Placer más allá de la penetración: por qué no es lo más placentero para algunas mujeres

Vivimos en una sociedad que otorga mucha importancia a la penetración y menosprecia otras prácticas englobándolas dentro de la categoría de ‘los preliminares’
Rosa, de 26 años, confiesa detestar la penetración tras su anterior relación: “Mi ex sólo me realizaba sexo oral para que yo estuviese lubricada y poder metérmel*”
Analizamos las cinco causas más comunes por las que esta práctica puede resultarte aburrida, monótona o incómoda
Son muchas las mujeres que se sienten raras por no disfrutar de la penetración, sobre todo porque vivimos en una sociedad que asigna a esa parte del sexo un rol fundamental. Sin embargo, en la práctica real, ni es tan placentera, ni es tan importante como nos han hecho creer.
¿Por qué la penetración no es para tanto?
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Históricamente, hemos dividido el sexo en dos fases: la de los preliminares, que son un pequeño anticipo breve, como si tuviésemos prisa, y la de la penetración, que puede durar desde minutos a horas, pero que nadie considera irrelevante. Tal es esta creencia, que muchas personas creen haber perdido la virginidad (expresión un tanto desfasada) solo si han realizado sexo con penetración, aunque previamente hayan practicado sexo oral, masturbación o cualquier otra técnica.

“Mi ex sólo me realizaba sexo oral para que yo estuviese lubricada y poder metérmel*”, confiesa Rosa, de 26 años a Yasss. “Te sientes una muñeca hinchable”. Y poco a poco, Rosa comenzó a detestar la penetración.
Si eres un hombre, tal vez te estás llevando las manos a la cabeza al leer esta pregunta. “¡Pero sí, sí es para tanto!”, gritarás a la pantalla. Y tal vez algunas lectoras que han encontrado al compañero sexual ideal, siendo la penetración una de sus prácticas preferidas. Sin embargo, no es lo habitual, ya que la penetración no suele ser lo más placentero (al menos para las mujeres). Pero, ¿por qué?
1. Porque la parte más sensible del clítoris se encuentra fuera
El clítoris no es como te lo imaginas, ya que sólo una pequeña parte se encuentra visible. Esa pequeña y placentera zona mide entre 2 y 5 milímetros, pero recubriendo el interior de tu vagina, el clítoris se extiende llegando a medir hasta 25 milímetros.
Pese a ser una superficie tan grande, al encontrarse recubierto por la mucosa vaginal, pierde un poco de sensibilidad. Por eso es mucho más fácil alcanzar el orgasmo mediante la estimulación externa que mediante la penetración.
Por otro lado, el hecho de que la cavidad interna de la vagina esté tan próxima al clítoris demuestra que no hay orgasmos clitorianos y vaginales, sino que sólo experimentamos orgasmos clitorianos.
2. Porque el punto G es más difícil de encontrar que el arca perdida
¿Te acuerdas de Indiana Jones buscando el arca perdida? Pues créeme, encontrarla es mucho más sencillo que localizar el punto G.
Durante años nos han vendido que dentro de nuestra vagina hay una zona concreta llamada punto G, y que si logras alcanzarlo ves las estrellas. El punto G se ha relacionado con la eyaculación femenina, con la petite mort (esa fase de extenuación tras un orgasmo muy intenso), y con un sinfín de experiencias placenteras, pero que parecen imposibles de lograr.

Lo primero que debemos saber es que el punto G no existe como tal, simplemente hay áreas de la vagina con mayor cantidad de nervios, que provocan mayor sensibilidad y cuya localización varía dependiendo de la mujer. Por otro lado, a más intentes encontrar este dichoso punto G, más te obsesionarás con el placer durante el sexo, y en ese momento no hay que pensar, hay que dejarse llevar.
3. Porque hemos condicionado nuestros orgasmos
Si durante un año entero solamente te masturbas utilizando un juguete sexual, y después intentas masturbarte utilizando tus dedos, es muy probable que te cueste trabajo alcanzar el orgasmo. Lo mismo sucede con el sexo.
Cuando nos acostumbramos a experimentar placer únicamente con determinadas prácticas (el sexo oral, la masturbación, el uso de juguetes en pareja…), acabaremos viendo la penetración como algo que da mucha pereza y poco gustito.
¿Significa esto que debas forzarte a disfrutar de la penetración? ¡No, en absoluto! Pero sí que puedes combinarla con otras prácticas para romper esa asociación de ‘penetración=aburrimiento total’. Por ejemplo, estimular también el clítoris, ya sea con tus manos, las de tu pareja, o con un juguete sexual.
4. Porque no hay lubricación, pero sí muchas prisas
Otra razón por la que detestamos la penetración son las prisas. Quedas con un ligue de Tinder, os dais cuatro besos y tiene una erección de campeonato, pero tú todavía no estás entonada.
En vez de esperar, dedicar tiempo a otras prácticas o utilizar lubricante artificial, vais directamente ‘al turrón’. Sin lubricación, hay tanta fricción que podríais hacer un fuego allí mismo (y no en el buen sentido), provocando dolor, molestias y malas experiencias sexuales.

Keep calm y ten paciencia, que el sexo no es una carrera. Además, a más pienses en que debes lubricar naturalmente, más tardarás en lograrlo. Por eso en esos momentos, lo mejor es centrarse en otras prácticas o tener en la mesilla de noche un buen bote de lubricante para emergencias.
5. Porque tu compañero sexual y tú no encajáis
Hay tantas formas de practicar el sexo como personas en el mundo, y es obvio que cada una tiene sus preferencias. A algunas les gusta más despacio, a otras más rápido. Unas prefieren la suavidad, otras disfrutan con el sexo brusco. ¿Y qué pasa cuando no hay conexión? Que la penetración se vuelve una tortura.
Si tu compañero sexual está haciendo algo que no te gusta, no finjas un orgasmo para que pase rápido. Puedes parar si la situación te está desagradando y no quieres seguir, o le puedes decir qué es lo que no te está gustando.
La comunicación es muy importante, y el consenso y el respeto todavía más. Por eso en el sexo debe ser prioritario que estés a gusto, y si hace falta tener una conversación incómoda para lograrlo, se tiene.