Padres y pareja: hacer la presentación oficial sin morir en el intento es fácil


No hay un momento oportuno para presentar a tu pareja, aunque tendrás que asegurarte que tanto él como tus padres tienen interés en conocerse.
Es el argumento de la mitad de las comedias románticas: la joven pareja que decide dar el paso y formar parte de la vida del otro definitivamente, presentándose a los respectivos padres. Pones la peli a sabiendas de que la cosa va a ir fatal, que la cena va a ser un desastre y que el padre, miembro del Partido Republicano, hará todo lo posible para que el chaval salga corriendo de su casa y deje en paz a su “pobre niña”, aunque al final comprenda que el amor todo lo puede y, por mucho que le fastidie, su hija no va a ser feliz si se opone a su relación.
‘Los padres de ella’, ‘Adivina quién viene esta noche’, ‘Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho’… tú ves esas pelis, te ríes y, a ratos, pones los ojos en blanco (¿otra vez el mismo tema, en serio?). Pero entonces empiezas a salir con alguien y te apetece presentárselo a tus padres; según como sean, sabes que la situación puede dejar de ser cómica y pasar a ser ligeramente dramática. Padres sobreprotectores, homófobos o racistas, entre otras tantas, conocemos todos.
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En cualquier caso, tendrán que conocerse en algún momento. Por eso, en Yasss te damos algunas claves para que todos podáis salir del paso de la mejor forma posible.
¿Hay un momento mejor?
El momento oportuno depende de cada uno. Por eso, lo mejor es hablarlo con tu pareja. Si a ti te apetece y a la otra persona también, ¡perfecto! Si no, conviene dejarlo claro para no forzar al otro a una situación para la que no se siente preparado. Quizás ni siquiera a tus padres les apetezca: asegúrate antes de hacer absolutamente nada. De hecho, si no saben que estás viendo a alguien, quizás lo mejor sea dejarlo caer progresivamente.

Estas situaciones pueden generar mucho temor: es normal que surjan sentimientos de inseguridad, de descontrol, y que las partes involucradas se sientan incómodas. La psicóloga Amparo Calandín lo explicaba así a la revista GQ: “Se debe a nuestra necesidad de aprobación. Nos gusta caer bien a los demás, ser aceptados, y eso hace que anticipemos un escenario en el que eso no ocurra”.
Una vez tomada la decisión y habiéndote asegurado de que todas las partes tienen interés en ese encuentro, piensa en tu pareja. ¿Es una persona sociable o tiende a la timidez? En función de la respuesta, podrás optar por un evento más grande o una comida privada, quizás solo con tus padres. Si, por el contrario, quieres presentarle en un cumpleaños o comida en la que vaya a estar toda tu familia, puedes probar hablándolo antes con alguien cercano y de confianza, un contacto que pueda ayudarte a integrarle en las conversaciones. Puede ser un primo o un hermano que ya le conozca, por ejemplo. En cualquier caso, antes de la cita intenta darle a tu pareja algo de contexto familiar sobre el que trabajar, para darle seguridad y confianza.

No apuestes todo al sí
Es complicado de hacer, por más sencillo que sea decirlo, pero en estas situaciones lo mejor es no tener expectativas. La decepción, la ansiedad o los comentarios hirientes pueden entrar en juego incluso aunque todas las partes se hayan prestado a conocerse, y por eso conviene estar preparada para lo peor y fijarse en las reacciones de tu pareja. Si fuerzas sus límites, puede terminar creando aversión hacia tu familia.

Por eso, quizás lo más recomendable es preparar un primer evento corto, como un café o una merienda, para que la vía de escape sea más sencilla si la cosa se pone fea. Luego, podrás organizar eventos más largos, de forma gradual. En ese sentido, tu papel es fundamental: debes actuar como mediadora, para que ambas partes se sientan a gusto y puedan conversar. Al final, tú eres su única persona en común.
En cualquier caso, recuérdale a tu pareja que estás en su equipo, pendiente de su comodidad, para que pueda recurrir a ti si la cosa se pone fea o si se siente mal. No tiene que tragar con todo, ¡y la idea es disfrutar!
