La verdad sobre los brackets: del tiempo que hay llevarlos al dolor que supone ponerlos


El dolor tras la colocación de los brackets no debería durar más de tres o cuatro días
Si hay una capacidad innata en el ser humano es la de tener miedo cerval a la silla del dentista. No por nada, muchas tardes de nuestra infancia se han diluido en un grito de ternero por la limpieza insidiosa de dientes, el colutorio, la bronca de un señor en bata por no cepillarnos todas las veces al día que mandan esos anuncios con ortodoncistas salidos de una playa de arena fina en Bora Bora.
Hay una duda común en los foros de dentistas (el equivalente a buscar ‘tengo un bulto’ en Google). ¿Duele ponerse braquets?
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Te contamos algunas averiguaciones
Antes de seguir leyendo, una recomendación: jamás, por tu propia vida y la de tus hijos, busques en Youtube la escena del dentista de la película Maraton Man.
(Sabemos bien que enseguida correrás a desobedecer estas órdenes, que solo velan por tu integridad mental)
Ortodoncia y ortopedia
Quien tiene los dientes desgraciaditos de niño ya está familiarizado con la mirada de su dentista cuando les echa un vistazo. Están torcidos, separados, amontonados. Enhorabuena, muerde usted con una catedral gótica.
Es muy común que en algún momento de nuestra vida escolar o adulta (a partir de los 13 años) un dentista mueva el foco de luz y examine nuestra picasiana boca para decirnos que sería recomendable, quizás te convendría, oh, puedo hacerte un buen presupuesto si te pones ortodoncia. Y si odiamos la silla, los fórceps y el torno, no es menos cierto que somos presa fácil de las leyendas urbanas. Todo el mundo tiene miedo de que ponerse braquets duela como una sesión de bondage medieval.
Conviene diferenciar los términos de los dentistas para saber qué son exactamente los braquets. Tenemos el término ‘ortopedia’, que va a ayudar a estimular los huesos de la boca (el crecimiento, por ejemplo). Cosas como freno de caballo, arco extraoral, máscara facial, expansores removibles y fijos. En la ‘ortodoncia’ encontramos ya sí los alineadores, que no son lo mismo que los braquets. Estos últimos son de muy distintos materiales (metálicos, cerámicos…) y tipos (linguales, por ejemplo). A más dinero, más invisible y disimulada será tu ortodoncia, y el tiempo que tengas que llevarla
¿Duele ponerse braquets?
En el proceso de la ortodoncia hay una primera fase, cuando nos colocan los braquets en cada diente, y ahí no tiene por qué haber dolor. El proceso es tan complicado como lo requiera la boca del pobre cordero que ha acudido al dentista en busca de una sonrisa paradisiaca. Pero entonces, ¿no debo temer nada? Lamentamos esta tirita arrancada de golpe. Sí duelen, o al menos, molestan después de ser colocados. Parece que nadie se libra.
Tiene sentido: nuestra boca ha de acostumbrarse a un elemento extraño que presiona y mantiene en tensión la estructura dental para corregir a la madre naturaleza. Entran aquí conceptos como las fuerzas de la masticación, que los braquets modifican. No por nada este es el objetivo: conseguir una buena sonrisa mediante el desplazamiento de las piezas dentales, pero también un buen masticar.
¿Cuánto duelen los braquets?
El umbral del dolor es subjetivo en cada uno de nosotros, así que el tormento, discreto pinchazo o inapreciable punzada dependerá de cada caso. Muchos ortodoncistas son conscientes del trago que supone para el paciente ponerse braquets y empiezan el tratamiento de ortodoncia con fuerzas ligeras. Un tratamiento de braquets con ‘fuerza excesiva’ (haberlos, haylos) tendrá que ser reevaluado si el dolor se hace demasiado pesado. Puede haber incluso pérdida de hueso. Conclusión: es mejor hacer un buen estudio de la clínica dental donde vayamos a ‘ponernos las herraduras’ antes de decidirnos por una. Lo barato sale caro (y sangriento)
Se estima que tras la colocación de los braquets el dolor dura de entre tres y cuatro días. Puede ser que aumente a una semana si existe roce con la membrana bucal. Para rebajar el dolor y las molestias no hay una solución fija. En la clínica dental pueden prescribirnos dieta blanda y algún analgésico para reducir los pinchazos del elemento invasor. También es común un tratamiento con cera protectora cuando existe roce con la membrana bucal.
Afortunadamente, por regla general, ponerse braquets no supondrá más que un dolor controlado durante unos pocos días. A partir de ese punto, podremos hacer vida normal con nuestra boca de Frankenstein y seguir las recomendaciones de limpieza y mantenimiento hasta que la bestia se convierta en bella.