción involuntaria del diafragma propia del hipo normal, que suele ser cosa de minutos. Esta ‘molestia’ tensa las cuerdas vocales, cierra la glotis (el sonido del hipo proviene de ahí), deescordina los músculos respiratorios y nos provoca dolores de estómago y otros tantos asociados al descanso. El más común es que nos impida dormir.
No deberíamos preocuparnos si nuestros ataques de hipo son esporádicos, ya que, por lo general, suelen durar muy poco. El hipo no es ninguna patología. Cuestión de minutos regresar a la normalidad. Es un espasmo muy común en la infancia (es normal que los bebés lo tengan después de haber llorado) que va desapareciendo con el desarrollo del diafragma.

Para que haya singultus, según las fuentes consultadas, el hipido incontrolable tiene que durar más de 48 horas, y si se repite con cierta regularidad, hay que hacer una llamadita a nuestro médico para que se ponga a hurgar en nuestro interior a la búsqueda de un dato concluyente, como el reflujo asociado (esofagitis) o algún problema renal localizado en la uretra o el hígado. Puede ser indicativo de otras patologías camufladas en forma de esa respiración saltimbanqui.
Lo mejor es rezar, frotar una piedra, ejecutar una buena danza de la lluvia para que no te pase como a Charles Osborne, la persona con el récord mundial y una estatuilla feísima en la estantería. Tuvo hipo durante 68 años. Ya hay que ser desgraciado para no haber conseguido que te hagan una película.
Los peligros de estornudar
Si hablamos de contracciones cómicas y pedidas de mano que han salido mal (‘Atchisss, Catalina, chhsssssfiiiiii, tengo tierras’), es hora de mencionar el estornudo. Ya no hay que irse al diafragma para dar con la causa, sino a la irritación de las membranas mucosas de tu garganta o tu napia. La verdad: nadie ama su alergia al polvo, su gripe o su falta de drogas (es uno de los síntomas del periodo de abstinencia), pero tal y como ha venido, se irá.

Sí podemos hablar de peligro de muerte, o de garganta, o de qué sabemos nosotros, no sabemos nada, es nuestra nariz la que nos gobiernan ahora mismo, si nuestra tendencia es a taparlo y contenerlo de forma inadecuada. Atchisss. Déjalo salir si te da. Es el más alto grado de confianza contigo, como cuando vives en pareja y conoces el territorio de las ventosidades y los reflujos de tu media naranja. No cometas la locura de intentar contenerlo apretando las fosas nasales para que los mocos regresen por donde han venido.

Estornudar es fundamental, pero también hacerlo bien. Los médicos advierten de lo perjudicial que puede ser taparse la boca y la nariz a la vez y contener con fuerza bíblica el estornudo. Hablan de rotura de tímpano, de desgarros locos y hasta de posibles aneurismas. ¿Será verdad que estornudad es la verdadera ‘petit mort’, sin sexo que valga? ¿Necesitamos que nos practiquen un exorcismo?
El récord Guinness (porque sí, había récord para el reflujo y el hipido y también para esta gesta) se lo llevó Donna Griffiths en 2015. Estornudó de forma persistente durante casi 1000 días. Hay novelas que han costado menos trabajo, francamente.