Mi amigo es de derechas y mi novia de Podemos: guía para que la política no se interponga en tus relaciones

Una de las cosas más graves que trajo el conflicto catalán no tuvo lugar en despachos elevados ni en el Parlament, ni siquiera fueron esas imágenes de la Policía Nacional enfrentada a los votantes en los colegios electorales: fue la quiebra en relaciones de familia y de amistad.
Aquí, un caso que el que esto escribe conoce de primera mano: la mejor amiga de un amigo no acudió a su boda tras una discusión del novio con el marido de su amiga raíz del tema de la independencia. Un encendido debate sirvió, primero, para que cancelasen (tanto ella como su novio) su asistencia en la boda y, después, para romper una amistad de lustros. La política, ese concepto tan laxo, impreciso y vago, había bajado de los cielos para romper una amistad de años. El debate parlamentario había quebrado las relaciones humanas.
De eso venimos a hablar hoy.
¿Todo es política? Si uno mete esta pregunta en Google obtendrá más de 1.310.000.000 resultados. Un reciente artículo del New York Times hablaba de este fenómeno. Aunque se refería a un momento concreto en Estados Unidos y el 'trumpismo', es aplicable a nuestro aquí y nuestro ahora: “Siempre hemos tenido identidades partidistas, pero esas identidades están formado una alineación más fuerte con la ideología y las identidades sociales. Esto es preocupante, advierten los analistas políticos, para nuestra capacidad de compromiso. Significa que los de izquierdas y los de derechas no solo apoyan diferentes políticas hoy, sino que se han clasificado en dos campos que son cada vez más homogéneos socialmente y más distintos entre sí”.

Un amigo es un amigo, y la ideología es la ideología
Y en un momento en España en el que nos aguardan elecciones municipales en un año y unas generales en dos (que sepamos), puede ir a más. ¿Podemos sobrevolar esa realidad para seguir amando a nuestra familia, alternando con nuestros amigos y haciendo el amor con nuestra pareja aún si algunos de ellos son de un signo político diferente al nuestro?
Se lo he preguntado a Juan Dorado, politólogo español emigrado a México, y su respuesta es esperanzadora. "En un amigo busco complicidad y compañía ante situaciones concretas, tanto buenas como malas. Por el contrario, he conocido a gente con la que tengo gran afinidad ideológica pero que, sin embargo, han demostrado una concepción muy superficial e interesada de la amistad. Las amistades son producto de encuentros maravillosos que perduran en el tiempo, no pueden quedarse en el mundo de los discursos".

Veamos otros ejemplos de gente que ha sufrido esto de tener amigos que votan al partido opuesto. Esther es de izquierdas, tiene 27 años y un mejor amigo de derechas: "Nos conocemos desde hace mucho, es uno de esos amigos-familia que cuentas con el dedo de una mano. Yo soy lesbiana y él es gay, así que eso nos unió mucho en la adolescencia. Lo pasamos muy bien siempre que quedamos, y es muy moderno de pensamiento en muchas cosas (ha vivido fuera y viaja muchísimo), pero cuando nos ponemos a hablar de política es como si apareciese otra personita".
El gay de derechas: ese melón
Sobre ello puede hablar el webmaster José Mercader, de 34 años, que conoce no a unos cuantos, "si no a mogollón", afirma. "Pero soy bastante voluble y nada dogmático con la política". Siempre que Esther confrontaba a su amigo, él le hablaba de economía: "Le decía: '¿En serio un gay de derechas? ¡Que han recurrido tus derechos ante el constitucional! ¡Que si te pasa algo, tu novio no existe!'. Y él siempre me hablaba de economía con tópicos, tipo que la izquierda sube los impuestos y tal".
En opinión de José, "si hoy algunos gays votan a un partido que nunca se ha preocupado por los derechos LGTB es porque a la hora de votar no hacen un análisis emocional, sino pragmático, y las políticas económicas del PP les seducen más. Esta relacionado con el individualismo. Estoy seguro de que si fuera un análisis emocional serían incapaces".

