Vencer el miedo a hablar en público: estudiar y ensayar es esencial para conseguirlo


Hablar en público puede ser una experiencia paralizante para mucha gente, pero hay técnicas que facilitan el paso.
La preparación es fundamental para hablar en público con éxito.
Hablar en público no es exclusivo de políticos, escritores y actors: todos tenemos que pasar por el trámite en algún momento, y no es agradable para todos. ¿Quién no se ha puesto nervioso antes de una exposición para clase, en una entrevista de trabajo o cuando le toca dar un discurso? Es totalmente normal: la exposición pública, el miedo a una situación que se nos pueda ir de las manos… el problema es que, lo que para la mayoría es una situación estresante, para muchos deriva en ansiedad o incluso fobias sociales.

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Para estas personas, la sola idea de tener que hablar en público les quita el sueño y les pone en tensión, física y emocionalmente. Este trastorno, conocido como glosofobia, lleva el miedo a hablar en público a otro nivel, y puede tener graves consecuencias. No hay una estimación oficial sobre el número de personas que pueden sufrir esta fobia, aunque la web glossophobia.com asegura que un 75% de la población total lo sufre. Como la mayoría de las fobias, estaría relacionado con una experiencia muy negativa en el pasado, pero también habría otros factores, como la timidez o la falta de confianza.
¿A quién afecta la glosofobia?
Un estudio de la Universidad de Karachi, en Pakistán, publicó en 2018 que las mujeres “sufren más ansiedad que los hombres cuando dan un discurso en público”, aunque otras investigaciones descartan las diferencias por sexo o edad.

Lo que sí parece ser un factor común en todos los pacientes es la autoconciencia (el conocimiento de uno mismo y de su relación con los demás), según explica un estudio de Hasan Waheed para la Universidad Metropolitana de Manchester, en Reino Unido. Esta investigación asegura que aquellas personas que perciben con claridad su posición respecto a los demás pueden controlar mejor su imagen, y tienen menos problemas para hablar delante de otros.
Otro artículo, publicado en 2017 en la revista The International Journal of Indian Psychology, asegura que los estudiantes con ingresos más altos sufren menos ansiedad a la hora de hablar delante de otras personas.
Los síntomas de la ansiedad
Los síntomas de la glosofobia son los de un trastorno de la ansiedad: sudores, temblores, palpitaciones y rubores… el sistema nervioso se activa ante una amenaza, pero termina desembocando en creencias irracionales, intrusivas y descontroladas sobre la forma en que la persona va a sufrir frente al público.
Quien sufre este trastorno tratará de huir de la situación que le produce pavor y desarrollará excusas para evitarla. Los casos más graves pueden llegar a condicionar la vida de quien lo padece.

Solucionar el problema: DIY
Si el trastorno es muy grave, la mejor forma de enfrentarlo es yendo a un especialista, para intervenir directamente sobre el problema. Pero si no hablamos de fobia, sino de cierto nivel de estrés ante la posibilidad de tener que hablar en público, hay ciertas líneas de intervención que podemos poner en práctica en casa.
Los especialistas recomiendan, en primer lugar, reconocer el problema. Enfrentarse a la situación y visitarla en nuestra cabeza, varias veces, es fundamental para mejorar. Pongámoslo así: si te da miedo hablar en público y lo evitas constantemente, en tu cabeza la situación se magnifica, agravando la ansiedad y la tensión que te produce hacerlo.

Vamos, que el miedo no deja de crecer. Por eso es importante enfrentarlo, volver a situaciones en las que nos pusimos nerviosos. Aunque al principio pueda aumentar nuestra tensión, llegará un momento en que se frenará la dinámica. Si no somos capaces de hacerlo solos, un terapeuta nos puede guiar mejor.
Ese paso es el más duro: después, todo es construir. Es importante conocer el tema del que vas a hablar, preparar el discurso y ensayar. Puedes repetir el mensaje frente el espejo o grabarte con el móvil, para después estudiar tu voz y tu lenguaje corporal y corregir las posturas menos efectivas. También es importante aprender a relajarse: puedes probar con la meditación, para relajar el cuerpo después de someterte a ese estrés.

El día de la presentación, fija la vista en un solo punto, a ser posible en la cara de alguien que te genere confianza. Si ves que no funciona, puedes ir cambiando la vista entre distintos puntos de la sala. Céntrate en lo que dices y coge un lápiz o un bolígrafo entre las manos, para tenerlas ocupadas y no gesticular nerviosamente.