Hormigueo, picores y descontrol: razones por las que se ‘duermen' los brazos y las piernas


Diabetes, migrañas o síndrome del tunel carpiano son algunas de las causas más habituales de la parestesia.
Normalmente, si se te 'duerme' una extremidad es porque has presionado un nervio mucho tiempo.
¿Alguna vez has sentido que pierdes la sensibilidad y el control de tus extremidades? Como si miles de hormiguitas paseasen por tu cuerpo, impidiéndote ningún movimiento. Tu familia dirá que ‘se te ha dormido una pierna’; tu médico lo llamará parestesia, que es el nombre con el que se conoce a esta sensación punzante, de picores o entumecimiento en zonas concretas del cuerpo.
Por norma general, no es nada alarmante: si se te duerme la mano o el brazo suele ser porque has presionado un nervio sensitivo durante más tiempo del que tu cuerpo puede soportar. Sin embargo, hay muchas razones que pueden hacerte saltar la señal de alarma y en Yasss te contamos las principales, para que pongas más atención en los mensajes que te envía tu cuerpo.
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El hormigueo en los brazos
Seguro que alguna vez te has despertado y, al ir a apagar la alarma del móvil, has tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano, porque te has dormido encima de tus brazos y ahora estos no te hacen ni caso. Sin embargo, al rato de levantarte el hormigueo desaparece sin problema, ¿te suena? A este tipo de entumecimiento se le llama parestesia temporal y es una afección bastante común, siempre y cuando sea anecdótica y no te ocurra todo el rato. Si no es así, podríamos estar ante un caso de parestesia crónica, que suele ser indicativo de que hay un desorden neurálgico o una lesión nerviosa ante la que debemos preocuparnos.

En principio, la parestesia tiene distintas fases. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Oxford, en 1946, explicaba que las extremidades se quedaban ‘dormidas’ después de ejercer presión durante unos minutos en un nervio. El primer hormigueo se sentía durante ese primer momento, mientras se presiona el nervio; después se adormece la extremidad, con el nervio y la sangre obstaculizadas, para, en una tercera etapa, liberar presión. Es ahí cuando se sienten esa incomodidad tan característica en la piel, como si nos estuvieran microperforando la zona con miles de agujitas.
La intensidad y el número de pinchazos que sintamos dependerá de la longitud del nervio presionado, según explicó en ‘Nature’ el fisiólogo George Gordon unos años después. “Ninguna parte de un nervio está particularmente interesada en generar los impulsos que dan lugar a esa sensación”, explicaba en 1948.
Con mucho cuidado
Esta última etapa, la de la recuperación del nervio, es la más dolorosa de las tres, aunque aparentemente no está muy claro por qué hay personas que lo pasan tan mal y otras a las que les es más indiferente, incluso habiendo presionado el mismo nervio. En cualquier caso, si el ‘hormigueo’ no es anecdótico, sino que persiste, debes acudir a un especialista para que determine la causa exacta de tu dolor.
Algunas de las causas más habituales son las siguientes:
- Diabetes: una diabetes no diagnosticada ni controlada puede provocar alteraciones y lesiones en los nervios, que se traduzcan en el entumecimiento de las extremidades.
- Migraña: prácticamente una de cada cinco personas que sufren migrañas crónicas sienten este entumecimiento en la cara, brazos y piernas; en ocasiones, el dolor es tan fuerte que el paciente pierde la movilidad en esa zona.
- Síndrome del túnel carpiano: es una de las causas más habituales de este trastorno. En programadores, escritores o músicos (gente que tiene un trabajo monótono o repetitivo con las manos) es de lo más común, ya que estos movimientos tienden a inflamar los nervios.
- Alteraciones en la circulación sanguínea: especialmente en los miembros inferiores, aunque puede afectar a los brazos exactamente igual. Una dieta más sana y equilibrada, así como una mayor actividad física (y lo de siempre, menos estrés, alcohol y tabaco), puede ayudar a mejorar el riego sanguíneo.
- Osteocondrosis vertical: los pacientes que tienen una perturbación en la columna vertical pueden comprimir el nervio e interrumpir el flujo sanguíneo, con el consiguiente hormigueo en las manos, los dolores de cabeza y los mareos. Visita a un fisioterapeuta, supervisa tu postura y mejora tu estado para alinea la columna de nuevo.