El pragmatismo y la individualidad frente a la emoción y el bien colectivo. ¿Será cierto el tópico de que una persona de derechas es peor que una de izquierdas? "No hay verdad en una afirmación de este tipo", responde el politólogo Juan Dorado.
"Depende, y mucho, del caso concreto. La tan mencionada superioridad moral de la izquierda tiene que ver con aplicar la solidaridad a los postulados políticos, denunciar los privilegios económicos que se dan en una economía de (supuesto) libre mercado o con pregonar la igualdad como base para la libertad. Es cierto que eso se ha dado en la teoría, por esa razón yo me adscribo a la izquierda, pero lamentablemente doy fe de que en organizaciones de izquierdas veremos a menudo la misma mezquindad que en las organizaciones de derechas".
Votamos lo que nos interesa y nos interesa por miedo
"Todos creemos que nuestras actitudes políticas y sociales están basadas en buenas razones y reflejan nuestros valores más importantes. Pero también necesitamos reconocer cuándo pueden ser influenciadas de forma inconsciente por nuestras motivaciones más básicas y poderosas por nuestra seguridad y supervivencia", escribió el profesor de psicología social de Yale en un artículo del Washington Post.
En él se daban detalles sobre un estudio llevado a cabo entre 300 votantes de Estados Unidos, que revelaba algo fascinante: se pidió a una parte de ellos que imaginasen, antes de responder algunas preguntas, que tienen la capacidad de ser físicamente invencibles, o sea, que respondiesen como si fuesen personas que no pudiesen ser heridas ni asesinadas. Y, bajo esa condición, los más conservadores se volvieron liberales en las cuestiones sociales. Dejando el miedo a resultar heridos o a morir a un lado, sus posiciones políticas cambiaban. A otro grupo se le pidió que imaginase que su superpoder era otro: poder volar. Bajo esa suposición, más emocionante pero en la que uno se sentiría más inseguro (puede estrellarse y morir), muchos liberales se acercaban a posturas conservadoras.

O sea, ¿que votamos a lo que votamos por un motivo tan profundo y a la vez peregrino como el miedo? El politólogo Dorado confirma esta tendencia, al menos, en la derecha: "Las derechas se dirigen a las pasiones tristes: al miedo, al resentimiento, a la desconfianza, a la superstición; en el fondo, las ideas conservadoras buscan propagar la impotencia social y la necesidad de una autoridad". Conclusión: a tu amigo de derechas y a ti os une un sentimiento tan básico y tan humano como resultar heridos. Es posible que él lo manifieste de manera un poco más… intensa.
Disfruta del debate y déjate de líos
¿Es entonces la única solución evitar el tema? Dorado opina que no. "Me gusta confrontar mis ideas con las de los que no opinan como yo y, además, uno aprende poco cuando todos los que te rodean piensan más o menos lo mismo. Si hay algo que valoro en esta vida es la pluralidad que, además, es irreductible, va a estar siempre ahí, aunque no nos guste. La política que, para mí, es sinónimo de democracia, trata de inventar cotidianamente lo común a partir de las diferencias, es decir, su motor es la imaginación. Lo que ocurre es que demasiado a menudo se confunde la política con la dominación y la administración".

"A los amigos no hay que clasificarlos por su voto, si no por cómo son como personas", remata José. "La política no puede seguir intoxicando nuestras vidas y siendo la culpable de que haya amigos y familias que se dejen de hablar. Tengo amigos que han votado al PP que son las mejores personas del mundo y conozco gente que se le llena la boca con soflamas de izquierdas y son malísimas personas".
Unión ante todo y cada loco con su opinión. Punto.
"Cuando el PP subió los impuestos y mi amigo seguía en sus trece de votarlos", recuerda Esther, "tuve un momento de reflexión íntima delante de mi caña fresquita: 'Deja de lucharlo, está bien así. Nos queremos. De hecho, qué bien que existamos. Ojalá hubiese muchos más amigos como nosotros, homosexuales y heterosexuales, sobre todo en esta época de polarizados que no se hablan. ¡Somos el superglú de España, coño! ¡Unamos el país ahora que ya nadie sabe qué es ser de derechas y de izquierdas!".

Tu esperanza para mantener relaciones de amistad y de familia en los largos meses que nos quedan de campañas electorales, debates y sobremesas con intercambios de opiniones es cerciorarte de que nunca vas a estar completamente de acuerdo con nadie (tendrás incluso diferencias con ese amigo que consideres más afín a ti en tus ideales) y entender que ese desacuerdo puede existir y no tiene por qué suponer un problema.
Que, limadas las diferencias entre tu existencia y las del otro, vuestros sueños y esperanzas son probablemente bastante parecidos. Deja un espacio para las ideas que no encajan contigo. De un debate entre personas civilizadas no puede salir más que algo bueno. Y, en el peor de los casos, una buena discusión que te dará para meses y meses de cotilleo.