Sueños blancos: no recordar no implica no soñar, todas las noches se hace

Las fases de nuestro descanso, la corteza prefrontal y las sensaciones que experimentemos durante el sueño son cruciales para que seamos capaces de recordar un sueño o lo olvidemos de inmediato
Aunque no tengamos esa sensación, siempre soñamos, pero a menudo no podemos recordarlo
Los sueños siempre han sido un misterio y durante toda la historia de la humanidad hemos intentado descubrir su función, comprenderlos, descifrarlos e incluso controlarlos. Hay quienes les atribuyen funciones mágicas, para otros son premonitorios, también hay manuales que se esfuerzan por buscarles un significado concreto, incluso hay personas que se pasan el día reconociendo momentos de su día a día sin parar de repetirse una frase: “yo esto lo he soñado”.

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Pero ni este llamado 'déjà vu', ni las premoniciones, ni los esfuerzos por evitar estas imágenes del inconsciente están del todo claras, a pesar de que a lo largo del tiempo, la ciencia ha estado experimentando por responder a todas esas preguntas que nos plantea el fascinante mundo de la neurología.
Es muy difícil saber a ciencia cierta cómo funcionan los sueños, pero gracias a muchos estudios hoy podemos aclarar algunas dudas que nos asaltan sobre nuestras películas nocturnas. Seguro que a ti también te ha pasado: hay noches en las que te levantas recordando a la perfección lo ocurrido durante un sueño, con sus diálogos e imágenes, otras tienes una potente sensación de haber estado soñando toda la noche, de haber tenido la mente muy activa, y hay otras noches en las que has descansado tan profundamente que piensas que no has soñado nada. Estos últimos son los conocidos como sueños blancos, es decir, inexistentes, borrados de nuestra memoria como si no hubiesen existido. A estos sueños les cantaba Shakira en su álbum 'Pies descalzos' para evocar a una tribu ancestral. Pero, ¿podemos no haber soñado algo en toda la noche?

Para empezar, es importante que sepas que esto último es imposible y la respuesta es un rotundo no: siempre soñamos, lo que ocurre es que no siempre somos capaces de recordarlo. Y esto puede estar muy vinculado a nuestras fases del sueño y a la calidad de nuestro descanso.
Intentaremos explicártelo de una forma más sencilla. ¿De qué depende que podamos rememorar con todo lujo de detalle alguna de nuestras películas nocturnas y, sin embargo, haya otras que borramos tan fulminantemente que ni tan siquiera tenemos la sensación de que hayan ocurrido?

Para empezar, vamos a bucear un poco por el mundo de los sueños. Según contaba Sigmund Freud -que era todo un rayado con esto de las experiencias oníricas y le alucinaba todo lo relacionado con el inconsciente y su posible significado-, los sueños son expresiones del subconsciente que escapan a la censura de la mente despierta. Es decir, todo lo que soñamos está relacionado con nuestras vivencias, con nuestros recuerdos. Pero cuando despertamos, nuestra propia mente nos hace olvidar nuestras ansiedades ocultas, nuestros deseos, y por eso a menudo no somos capaces de recordar lo que hemos soñado. Aunque también estaba convencido de que esta información podía recuperarse en sus míticas sesiones de psicoanálisis, disciplina del que Freud es el padre indiscutible.
No podemos demostrar que esto sea realmente así, pero la ciencia ha evolucionado en sus teorías y descifrado algunos de los misterios que envuelven a nuestra memoria. En un experimento realizado con varias personas en el que se analizó qué ocurría cuando se les despertaba cada media hora, cuando se les preguntaba si recordaban lo que habían soñado, la mitad de las veces eran capaces de describir a la perfección lo ocurrido en sus sueños, el 30% de las ocasiones reconocían que tenían la sensación de haber estado soñando, aunque no recordaban el qué, y el otro 20% restante de las veces estaban convencidos de que no habían soñado nada.

Teniendo en cuenta que nuestros sueños son caóticos, tendemos a recordar aquellos que tienen cierto sentido ya que nuestro cerebro tiene más capacidad para asimilar lo que ha ocurrido en nuestra aventura onírica. Y si no somos capaces de pararnos un momento a intentar recordar nuestro sueño en cuanto nos hemos despertado, es muy probable que lo olvidemos por completo. Y esto se lo tenemos que agradecer a nuestra capacidad de borrar de nuestra memoria de manera inmediata las cosas que no entendemos. ¿Te acuerdas de cómo se invertía una matriz? Pues eso.
La explicación científica a los sueños blancos usa términos que pueden ser bastante más marcianos para nosotros. Teniendo en cuenta que soñamos siempre, los expertos dicen que para que nuestro cerebro sea capaz de tener un recuerdo, primero tiene que formarse en el hipocampo y después llevarlo a la corteza prefrontal. Los sueños suelen ocurrir durante la fase REM, pero al no estar activada la corteza prefrontal durante esa fase es casi imposible consolidar un recuerdo, es decir, que hay más probabilidades de que no recordemos lo que hemos soñado cuando hemos estado durmiendo en fases del sueño en las que hay mayor actividad cerebral.

También hay que tener en cuenta que vamos a ser más capaces de recordar aquellos sueños con un significado emocional más intenso. ¿A que tú también te has reído, has llorado y te has angustiado e incluso excitado en sueños? Esto es porque las emociones vividas en los sueños son percibidas en nuestro cuerpo como reales.
Y si te despiertas con un despertador es más difícil que recuerdes lo que has soñado (aunque esto depende de la fase en la que te pille la alarma) porque el cuerpo, si respeta su ciclo natural, despertándose lentamente, es más fácil que rememore lo que ha estado ocupando tu mente durante la noche o las horas de siesta.

Teniendo en cuenta que soñamos hasta 12 veces a lo largo de la noche, se calcula que tendrás más de 100.000 sueños a lo largo de tu vida. ¡Menudo peliculón! Así que si tuvieras que recordarlo todo, no dejarías espacio en tu memoria para información más interesante... ¡Piénsalo así!