Tristeza, ansiedad y otras señales de que hay que ir al psicólogo para superar una ruptura

Algunas personas superan la ruptura con mucha facilidad, pero otras se estancan en el dolor y necesitan ayuda profesional para salir adelante
Gestionar una ruptura amorosa no es fácil, independientemente de si eres el que deja o el dejado. Hay una serie de reglas no escritas como que se tardan seis meses en superarlo, que un clavo saca otro clavo, que es mejor no ser amigo de tu expareja y un largo etcétera. Si bien para algunos estos trucos son infalibles, no podemos olvidar que cada persona es un mundo. La forma en la que se supera una ruptura y el tiempo que se tarda depende mucho de factores como nuestras características personales, la relación con nuestra expareja o el apoyo social que tenemos.
Si bien algunas personas salen adelante en un abrir y cerrar de ojos, otras se estancan en el dolor. No saben cómo gestionar la ruptura y, en consecuencia, pueden necesitar ayuda psicológica para aprender. El primer paso para superar el dolor de una ruptura es saber si tú eres una de esas personas, algo que no tiene nada de malo. Pedir ayuda cuando en solitario no sabemos manejar una situación es un acto valiente, sabio y que deberíamos normalizar. La gran pregunta es, ¿cómo sé que debo ir al psicólogo?
MÁS
Si te provoca un malestar desproporcionado
Cuando nos duele mucho la espalda, vamos al fisioterapeuta. Si tenemos una caries, vamos al dentista. Si nos hacemos un esguince, vamos a urgencias. Si tenemos una gastroenteritis, vamos al médico de cabecera. Entonces, ¿por qué no vamos al psicólogo
Una de las razones es la falta de accesibilidad, ya que hay muy pocos psicólogos en la sanidad pública y algunas personas no se pueden permitir un psicólogo privado. Por suerte cada vez hay más asociaciones que ofrecen ayuda a personas en situación de riesgo, estudiantes, en paro o con rentas bajas.
Otra razón es que no tenemos muy claro lo que es el malestar psicológico porque no es tan identificable como la fiebre, los mocos o la diarrea. Requiere introspección o, en otras palabras, prestar atención a nuestros pensamientos, nuestra conducta y nuestras emociones.
Si los pensamientos negativos dominan tu vida y no ves salida, pide ayuda. Si tienes conductas dañinas como pegarte atracones, beber alcohol desmesuradamente para olvidar o realizar conductas sexuales de riesgo, pide ayuda. Si te notas excesivamente triste, ansioso o decaído, pide ayuda. Escúchate, ten empatía contigo mismo y ponte en manos de un profesional si tu cabeza pide a gritos ayuda.
Si te afecta a tu vida social, a tu trabajo o a tus estudios
Una ruptura puede afectar de muchas formas a nuestras relaciones sociales. Por un lado, puedes notarte más apagado y aislarte. No pasa nada por quedarnos un día en casa disfrutando de la soledad, es importante aprender a estar cómodos con nosotros mismos. Otra cosa muy distinta es convertirnos en ermitaños que no salen de la cama y que sólo socializan por el móvil.
Otra forma en la que puede afectarnos es socializando en exceso. Es importante estar activos, pero también necesitamos algunos momentos de reflexión en solitario.
Respecto al trabajo y los estudios, es normal que el rendimiento empeore ligeramente durante las primeras semanas. No somos robots y cualquier persona tiene derecho a tomarse unos días de descanso ya sea por una enfermedad física o por un problema psicológico. Sin embargo, si la ruptura está afectando de forma continuada a tu vida laboral o a tus capacidades académicas, pide ayuda.
Si tienes algún problema psicológico adicional
Otra razón para pedir ayuda es padecer algún trastorno psicológico, como por ejemplo de ansiedad o depresivo. Ojo, también es importante pedir ayuda si tienes problemas para gestionar la agresividad, falta de autocontrol, baja autoestima o pocas habilidades sociales. Puede que estos problemas hayan surgido tras la ruptura o puede que existiesen antes, eso es algo que debe valorar un psicólogo analizando detalladamente tu historia clínica.
En estos casos es muy importante acudir a terapia cuanto antes para evitar que los problemas psicológicos se cronifiquen. Sucede lo mismo que con una gripe. Si evitas ir al médico y sigues saliendo a la calle en manga corta aunque sea invierno, acabarás con una pulmonía. En este caso, unos síntomas de ansiedad pueden derivar en un trastorno de ansiedad generalizada o en una fobia social.
Si has intentado solucionarlo tú solo y no has podido
Finalmente, la razón más poderosa e importante para pedir ayuda es no poder gestionar un problema por nuestra cuenta. No pasa nada por no tener todas las soluciones en nuestro bolsillo, somos humanos y a veces es muy fácil dar consejos salvo cuando tenemos que autoaplicarlos.
En estos casos la primera opción es pedir ayuda a nuestro entorno. Tu familia y tus amigos estarán encantados de ayudarte, pero en primer lugar no son objetivos, y en segundo lugar no son psicólogos. Tienen sus propios problemas, sus dramas y sus consejos que tal vez no sean válidos para ti. Por eso es muy útil acudir a un profesional que te escuche, que te entienda y que te asesore de forma imparcial y responsable.