Hay razones científicas que explican lo mucho que nos gusta ver vídeos de caídas

Dimas Pardo
26/01/201816:16 h.Desde tiempos inmemoriales la gente se ha partido la caja cuando un pobre e inocente desavenido ha dado con los huesos en el suelo por patinar con una cáscara de plátano. No vamos a remontarnos al primer homínido de mandíbula prominente que hizo gracia a su grupo al despeñarse ladera abajo, pero sí a personajes como Chaplin, cinturón negro en slapstick, y a míticos programas de la edad dorada de la televisión como “Vídeos de primera”.
Según explica William F. Fry, el psiquiatra fundador de la Gelotología, ciencia que estudia los efectos de la risa en el cuerpo y en la mente, "las caídas, los fails, las volteretas que empiezan en lo alto del sofá y acaban en la enfermería… todas estas alteraciones, nos hacen gracias porque son incongruentes. Esperábamos una cosa, y nos sorprenden con otra muy distinta."
Having a bad day? This should make you laugh!🏄♂️
— News4JAX (@wjxt4) 23 de enero de 2018
If you're going to fail, make sure it's spectacular.😂🙌 pic.twitter.com/gu6WcjgryF
Aparte de la sorpresa que nos puede causar un señor deslizándose por una pista de esquí que acaba hincado en la nieve, en vez de lograr el doble tirabuzón con telemark que pretendía, hay dos cosas que contribuyen a que nos partamos de la risa: 1) sabe que al esquiador no le ha pasado nada (bueno, nada que no se arregle con una escayola firmada y reposo) y 2) no tener ni idea de quien es el esquiador en cuestión. Vamos, que no lo conocemos de nada, no hay relación emocional, así que su dolor... no nos duele.
Besoin d'un coach ? 🎿 ⛷ Tous les sports et tous les coachs sont sur Wineven
— Wineven Coaching (@winevensport) 2 de enero de 2018
▶️ https://t.co/xL58mOZS9t ◀️#fun #video #fail #ski #sport pic.twitter.com/ayCJGQ8Gej
De hecho, es que si después de reírnos vemos como el pobre esquiador no puede levantarse y empieza a sangrar... lo más normal es que se nos corte la risa en el acto y se nos quede mal cuerpo.
El “humorólogo” (término que creo que me acabo de inventar y desmerece a este doctor en neurociencia) Scott Weems, también ha explicado que gran parte del encanto que esconden los vídeos de fails reside en la confusión que genera en nosotros, que no sabemos si reírnos porque, a ver, nos hace gracia, o no reírnos porque creemos que está mal reírse de un buen hostiazo. Es como cuando el profesor manda a callar y alguien hace una tontería, por pequeña que sea, y nos da un ataque de risa por el simple hecho de que sabemos que está prohibido reírse.
Patinando! #funny #Fail pic.twitter.com/7mLl7b6Au7
— J A M I L E (@Jamilerdzo) 25 de enero de 2018
Y no solo la incongruencia o la prohibición nos hacen reír, también la superioridad. Sentirnos, por una vez, en un pedestal desde el que podemos señalar al que ha inclinado su cuerpo tanto para atrás en una silla que ha terminado por caerse. Por eso nos encanta que el chulo de turno, que ha bajado con el skate a deslumbrar a las chavalas, le salga mal la pirueta y acabe con la tabla incrustada en los testículos.
Cuando alguien se cree un crack 🤣🤣 @Ronaldo #fail #Top5DeCracks @WinSportsTV #paraquetetraje pic.twitter.com/bx58whf5X4
— frankfake (@ElMrTw1) 19 de enero de 2018
Por eso desde aquí me gustaría apoyar ese sano deporte consistente en poner vídeos de failscuando a ti y a tu mejor colega no se os ocurre más sobre lo que conversar. Abran su cerveza, igualen sus kalimotxos, y déjense llevar por la arrolladora experiencia de ver al ser humano tropezar, una, dos, mil veces con la misma piedra. Gracias a Dios y a Chaplin, para nuestro regocijo, siempre habrá un camarada cómplice para grabarlo y subirlo a Internet