Benching o cuando tu crush te sienta en el banquillo sin que lo sepas: ¿cómo detectar si te lo están haciendo?


Es todavía peor que el ghosting, aunque aparece por motivaciones parecidas: miedo a cortar con una relación
Lo detectarás por ciertos comportamientos de tu crush o tu pareja. Debes estar alerta y hacerle caso a tu intuición
‘Pocketing’, ‘spectatoring’, ‘‘ghosting’’… la fiebre desatada de los anglicismos relacionados con las nuevas tendencias amorosas lleva ya unos cuantos años entre nosotros, casi siempre para definir alguna actitud tóxica de la que huir cuanto antes a aguas internacionales, en cuanto detectamos que algo huele a podrido en Dinamarca y que ese crush que parecía tan estupendo esconde en realidad un “no acercarse a menos de cincuenta metros”.
Una de estas manipulaciones es el 'benching', que tristemente vuelve a estar de moda desde que WhatsApp e Instagram son los canales estrella para comunicarnos con nuestros crushes.
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Te explicamos qué es esta tendencia, para que sepas identificarla y te alejes todo lo que puedas de quienes la practiquen.
El ‘benching’
Tan afortunados podemos ser en la nueva era del amor digital como encontrarnos con vampiros, hidras y gorgonas de los afectos; personas que manejan una educación emocional tóxica y deficiente y que utilizan y manipulan a otros para alimentar su ego.

Si el ‘ghosting’ es una bomba de humo perfeccionada, lacerante y dolorosa para cortar una relación, el ‘benching’ es una reformulación perversa del dicho: “Es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer”; o, como muchos psicólogos lo nombrarían, el así llamado ‘refuerzo intermitente’, que los bencher usan como enmascaramiento de su falta de interés y su personalidad, las más de las veces con una autoestima débil.
La variedad de escenarios en los que puede darse es muy amplia, pero siempre habrá un denominador común: la persona que practique el ‘benching’, por lo general, quiere cortar la relación o ha dejado de estar interesada en nosotros, pero en lugar de verbalizarlo y comunicarlo de manera empática y asertiva, empezará a tirar de distintos hilos para que la confusión lleve a término y acabemos con una gran interrogación encima del cráneo.
Indicios de que estás sufriendo ‘benching’
¿Le gusto? ¿Quiere tener gatitos conmigo? ¿Por qué desaparece durante días y luego me escribe como si nada? Ayer parecía majo, hoy tiene el carácter de un comandante de la Gestapo, ¿qué quiere decirme con estos volantazos emocionales?

Por todos esos estados emocionales confusos pasarás si eres una víctima de esta actitud tóxica hija de las redes sociales, los likes y las aplicaciones de citas como Tinder, precisamente porque lo que el ‘benching’ lo da, el ‘benching’ te lo quita (arrancándolo a tirones).
Tu pareja o tu crush mantendrán contigo una comunicación polarizada, no exenta de dolor. Te forrarán las pestañas a halagos un día, y al siguiente su actitud será la opuesta: más frialdad que un lince ibérico mirándote con los ojos entrecerrados. Literalmente, estarás en el banquillo. Listo/a para salir a jugar la partida del amor, pero sin que el otro te deje. El ciclo siempre funciona de la misma forma: pérdida de interés, frialdad, desaparición, y una interacción de última hora (mensaje, like, cariño, halago) para que vuelvas a engancharte.

Con las personas que practican el ‘benching’ todo es radicalmente desconcertante (y doloroso, porque no podrás evitar hacerte ilusiones). Esto quiere decir que, por ejemplo, tu nuevo crush nunca jamás se negará a quedar, pero, misteriosamente, postergará la cita en el último momento; algo imprevisto surgirá, tan expeditivo que vuestra cita tendrá que ser aplazada (“Hoy operan a mi hámster, no puedo verte”).
Puede desaparecer durante días y reaparecer en tu WhatsApp, como si nada hubiera pasado, con el mensaje más bonito que hayas leído (‘Tú me completas, sería capaz de inmolarme en un centro comercial lleno de ancianos por ser merecedor de tu amor”).
Te propondrá planes espectaculares que, oh misterio, se truncan en el último momento. Evitará definir lo que tenéis, así le pongas una navaja en el cuello, pero habrá días que se comporten como si llevaseis diez años juntos. Así hasta el infinito, siempre con esos polos opuestos, afecto y frialdad, cariño y distancia, para confundirte y no cortar nunca los lazos (aunque, en esencia, ya estén más rotos que la porcelana china de tu abuela)

Triste es de pedir, pero más triste es llamar a las cosas por un nombre que no es el suyo. El/la bencher suele ser una persona con la autoestima frágil y tiene una necesidad casi patológica (y digital) de atención, pero no está interesado tener una relación real con su víctima.
Quiere saberse deseado o deseada, si bien le da lo mismo quién le provea de ese afecto, y por ese motivo ‘ceba’ a su corderito (la persona con la que, supuestamente, mantiene una relación) para que nunca se vaya de su lado. La mantiene siempre a la espera, en un bucle temporal que acaba en males mayores: lloros a medianoche, una tarrina de helado y un maratón de Netflix para superar la ruptura. Oh, sorpresa, has tenido que cortar tú porque ya no aguantabas más a ese ninja amoroso que te mantenía confundido o confundida, y con el que has perdido medio año de existencia.