Poliamor, relaciones abiertas o clandestinidad: sí, se puede estar enamorado de dos personas


No hay solución buena. Debemos estar preparados para analizar nuestros sentimientos sin autoengañarnos y tomar una decisión: mantener nuestra relación inicial, iniciarnos en el poliamor y las relaciones abiertas o incluso buscar la soledad un tiempo
Turbación, fiebre, deseo, epifanía, Stendhal, erotismo aciago, perder la chaveta, en fin, enamorarnos, ese sacrificio de la carne y el espíritu que a veces sale carísimo, esa malaria y garrapata florecidas el corazón que no te curan en la farmacia ni con antidepresivos.
Las noches son largas en este estado febril. El cuerpo del ser amado se retuerce en una imagen ideal al fondo de nuestras sinapsis. Imagínate si la ecuación es doble y son dos los desvelos amorosos. Imagínate querer a dos personas a la vez, adelgazarte de pura autofagia. Menudo marrón. Anda, ponte un vino.
¿Deberías huir del país? ¿Donar tu cuerpo a la ciencia para dejar de componer canciones tristes en sesión doble?
No es una situación sencilla, ni seguramente podamos darte una solución si ese es tu caso y te has enamorado de dos personas. Tampoco queremos que acabes cadáver.
¿El amor es lo mismo que enamoramiento?
Cometeríamos un error si los colocáramos en la misma casilla. Al menos, eso dicen multitud de psicólogos al abordar la cuestión de esta división del deseo que puede desgarrarnos la agenda y las entrañas y a menudo tenernos confundidos.
El enamoramiento es ilusorio, fugaz, como una bala disparada; a él van asociados el encaprichamiento y el deseo ligeros de profundidad y de juicio de las primeras veces, las primeras palabras, la primera declaración. Me gustas. Me gustas mucho. Me encantas. Me derrito (y estamos en invierno). Malas noticias: acabamos de idealizar al otro. La mentira comienza. El enamoramiento es una inundación que no deja una columna viva en toda la casa.

El amor es más complejo. Se asienta y se construye por adición, en la estrategia de la intimidad y de la guerra conyugal. Los pactos, las cesiones, el matiz inconsciente que pinta una paleta más compleja donde la persona a la que queremos va revelándose, no como lo que parecía ser, sin tacha, capaz de colmarnos sin una protesta. Para el amor hace falta tiempo.

La imagen del amado se compensa sin apresurarse, y ya podemos asistir a esas escenas donde uno se lava los dientes mientras el otro defeca. ¡La felicidad está en los pequeños detalles! Pero ya no cederemos ya tan fácilmente al deslumbramiento. Lo mejor es que esto también nos colma, puesto que percibimos que encajamos de la forma correcta en otra vida. El amor es la especie carnívora que sobrevive ramificándose para tranquilizarnos cuando ha revelado una verdad sobre el otro (falible, pero proveedora de algunas certezas). ‘Tú me completas’ Por favor, no digas esto en voz alta o llorará un gatito. Eres human_, pero no hace falta.
¿Se puede querer a dos personas?
Los expertos concluyen que sería posible sostener estos dos sentimientos, amar a una persona y sufrir un enamoramiento hacia otra, siempre que sepamos distribuirlos en la balanza. Aunque, ¿quién tiene claras esta clase de cosas? El buen juicio suele ser exclusivo de los ascetas que jamás han probado la tentación, sin contar con que la culpa cristiana y el rol de la monogamia en nuestra brújula moral pueden estar haciéndonos la cama. Hay que aceptarlo. La mayoría creemos estar programados para amar a un solo ser, aunque, de nuevo, los psicólogos nos den argumentos razonables para no ceder a la tentación de esta creencia. Puede ser hasta sano desear por partida doble. Ponte otro vino, anda.

Quizás lo mejor sea aceptar este desgarro y mantenerse alerta. Concedernos un deseo hacia esa segunda persona como el florecimiento de una libertad (pasajera, controlable) que tu pareja actual no te está proporcionando, pero sin ceder del todo a este impulso. Podría ser que lo que tuvieras fuera un enamoramiento sin sexo, una obsesión clandestina que no tiene por qué ir a más, un deseo fallido y pasajero; y cada análisis es cosa tuya según la situación (el cepo) en el que te hayas atrapado: relación cerrada o abierta, monogamia o poliamor, clandestinidad o luz y taquígrafos.
Analiza con distancia tus sentimientos.
Los cuentos que nos contamos llevan a los finales trágicos, así que lo conveniente sería hacerte preguntas insidiosas sobre ambos amores, cuanto más mejor. No es una lista de pros y contras, como si hiciéramos un ridículo balance contable.

Solo los mortales capacitados psicológicamente para una tarea de tal calado serían capaces de decantar, separar y dividir, sin engaños vanos, espejos o proyecciones, las razones para elegir entre una y otra persona. ¿Me hace mi pareja lo bastante feliz? ¿He idealizado a mi segundo amor y por eso se está desvaneciendo mi deseo hacia la persona que pensaba que quería? ¿Me he encaprichado de otro porque quiero escapar de los problemas que no he resuelto con mi pareja? ¿Necesito un cambio en mi relación? ¿Es mejor estar solo o sola por un tiempo?
Abraza una filosofía amorosa alternativa, como el poliamor o las relaciones abiertas.
Tomar esta decisión puede ser extremadamente difícil para nuestras mentes fieles de serie. La monogamia también es política, es el ‘prestigio amoroso’, la cabaña segura a la que aspiramos por defecto cuando iniciamos el safari por la. Plantearse una política amorosa alternativa (las relaciones abiertas, o incluso el poliamor en su sentido más puro) requiere de esfuerzo y trabajo psicológico. No todo el mundo está preparado, puede que nuestra pareja o contraparte no esté de acuerdo con formar parte de este ‘trío’ de profundidades abisales. Entrarán los sacrificios, las cesiones, los pactos; quizá los celos, la división y la lucha interna. Cualquier poliamoroso de pura cepa (los hay bastante farsantes) te lo dirá: aquí también hay sacrificios, esto no es saltar de cama en cama y de cuerpo en cuerpo como sátiros sin mapa.
Elegir un amor. Perder para ganar.
Nadie quiere renunciar a la tonalidad completa, la perpetuación de nuestros dos amores en el tiempo y en el espacio. Sería fácil rendirnos a la ataraxia y la inacción. No hacer nada. Querer a esas dos personas, hasta que dure. Piensa en todas las situaciones en las que tendrás que mentir, omitir y callar para que uno no sepa de la existencia del otro; las estrategias retorcidas para mantener este simulacro de vida emocional conservadora (una pareja, una cama).

No hay cuerpo ni psique que pueda mantenerse dividido (y hasta desgarrado por el secreto) tanto tiempo como para que una solución así merezca la pena. Allá tú. Si aún quieres hacerlo, recuerda: amar es descubrir cómo se ama y a quiénes, y también es meter la pata. Así tendrás algo que contarle a tus nietos.