Piercing en la oreja: descubre todas las opciones para tu primera perforación


Los piercings en la oreja son los agujeros más populares. Hay muchos tipos distintos; en Yasss te los traemos todos.
El primer piercing es todo un acontecimiento. Ese pequeño adorno de acero quirúrgico, titanio, oro o platino que atravesará tu piel y que, con una probabilidad bastante alta, se infectará para recordarte que no conviene poner aritos plateados en tu cuerpo, es un evento iniciático en el que suelen estar involucrados padres, amigas y vecinos. Todo un show que recuerda a los bautizos y comuniones de antaño y que, como ocurre con tantas otras cosas, va a mejor después del mal trago de la primera vez.
Uno de los sitios más habituales para hacerse ese primer piercing es en las orejas. Se trata de un sitio discreto, en el que no resulta incómodo llevar aretes o barras y, si alguna vez te cansas de ellos, no cuesta disimular los agujeros. Además, si no quieres perforarte, siempre tienes la opción de hacerte con un ear cuff, que puedes poner y quitar cuando quieras; no necesita agujero para colocarse.
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Ahora bien, no todos los piercings en la oreja son iguales: cada uno tiene su propia ubicación y complicaciones. Lo más importante es tratarlo con cuidado y hacérnoslo en un sitio especializado, que cumpla todas las normativas de seguridad. En Yasss te contamos cuáles son todas las opciones.
Piercings en el lóbulo
El piercing en el lóbulo es el más común de todos, y muchas veces se hacen en la infancia. Son los pendientes de toda la vida, que se pueden llevar en una o ambas orejas, y donde se tiende a cargar joyas más grandes que en el resto de las perforaciones. Habitualmente, se lleva la misma en el lóbulo derecho y en el izquierdo.
Por encima de este pendiente, en el lóbulo superior, se ubica otro piercing, que se suele conocer como segundo pendiente. Después iría el tercero, el cuarto o el quinto: todo depende de la cantidad de perforaciones que entren en tu oreja (y quieras) hasta llegar al cartílago, que es esa zona dura que comienza hacia la mitad de la oreja. Los piercings que se hacen en el lóbulo duelen menos que las perforaciones en el cartílago y suelen curarse más fácilmente. En esta zona suelen llevarse aritos o bolas más pequeñas que el pendiente principal.

Otros piercings dentro de la oreja
El piercing hélix, que se sitúa sobre el cartílago, en la parte superior de la oreja, es uno de los más populares. En esa zona pueden hacerse muchísimos agujeros, que llegan a unirse con los del lóbulo. Es una perforación sencilla y, si llevas un arito u otra joya pequeña, no te molestará en todo el día, ni tan siquiera para dormir.
Por su parte, y tal y como indica su nombre, el contrahélix se ubica en el lado opuesto al hélix, en la parte de la oreja que se encuentra más cerca del rostro. Un poco por debajo se ubica el daith, que se realiza en el pliegue del cartílago más interno, casi en el centro de la oreja. Lo mejor es que, después de perforar esta zona, no duermas de ese lado de la cama, para no hacer presión. Inmediatamente por encima de este piercing se encuentra el rook, un piercing que se hace dentro de la oreja, junto a la cara.
Por último, están el snug, un piercing que se coloca a media altura de la oreja, justo por delante del pliegue exterior de la oreja, y el de caracola, cuya perforación se realiza en la parte inferior del cartílago y ‘abraza’ la oreja por el exterior. Para este piercing se necesita un aro más grande, ya que abarca más espacio que las otras opciones.

Cuidados para los piercings
En cuanto a perforaciones en la oreja, no hay nada escrito. Existen muchas posibilidades, todas con sus pros y sus contras, pero ninguna libre de sufrimiento. No te fíes de la gente que dice que perforarse la carne no duele nada: por mucho que el umbral de dolor de cada uno sea diferente, que te pasen una aguja por la oreja, como poco, molesta. Tenlo en cuenta antes de aparecer por cualquier local especializado.
Además, la curación de los agujeros es lenta; la mayoría no se cierran antes de los dos meses. Algunos tardan un año en hacerlo. Por eso, es importantísimo llevar una rutina de cuidado y limpieza de la zona, que incluya lavarlo con jabón neutro y agua abundante dos veces al día, secar la zona con una gasa y con cuidado y dormir siempre del lado contrario, evitando usar tintes o productos de peluquería en la zona y cambiando el piercing solamente cuando parezca que se haya curado.
