Irritabilidad, frustración y mucha mentira: la cara B de la falta de sexo, al descubierto

La falta de sexo puede tener efectos nocivos en nuestro carácter. En Yasss te contamos en qué consisten
Todos nos sabemos los beneficios del sexo para la salud: que si un sistema inmune más eficiente, que si menos estrés, que si la satisfacción que se alarga durante horas…. Pero ¿acaso ocurre lo mismo cuando se da a la inversa? Es decir, ¿es perjudicial la falta de sexo? Tu colega, el que cada vez que te responde mal se excusa en que lleva “mucho tiempo sin follar”, te diría que sí, pero no está todo tan claro.
Además, ¿cuánto es “mucho tiempo” sin sexo? Las fechas bailan para cada persona y circunstancia: hay quien puede pasar años sin acostarse con nadie sin que eso le suponga ningún problema y quien se sube por las paredes si no ve un cuerpo desnudo en más de dos semanas. Al principio, todo el mundo lo lleva bien, pero al cabo de un tiempo ese “no pasa nada” puede convertirse en una excitación constante que, si no se calma, puede llevarte de cabeza a la desesperación. Y ya se sabe que ese es el caldo de cultivo perfecto para muchas emociones destructivas, la irascibilidad entre ellas.
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¿Qué provoca la falta de sexo?
Antes de seguir, aclaramos: cuando hablamos de falta de sexo no nos referimos a la abstinencia voluntaria, sino a que la persona en cuestión quiere tener relaciones, pero encuentra constantemente obstáculos que se lo impiden. Uno de los más comunes es el dolor coital o dispareunia, que según un estudio realizado por científicos belgas puede producir, en el caso de las mujeres, una peor autoestima y una mayor propensión a sufrir cuadros de depresión y ansiedad. Esta patología puede tratarse con ayuda profesional; si te ocurre, no dudes en consultar tu caso con un ginecólogo o con tu médico de cabecera.
Otro de los resultados más comunes cuando hablamos de falta de sexo es el estrés, que puede subir de nivel si no se ve en una situación sugerente de vez en cuando. Esto se debe a que, cuando una persona mantiene relaciones, su cerebro libera dosis de endorfinas y oxitocina, sustancias conocidas por sus efectos analgésicos, placenteros y hasta adictivos. Por eso, siempre y cuando no sea el sexo la fuente de estrés, se recomienda mantener relaciones para tranquilizarnos.
El problema es que esta es la pescadilla que se muerde la cola: a más estrés, menos ganas de tener relaciones sexuales y, de nuevo, más estrés. Ocurre lo mismo con el deseo sexual, una de esas necesidades que, si no se entrenan, desaparecen poco a poco. La falta de sexo puede reducir las ganas de mantener relaciones y, al final, inhibir la libido, que se canaliza en otras actividades. Es un problema que se agranda solo, sin ayuda de nadie más, y al que debemos estar atentos. A fin de cuentas, nadie escucha su cuerpo mejor que uno mismo.

Nos convertimos en peores personas
Pero, cuando hablamos de la cara B de la falta de sexo, no todo va de oxitocinas o sistemas inmunes: hay efectos mucho más legibles para el ojo humano entrenado. Según un estudio de Birnabum, del que se hace eco la revista Psychology Today, la falta de sexo nos convierte en unos mentirosos redomados. La conclusión general es que, si alguien quiere mantener relaciones y no encuentra la forma, contará lo que le de la gana sobre sí mismo para convencer al otro de que acostarse con él es la mejor idea que ha tenido en toda la noche.
Los investigadores llevaron a cabo cuatro experimentos con un grupo de participantes heterosexuales, a los que estimularon de diferentes sexualmente con imágenes de distinto contenido. “Los resultados mostraron que tanto hombres como mujeres cambiaban sus actitudes para encajar en las de su pareja”, explican en la revista.
Ahora bien, no todas las mentiras son sutiles o inocentes. El artículo explica que los participantes también mintieron a propósito en el número de parejas sexuales que habían mantenido e incluso en lo que buscaban en una relación, fingiendo estar interesados en un contacto emocional cercano cuando en realidad solo quería tener relaciones sexuales. Todo ello para asegurarse gustar a más personas y no cerrarse puertas. Que no sea por falta de proactividad.
Lo que está claro es que la falta de sexo puede tener un efecto en nuestro carácter: a fin de cuentas, nadie es inmune a la frustración. Ahora bien, si ese malestar persiste o se agrava, lo mejor es acudir a un profesional y pedir ayuda: los psicólogos tienen las claves para que no te amargues la vida hasta que llega tu próximo ligue.
