En la comunicación está la clave: enseñar a tu pareja a masturbarte es más fácil de lo que parece


Te damos las claves del éxito: para que la otra persona te haga disfrutar debe saber qué nos gusta
En la segunda temporada de ‘Sex Education’ Otis, uno de los protagonistas, tiene problemas para terminar una relación sexual con penetración con su novia, Ola. El joven se propone entonces sorprenderla con una masturbación increíble, para lo que busca técnicas en Internet hasta que llega a una que le convence: el reloj. Para los que acaben de llegar, consiste en introducir los dedos en la vagina y marcar las diferentes horas con las yemas, como si fuesen manecillas.
Otis lo lleva a cabo y se pasa un capítulo entero pensando que ha nacido aprendido, que a Ola le encanta lo que él hace con los dedos. Spoiler: ella lo odia y, mientras él se felicita por lo mucho que ella lo ha disfrutado, ella le esquiva para no decirle que le ha incomodado hasta morir. Al final, no le queda otra que hablarlo con él, decirle que no le ha gustado nada y enseñarle cómo le gusta masturbarse.
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El clitoris de Ola peleado con los dedos de Otis cuando le hace la técnica de reloj. https://t.co/bVEtn9ja47
— Lusho (@Luchonorrea) 28 de enero de 2020
Es cierto que Otis es un personaje atípico y que su actitud no es la de la mayoría de los adolescentes (en otro episodio da una fiesta en su casa y su primera idea es asar un pollo para los invitados), pero comparte problema con muchas otras parejas: la falta de comunicación en el sexo. Una cuestión que se puede trabajar, y por la que hemos preguntado a profesionales.
Hablar por hablar
"Todo va de comunicación. No solo en la habitación, si no en la relación", reconocía en una entrevista la comediante Hannah Hart, que graba desde hace tiempo un podcast sobre relaciones. “Además, a veces, cuando estás en esos momentos tan íntimos es incómodo decir nada, porque sientes que tu pareja se pone a la defensiva”. La vlogger propone sinceridad y una conversación frontal: reconocer que ese rato no es fácil para nadie y no tomárselo como algo personal, sino como un diálogo que mejorará la relación.
El problema, cuenta Hart, es que muchas veces las preguntas incomodan porque no nos hemos planteado las respuestas. Es imposible saber si algo te gusta o disgusta si no lo has probado, y muchas veces el desconocimiento de nuestro propio cuerpo es un problema en el sexo en pareja.
Falta información
Para enseñar a otra persona qué nos gusta hay que saber primero qué nos produce placer. Lo dice Betty Dodson, la octogenaria que imparte talleres sexuales en Nueva York en los que enseña a llegar al orgasmo. En una entrevista a S Moda, Dodson afirmaba que "el segundo problema más importante para las mujeres a la hora de disfrutar plenamente del sexo (después de la iglesia católica) es la falta de información y una educación sexual que incluya el placer de la mujer".
Una educación sexual que amenaza con reducirse aun más en España, donde se habla poquito del clítoris No se habla del órgano sexual con más de 8.000 terminaciones nerviosas destinado al placer femenino, y del que los científicos no pudieron hablar al completo hasta hace treinta años.

Para las personas con vagina, la estimulación del clítoris es, en muchas ocasiones, una de las formas más sencillas de llegar al orgasmo. El glande del clítoris (su parte visible) se encuentra en la parte superior de la vulva y está recubierto por un pliegue cutáneo, un prepucio. Estimularlo es importante, pero aquí no hay una regla universal: también la zona anal y vaginal pueden proporcionar mucho placer.
En el caso de las personas con pene, es más sencillo, aunque también merece la pena saber qué se disfruta y qué no y comunicarlo a la pareja después. Los ritmos, el tiempo, la estimulación de la próstata… hay muchas variantes con las que jugar.
Comunicación
Es necesario trabajar sobre la idea de que la masturbación no es una alternativa al sexo, sino que son actividades complementarias en las que la pareja puede intervenir o no activamente. Es importante descubrir qué es lo que nos gusta a cada uno, y después encontrar la mejor manera de comunicarlo. Centra la conversación en lo que te hace disfrutar, no en lo que no te gusta. Y viceversa: no sentir como un ataque que alguien nos indique sus preferencias, si no como un voto de confianza y una mejora en la intimidad.